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Glasgow: El cono de tráfico de la estatua de Wellington

Las protestas ciudadanas salvan el curioso 'sombrero' de este monumento

Estatua ecuestre del primer duque de Wellington, en la elegante Royal Exchange Square de Glasgow.
Estatua ecuestre del primer duque de Wellington, en la elegante Royal Exchange Square de Glasgow.Jeff J Mitchell

La estatua ecuestre del primer duque de Wellington se erige desde 1844 en la elegante Royal Exchange Square de Glasgow, ante la Gallery of Modern Art . Con sus tres metros de alzada, sumados a los dos metros del pedestal sobre el que cabalga, la efigie resulta portentosa e inalcanzable. Pero a pesar de su altura la mayoría de los días del año luce sobre su cabeza un cono de tráfico con el que el pueblo de Glasgow le baja los humos aristocráticos a este emblema del poderío militar británico.

La práctica de decorar la cabeza del duque, que se remonta a los años 80, se realiza casi invariablemente de noche a la salida de las discotecas, cuando el espíritu juvenil de irreverencia festiva está en su máximo apogeo. Como respuesta, en un prolongado tira y afloja, las autoridades locales emplean anualmente más de 12.000 euros para retirar el sombrero con una pequeña grúa. Pese al gasto, los ciudadanos de Glasgow han aceptado esta imagen insolente como propia: aparece en postales, tazas, camisetas y todo tipo de regalos para turistas; los periódicos locales y los restaurantes la usan para promocionarse; la gente la defiende como seña de identidad y hasta tiene su propia página de Facebook. Además, su fama ha sobrepasado fronteras: Lonely Planet considera este monumento de aristócrata con cono como uno de los diez monumentos más raros e interesantes del planeta. Turistas de todo el mundo se arremolinan a sus pies para fotografiarlo.

No es de extrañar, por tanto, la protesta desencadenada tras hacerse públicos los planes del ayuntamiento de doblar la altura del plinto sobre el que se posa, con un coste de 78.000 euros. Encaramarse al duque es peligroso, causa daños al monumento y retirar el cono es caro, aludieron las autoridades. Pero ninguna de estas razones bastó. Gracias a diversas peticiones, a una concentración bajo la estatua y a la campaña de Facebook Keep the Cone, el gobierno local cedió en solo 24 horas.

La cuestión (anecdótica y frívola para muchos) es quizás reflejo de la incapacidad de los gobernantes para calibrar el sentido del humor de los Glasgweians. Pero también ha generado un debate enconado que debe verse en un contexto más serio. Parte de la élite más conservadora siempre ha abominado de estos actos vandálicos como reflejo de una supuesta vulgarización generalizada. Los grupos de izquierda, por su parte, los consideran una muestra más de la tendencia de todos los gobiernos a higienizar los centros de las ciudades, a convertirlos en parques temáticos o en extensas galerías comerciales al aire libre. Y Glasgow, remozada para acoger los Commonwealth Games en 2014, no queda exenta.

Sin embargo, el espíritu contestatario y un poco descreído de sus ciudadanos ha propiciado que, por ahora, el duque con su cono siga siendo un emblema de Glasgow, una de las imágenes que mejor representa a la ciudad y más dice de su carácter jovial e irreverente.

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