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El ministro de Producción argentino prevé un sólido impulso del empleo en 2017

Francisco Cabrera subraya el "entusiasmo" que percibe entre los empresarios por el país austral y niega que se esté produciendo un retraso en las inversiones

Ignacio Fariza

El ministro de Producción de Argentina, Francisco Cabrera, no se deja llevar por el todavía lúgubre horizonte económico argentino. Casi un año después de que Mauricio Macri ganase las elecciones, el PIB del país austral no termina de arrancar, pero Cabrera está convencido de que el empleo, el indicador económico que más incluye en la población asalariada, “crecerá de forma sustentable a partir de marzo o, al menos mediados, de 2017”. “En Argentina no hay un problema de desempleo, hay un problema de mala calidad del empleo”, apunta al tiempo que envía un mensaje de confianza sobre la inversión.

Francisco Cabrera, este lunes en la residencia del embajador argentino en Madrid.
Francisco Cabrera, este lunes en la residencia del embajador argentino en Madrid.JAIME VILLANUEVA

Cabrera responde a las preguntas de EL PAÍS en la espectacular residencia del embajador argentino, en el Madrid más señorial, y sentado bajo un espectacular mural de Joaquín Sorolla. Viene de Oslo, de un encuentro preparatorio de la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de diciembre de 2017, de la que Argentina será sede, y aprovecha su paso por España para vender la nueva Argentina tras la llegada al poder de Macri. “Hemos pasado de estar condenados por la OMC a organizar esta reunión dos años después y a albergar la cumbre de presidentes del G20 de 2018”, subraya Cabrera. Durante la breve entrevista, se esmera en dibujar una Argentina que ha dado un giro de 180 grados de la heterodoxia a la ortodoxia económica: “Se va a notar un cambio fundamental”.

El pistoletazo de salida al reintegro del país austral en los circuitos económicos y políticos mundiales fue el Foro de Inversión celebrado el mes pasado en Buenos Aires y que logró congregar a centenares de empresarios americanos y —en menor medida— europeos. Allí, Macri y su equipo exhibieron un optimismo sin fisuras, con un interés creciente por invertir en el país austral. “Salió muy bien”, apunta Cabrera ya en perspectiva. “Antes de llegar al Gobierno nosotros sabíamos que había muchísimas inversiones latentes de multinacionales, que estaban previstas pero que no se habían concretado porque el clima de negocios era imposible”, apunta.

Inversiones que no llegan

Las expectativas tras el Foro son muy altas, como lo es el propio listón autoimpuesto por las autoridades argentinas, pero las ansiadas inversiones no terminan de llegar al ritmo esperado. ¿Por qué? “No es totalmente correcto lo que se dice sobre que no lleguen las inversiones. Las inversiones que estaban latentes sí se han empezado a hacer y, de hecho, en el equipo económico del Gobierno nos tenemos que turnar todas las semanas para ir a alguna inauguración. Así que sí hay inversiones”. Cabrera calcula en cerca de 35.000 millones de dólares los proyectos en ejecución, pero reconoce que las empresas que todavía no están en Argentina o los fondos que están pensando en comprar activos en el país, “sí están esperando”. “Su primera preocupación es qué va a pasar en Argentina y si va a haber continuidad a las políticas”, asume. “Y creo que la capacidad política del Gobierno para poder gobernar se está demostrando en la propia capacidad a la hora de sacar leyes”.

Pese al incentivo que supone para los negocios la llegada de un Gobierno nítidamente promercado, los propios empresarios argentinos no parecen estar del todo seguros de que aún sea el momento de invertir en el país y, sin ir más lejos, la semana pasada Macri llamó a los patrones a “romperse el traste [culo]” para relanzar el crecimiento. A pesar de esos comentarios, que dejan pocas dudas, Cabrera niega que el Ejecutivo esté molesto o decepcionado con la tímida reacción inversora del empresariado argentino tras la llegada del nuevo Gobierno al poder. “Las inversiones necesariamente van a venir porque somos un país grande e importante, y uno de los pocos que ha estado prácticamente cerrado a la inversión. Hay más entusiasmo entre los empresarios que entre nadie. Los activos argentinos están baratos”.

—Los argentinos guardan más de 230.000 millones de dólares en el exterior, ¿no ve contradictorio pedir a las empresas extranjeras que inviertan y que muchos ministros figuren entre los titulares de ese dinero?

—Argentina no necesita tener dinero en efectivo, sino empresarios que inviertan en proyectos. Que entren dólares con fines especulativos en contraproducente para la Argentina, queremos que lo hagan con fines productivos.

—¿No cree, entonces, que genere desconfianza que muchos ministros tengan su dinero fuera?

—Si es un inversor inteligente, no. Entendería esto.

“El año va a terminar muy bien”

Pese a lo incierto del panorama económico, no solo en América Latina sino en todo el mundo, y a poco más de dos meses del cierre del año, Francisco Cabrera se atreve a pronosticar que Argentina va a terminar “muy bien” el año: los precios —quizá la mayor preocupación en un país que vive siempre con la sombra de la hiperinflación al acecho— cerrarán con índices mensuales “de entre el 1% y el 1,5%”; habrá una cosecha “récord” —una variable que cobra especial importancia en una economía que depende en un 8% de la agricultura y que “generará un efecto riqueza entre los productores que impulsará la construcción y el sector automotriz y de maquinaria”—, Brasil —el primer cliente de la industria argentina— “dejó de caer y volverá a crecer en 2017” y la inversión real en el ejercicio, pronostica, ascenderá a 12.000 millones de dólares.

“Los nubarrones se están diluyendo y la gente va a terminar el año con dinero en el bolsillo para poder consumir e irse de vacaciones”, dice el ministro argentino. Esto se parece mucho a la “revolución de la alegría” de la que su jefe,

hablaba en campaña, pero los datos son tozudos: los organismos internacionales

en que la economía argentina no volverá a terreno positivo hasta bien entrado 2017. ¿No cree que se pecó de optimismo? “La alegría no tenía que ver con la economía, sino con dejar a un lado la confrontación y abrir una etapa de diálogo constructivo”, defiende.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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