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Tribuna
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La gran oportunidad de México

Pocos líderes pueden presumir como Peña Nieto de las grandes reformas iniciadas

El 2013 entrará en la historia de México como un año de extraordinarios cambios. Un número muy relevante de reformas estructurales y políticas que estaban pendientes desde hacía 15 años consiguieron ser aprobadas por el Congreso, en áreas tan variadas como la educación, la energía, la regulación financiera, el mercado de trabajo, la competencia en telecomunicaciones o la ley electoral.

El éxito del presidente Peña Nieto ha sido conseguir mantener la unidad de su partido, el PRI, y obtener los apoyos necesarios de la oposición, a pesar de que el Pacto por México, los ambiciosos acuerdos logrados con las demás fuerzas políticas al inicio del mandato presidencial, no haya podido mantenerse. Pocos líderes mundiales pueden enorgullecerse del volumen y la intensidad de las reformas iniciadas. De las 12 grandes propuestas legislativas aprobadas por el Congreso, cinco necesitaron llevar a cabo una reforma constitucional.

Hace tres décadas, México tenía una economía cerrada, centrada en el petróleo. La discriminación en favor de la industria nacional, con generosos subsidios, altos aranceles y cuotas a la exportación y la producción, suponía una severa limitación del comercio. Frente a las importaciones de maquinaria, metales y productos químicos, tres de cada cuatro dólares de las exportaciones mexicanas procedían de los ingresos del petróleo. Una parte sustancial de la economía mexicana estaba en manos de monopolios nacionalizados.

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Hoy, México se ha convertido en una de las economías más abiertas del mundo. Mantiene acuerdos de libre comercio con más de 40 países o regiones, incluyendo la Unión Europea y el NAFTA con Estados Unidos y Canadá, que, en 1994, supuso un verdadero revulsivo y abrió México a los inversores internacionales. El porcentaje del comercio en relación con el PIB es hoy del 65%, comparado con el 25% de Brasil o el 32% de Estados Unidos, y el país se ha convertido en uno de los destinos más deseados de la inversión y las grandes empresas extranjeras, batiendo en el primer año de mandato presidencial récords históricos.

El mayor logro fue la ley energética, aprobada por el Congreso el 15 de diciembre

El mayor logro fue la ley energética, aprobada por el Congreso el 15 de diciembre. Al abrir el sector de hidrocarburos a la inversión extranjera por primera vez desde los años treinta, se ha producido no sólo un gran cambio de paradigma en la manera de concebir las vastas riquezas naturales mexicanas —favoreciendo a medio plazo una mayor producción y generación de reservas—, sino que se han sentado también las bases para crear cientos de miles de empleos de calidad. El tránsito de una economía basada en la agricultura y el petróleo a los servicios y la producción industrial —automóviles, electrónica, equipamiento— ha hecho crecer a México y establecido una amplia clase media, disminuyendo las desigualdades sociales.

Sin embargo, no son pocos los obstáculos, y el gran desafío del presidente Peña Nieto hasta las elecciones de mitad de mandato de 2015 es lograr responder a las expectativas de un crecimiento en el entorno del 4%, bastante por encima del escaso 1,1% logrado en 2013. El apoyo popular al presidente ha disminuido hasta niveles inhabituales, debido a la baja confianza de los consumidores en una mejora de sus niveles de vida, el aumento de la presión fiscal, el deterioro de las cuentas públicas, y sobre todo a causa de la persistencia de los graves problemas de inseguridad ciudadana y de violencia que azotan a regiones enteras del país y a las principales ciudades.

En realidad, la gran cuestión sigue siendo cómo hacer converger los dos Méxicos que conviven bajo la superficie. Un México moderno y de alto crecimiento, con multinacionales que compiten internacionalmente y productividades del 5,8% anual, frente al otro que depende de las pequeñas y medianas empresas y actividades familiares o individuales, con alta informalidad e inflexibilidad laboral, sin acceso al capital o la tecnología, y con productividad muy decreciente.

Para conseguir un crecimiento continuado y poder asegurarse el presidente Peña Nieto la reelección en 2018, mucho dependerá de que todo el proceso de reforma continúe y la legislación secundaria necesaria sea aprobada por ambas Cámaras. Pero incluso entonces, el reto de vencer las resistencias de las miríadas de lobbies y grupos que pueden resultar perdedores en todo el proceso, no será menor. La reforma educativa, por ejemplo, fue aprobada a principios del año pasado, pero el Gobierno muestra poco entusiasmo en enfrentarse con el sindicato nacional de maestros para llevar a cabo su aplicación. El potencial de protesta ciudadana no es tampoco desdeñable. Es esencial que el impulso reformista no se frene y que en particular la reforma energética no acabe frustrando las expectativas de los inversores en el nuevo marco legal e institucional, así como los planes de beneficios de las empresas medianas de gas y petróleo.

México es el primer destino de las exportaciones españolas en Latinoamérica, por encima de Brasil. Es también nuestro primer proveedor latinoamericano. A su vez, España es el principal objetivo de las exportaciones mexicanas y el tercer suministrador. Hay 42.000 millones de dólares de inversión española en México, y México es el sexto inversor en nuestro país, con un acelerado aumento de las inversiones en número y volumen durante este año. Nunca desde el restablecimiento de las relaciones bilaterales había sido tan estrecha como ahora la profunda vinculación —la identidad común— en el terreno económico, político y cultural como en estos momentos. El éxito de México es hoy más que nunca también el éxito de España.

José María Beneyto es catedrático de Derecho y portavoz del PP en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados.

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