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MIEDO A LA LIBERTAD
Columna
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Los nuevos-viejos líderes

El Papa y Putin han sido la gran revelación de la Asamblea General de la ONU

Quién lo iba a decir: la Asamblea General de Naciones Unidas, la que pone de manifiesto un mundo que va de crisis en crisis, ha sido en su último periodo de sesiones como una ‘fashion week’, un mercado de la moda política.

Ahora en América, tanto Cuba como Estados Unidos son el centro del tablero. Sin embargo, en este momento, los líderes de ese espíritu que hoy representa Unasur ya no son Hugo Chávez ni Fidel Castro. Aunque curiosamente para países como Argentina, Brasil o aquellos Estados que forman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América siguen siendo un elemento referencial que no es conveniente olvidar.

¿Acaso puede más el aparato cubano, su fuerza y su influencia, que esa sensación amarga de que la lucha ideológica por lo menos empató? Yo creo que sí.

Este año, Naciones Unidas también reveló un nuevo líder que, a pesar de encontrarse con este mundo que se cae a pedazos, aún resulta esperanzador. Y ese líder espiritual representa a más de 1.200 millones de católicos.

Francisco, para muchos “el Papa negro”. Francisco, el hombre que todos los días pone a prueba la fe de sus cardenales. Francisco, el primer Papa jesuita. Francisco, el argentino. Pronunció un discurso en la Asamblea de la ONU en el que, por una parte, destacó la virtud teológica de la esperanza, y, por otra, estableció las directrices para entender el papel de la Iglesia. No sólo para ordenar el comportamiento humano desde la perspectiva de los ojos de Dios, sino también para hablar del mal uso que se le da a instituciones como Naciones Unidas para justificar guerras.

El Papa pronunció un discurso en la Asamblea de la ONU en el que destacó la virtud teológica de la esperanza, y estableció las directrices para entender el papel de la Iglesia
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Francisco ha sido el gran líder de la 70ª Asamblea General. Pero sobre todo es un Papa que venía de abrazar fraternalmente al hermano perdido llamado Fidel Castro. Un Papa que entró y salió de Cuba sin condenar el régimen castrista. Y un Papa que representó una pieza fundamental en la restauración de la relación de ese país con los estadounidenses.

Y después, otra revelación, Vladímir Putin. Otro viejo-nuevo líder que regresó a la ONU. Volvió a reunirse con Barack Obama y volvió sobre todas las cosas a meterse en las fauces de la disputa por el imperio.

Con unos chinos en retirada, con unos norteamericanos imbatibles en todos los campos y con un territorio de juego tan claro como la tecnología, Putin decidió presentarse enarbolando la eficiencia de la guerra contra el Estado Islámico a cambio de legitimarse y volver a ser una potencia en el mundo.

Ahora es verdad que en esta época en donde todo estaba escrito para los que tienen fe y donde existen dos Papas —uno emérito y otro en funciones— algo está pasado con los designios divinos. Tenemos una Europa en crisis desde el punto de vista político, económico y social y una América que está agonizando, mientras intenta buscar su lugar y su papel en el tablero internacional.

Porque la América de habla hispana pasa por Cuba y ellos han tenido un refrendo de nuevo-viejo liderazgo con la figura de ese líder llamado Francisco y con el renacer de la fuerza de las armas y los errores de los demás.

Y a fin de cuentas, tanto Roosevelt como Churchill deben entender muy bien a Obama porque aquel abrazo que tuvieron que darle a Stalin para poder acabar con el monstruo fascista es más o menos lo que ahora está proponiendo Putin para acabar con aquel otro monstruo que Occidente no entiende y que no es capaz de combatir: el Estado Islámico.

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