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DON DE GENTES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El nieto de la novia de Tarzán

Es imposible ignorar que el bello Ronan Farrow, sea hijo de Woody Allen o de Sinatra, llegará a algo. A algo grande

Elvira Lindo

Veo al hijo de Woody Allen en un debate de la tele. Y es clavado a Frank Sinatra. Lo lúcido sería terminar el artículo aquí. Pero Ronan Farrow da para más, es mucho Ronan. Tiene ya un historial detrás de su cara bonita. Fue el niño que entró en la universidad a los 11 años, que aseguraba que le aburrían sus compañeros del cole y se acabó graduando a los 18 en Yale. Hoy, define al niño que fue como un nerd, algo que sería más que un empollón, un chaval obsesionado con el estudio, que desconocía otras facetas de la existencia y disfrutaba sintiéndose superior a sus pares. Fue capaz a los 10 años, por ejemplo, de mantener una conversación articulada con Nelson Mandela en una de las visitas que hizo su madre al líder sudafricano.

Es el mismo tío que recién salido de la universidad, ya graduadísimo en Derecho, comenzó a colaborar con Unicef en zonas de conflicto como Darfur, centrando su trabajo en las víctimas civiles; el que más tarde fue elegido por la Administración de Obama para asesorar a Hillary Clinton en asuntos globales sobre juventud. Es el niño de su madre, Mia. El nieto de la novia de Tarzán, Maureen O’Sullivan.

Ronan Farrow, fue capaz a los 10 años, de mantener una conversación articulada con Nelson Mandela
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El hijo biológico de la Farrow, hermano a su vez de los 14 hijos que ella adoptó. Es también el supuesto único hijo biológico de Woody Allen, aunque la propia Mia comenzara a difundir la sospecha de que el que puso la semillita fue un abuelo llamado Frank Sinatra. Un amigo neoyorquino, de padre italiano y madre judía, me dijo de manera contundente: “Lo que está claro es que este tío genes judíos no tiene”; a lo que yo contesté: “¡Pero si Sinatra era un anciano!”; y él respondió: “Los italianos son fértiles hasta la muerte”. Hilarantes lugares comunes sobre las distintas inmigraciones que conforman el humor neoyorquino.

Volviendo a Ronan. Ahora tiene 26 años y sigue apuntando alto. Al muchacho de mofletes lechosos se le ha dibujado una interesante y cuadrada mandíbula, se ha transformado en un hombre atractivo y, aunque sigue siendo un misterio si tendría swing interpretando My way, hoy le podemos ver disertando sobre política y codeándose con lo más sobresaliente del universo opinador. Veo al hijo de Allen (que se parece a Sinatra) como contertulio en el show de Bill Maher, uno de los cómicos más brillantes de la televisión americana, que presenta y opina a la vez, y clava su aguijón, sobre todo, en la derecha salvaje: en los creacionistas, en los fanáticos, los belicistas, los defensores de la venta libre de armas, los puritanos, los enemigos del sexo, los burladores del respeto a la naturaleza, los negacionistas del cambio climático. Lo hace de manera tan brutal como inteligente.

Ahí es donde veo, tan guapo y relimpio, al hijo de sus padres, de los que sean. Aunque dicen que ahora se lo encuentra uno por todas partes. Publicando en The Guardian, en The Wall Street Journal, en The Atlantic. Las grandes revistas lo desean. Imposible ignorar que el bello Ronan llegará a algo. A algo grande. Dentro de unos días comienza a presentar un show político en un canal de televisión. Y aunque dicen que él aspira a ser alguien en Washington, yo le veo demasiado guapo para reinar en el Hollywood de los feos.

Lo más triste de todo esto es que la verdad nunca se sabrá, por mucho que los Farrow acusen al cineasta

De momento está presente en Twitter. He de reconocer que aún me cuesta encajar eso de que la gente con grandes responsabilidades pierda el tiempo resumiéndolas en unos cuantos caracteres: no sé si comprendo mejor que a un político se los escriba un asesor o que pierda él mismo el tiempo tecleando. Cualquier opción me inquieta. El caso es que el joven Ronan, entre tuit y tuit sobre el desarme químico y la rebelión ucrania, decidió soltarse la melena con dos mensajitos sobre su padre-no-padre Woody. Me sorprendió esta torpeza de un individuo que quiere llegar a ser Kennedy, porque inteligencia y ambición le sobran para serlo. El contenido de estos tuits ya es mundialmente conocido: para Ronan, su padre abusó de su hermana pequeña y después se casó con la grande. Por resumir.

Ya se sabe que todas las personas de inteligencia superdotada padecen con frecuencia lagunas emocionales. El brillante Ronan podía haber advertido que, más que ayudar a su hermana Dylan, convertiría este asunto en un lamentable sainete. Porque lo más triste de todo esto es que la verdad nunca se sabrá. Por mucho que el bando Farrow acuse al cineasta, por mucho que los defensores de Allen esgriman su carta de respuesta en The New York Times como si se tratara de una espada sagrada. No hay manera de conocer la naturaleza de la herida de una joven que ha hecho pública tan tremenda confesión.

Es posible que todo este asunto nada cómico, pese a lo que prometía este artículo, haya provocado una ola de ansiedad en muchas mujeres que viven callando lo que les sucedió. Yo conozco unas cuantas. Seguro que ustedes también. Aunque solo sea por ellas, por lo que puede herirlas la idea de que nadie las creería si contaran aquello, vale la pena guardar silencio. Y también porque cabe la posibilidad de estar acusando a un inocente.

De momento, lo único claro es que al hijo de Woody (que se parece a Frank) le sobran inteligencia y agresividad para llegar a ser alguien. Pero las prisas por ser popular le pueden llevar a pegarse una buena hostia.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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