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Tentaciones
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Lo que hay que ver

Si no se puede bailar, no son mis elecciones

Este proceso electoral ha tenido más bandas sonoras que ningún otro. Antes de que llegue la jornada de reflexión repasamos las canciones que han aparecido en las últimas semanas con un único objetivo: hacernos votar

Imagen del vídeo '¡Ay, Carmena!', la versión del Coro de El patio Maravillas.
Imagen del vídeo '¡Ay, Carmena!', la versión del Coro de El patio Maravillas.

Las elecciones locales y autonómicas de 2015 pueden pasar a la historia por varias razones, pero al menos en un aspecto ya lo han hecho: la masiva presencia de la música en una campaña política. Ya no hablamos de sintonías antediluvianas ni de caras conocidas en mítines y actos públicos (un saludo, Julio); este proceso que acaba el domingo nos ha deparado un número inesperado de sintonías, rumbas, cuplés y aportaciones espontáneas que piden el voto por alguna formación política. Y nos lo dicen con melodías altamente pegadizas. Repasamos lo que nos han ofrecido los comicios más tarareables de nuestra historia.

Madrid, con M de Manuela

Este uso creciente de la música como arma propagandística tiene mucho que ver con el hecho de que en las papeletas de los colegios electorales encontremos nuevas formaciones políticas. Así lo explican la micropoetisa Ajo y el músico Nacho Mastretta, unos de los responsables de los cuplés protesta que ha aparecido en la red en las últimas semanas. “Hace mucho tiempo que no tenía tanta ilusión por ir a las urnas”, cuenta Ajo. “En otras ocasiones iba tapándome la nariz. Tengo una sensación de esperanza, esperanza de la buena”. Mastretta coincide con ella: “Yo por primera vez tengo ilusión. Llevamos una tristeza en Madrid muy larga. Se están desmontando servicios públicos, sanidad, se están cerrando salas…” Sus cuplés, incluido el dedicado a Manuela Carmena, surgieron de manera improvisada. “En este momento necesitamos comprometernos”, explica Ajo. “Participó la gente de Impromadrid, Luismi Baladrón, Jorge Rueda… Fue una cosa improvisada. Lo hablamos y a los dos días ya estábamos grabando”. A partir de ahí, Internet se encargó de propagarlos.

Como uno de los grandes iconos de estas elecciones, Carmena es la musa de otras composiciones improvisadas. Aunque su candidatura, Ahora Madrid, cuenta con un himno oficial compuesto por antiguos miembros de Hechos contra el Decoro, en la red han aparecido tributos de todo tipo que complementan a los que han llegado de otros campos, como el de la ilustración. Las aportaciones a su campaña tienen formas muy diversas, desde lo más cañí -con cupletistas y hipsters unidos para la causa-, hasta apropiaciones de éxitos de la canción ligera (otro saludo, Julio) como este Manuela a cargo de Pedro Perles, unas bulerías o el clásico ¡Ay, Carmela!, adaptado para la ocasión por el Coro del Patio Maravillas en plena pradera de San Isidro.

En otras ocasiones no se trata de un mensaje que anima abiertamente a votar a una fuerza política determinada, aunque ese mensaje esté implícito. El grupo El Pardo ha lanzado recientemente el clip de su canción Vergüenza, con la que ponen de manifiesto la necesidad de votar en estas elecciones. “Que haya nuevos grupos hablando de política y que haya nuevos partidos comparte lógica”, nos explica su cantante, Raúl Querido. “Luego que los grupos o sus miembros se alineen con esos partidos, o con los tradicionales, ya dependerá de ilusiones, reflexiones, generosidades y ventanas y costes de oportunidad”.

El Pardo es un ejemplo de grupos que, como Ornamento y Delito, siempre han incorporado una dimensión política en sus letras, algo hasta hace poco inusual. “No creo que haya sido siempre, pero sí que se ha evitado y hasta proscrito de cierto ámbito musical durante mucho tiempo”, explica Raúl. “Eso es malo, que una moda estética nos prive de conformar nuestra propia voz pública de la manera más completa posible. Probablemente fue algo generalizado, no sólo de la música o de la música independiente o alternativa. Lo peor fue interiorizarlo y acabar sintiendo pudor por hablar de algo que, probablemente, tampoco podía estar fuera absolutamente de la preocupación de tantas personas”.

Barcelona tiene poder

El otro gran icono inspirador de canciones de estas elecciones lo encontramos al otro extremo del puente aéreo. Ada Colau y Barcelona en Comú alcanzaron gran repercusión con El run run, la rumba cantada por la propia candidata a la alcaldía de Barcelona (con ayuda del autotune) y producida por Iván Lagarto. "En varias ocasiones me han invitado a entrevistas por lo de Ada y solo tengo que decir respecto que no me meto en política", cuenta el autor de la canción. "Si has visto mi canal verás que hay otro vídeo de Mújica, sin embargo todo el mundo ha tomado El run run por un vídeo de campaña cuando no lo es. Simplemente he querido hacer un vídeo más, colaborando con alguien como hago en más casos, sin pensar en que se fuese a plantear como un vídeo de campaña". En este caso, colaboró con Colau por simpatía. "Me gusta la figura de Ada, lo limpia y humana que es, y tiene mi admiración por lo mucho que ha estado y está haciendo por los demás a cambio de nada".

A Iván Lagarto también le debemos otro de los hits músico-políticos de los últimos tiempos, esta apropiación del neologismo mediterráneo ‘caloret’. De El run run ya existe tono para móvil, pista para karaoke y hasta Mariano Rajoy tiene su propia versión. Marinah, excantante de Ojos De Brujo, también se ha unido a la campaña bajo un ritmo similar. Pero no solo de rumbas vive la política; Barcelona en Comú también ha contado con el apoyo de músicos como Nacho Vegas o Santiago Auserón.

Reinventar el himno

El himno político parecía un arte enterrado, una suerte abandonada en la década de los 80 cuando las prácticas de publicidad hacían sus primeros estragos en las campañas electorales. Por eso nadie esperaba que Podemos recuperase esta figura, y mucho menos que el encargado de darle vida fuera Joe Crepúsculo. “Podemos Cultura se puso en contacto conmigo para componer una sintonía que se pudiese escuchar en los actos”, explica el autor de Nuevos misterios. “Pensé muchísimo cómo tenía que hacerlo”, cuenta. “Tenía que tirar un poco para arriba al oyente, un poco eufórico. También tenía que sonar moderno, no resultar arcaico.”

La sintonía, en la que Crepúsculo ha contado con la colaboración de Dani Granados (su compañero en el grupo Tarántula) y Lorena Álvarez, ha provocado reacciones desiguales. “Me lo imaginaba”, cuenta Joe. “Tal como están las cosas, en un panorama en el que cualquier noticia de Podemos se refleja muchísimo en los medios, sabía que iba a estar expuesto a opiniones, más todavía contando con que mi música siempre ha estado expuesta”.

A los comentarios de la red se unió el de Pablo Iglesias. Al secretario general de Podemos, fan confeso de Sabina y Krahe, no le convenció un sonido que remite a las melodías de los videojuegos de los 80. “Me parece lo más normal del mundo”, explica Crepúsculo. “No es posible que le guste a todos”. Podemos Madrid también ha difundido otras canciones, como ésta más cercana a la bossa de Rafael Sánchez. En cualquier caso, la participación de Crepúsculo es síntoma de un cambio de paradigma dentro de parte de la escena musical, en su mayoría reticente a mezclarse con la política. “Creo que es un buen momento para posicionarse y para apoyar a aquello en lo que crees”, asegura Joe. “Creemos que es un momento nuevo, que puede haber una opción que sea diferente, y eso nos ha hecho ilusión a mucha gente”.

Desastres de campaña

El uso de música con fines electorales también es un arma peligrosa. Sus efectos pueden volverse en contra del candidato, más todavía cuando no hay asesores (o un buen amigo) a mano para decir algunas verdades. Esta campaña nos ha regalado patinazos como el rap de Discípulo de la Rima encargado por José Antonio Monago y con el que el presidente de la Junta de Extremadura esperaba acercarse al voto joven. No hace falta decir que el resultado fue muy distinto. Pero incluso la idea del presidente extremeño palidece ante la canción con la que su compañero de partido Rubén Garrido espera ser reelegido como alcalde de Oyón (Álava). Aquí se echa en falta el autotune de Colau.

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