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Mi casa es un activo tóxico

Un ‘fondo buitre’ compró por 17.500 euros una hipoteca de 224.000 euros concedida por un chiringuito financiero a una pareja sin apenas ingresos

Pablo Ximénez de Sandoval
Paulo Marques y Galina Roubina, en su casa de Torrejón de Ardoz, el pasado 23 de diciembre.
Paulo Marques y Galina Roubina, en su casa de Torrejón de Ardoz, el pasado 23 de diciembre.SAMUEL SÁNCHEZ

Esta casa está en Torrejón de Ardoz. Pero la hipoteca está en Nueva York. En plena burbuja inmobiliaria, alguien puso en un papel que valía 224.500 euros. Ahora, otro papel dice que vale 17.486. En realidad da igual la cantidad, porque los deudores apenas pueden pagarse la comida. Esta casa es un activo tóxico. Un crédito incobrable que ya no se puede seguir escondiendo. Nadie sabe cuántos hay. Pero el caso da una idea de cuánto valen.

Paulo Jorge Feliciano Marques es portugués, tiene 44 años y llegó a España en 1995 a trabajar de camarero. Galina Roubina, rusa de 51 años, vino como guía turística. Se conocieron hace una década en el bar donde trabajaba Paulo. A finales de 2006 entraron en una oficina de la inmobiliaria Tecnocasa en Torrejón de Ardoz, Madrid. A preguntar.

“A mí me parecía muy raro desde el primer día que me dieran una hipoteca cuando en varios bancos me habían dicho que no”, dice Galina. Pero su historia era habitual en aquellos tiempos. Tecnocasa los envió a una financiera llamada Kiron que en mayo de 2007 les consiguió un crédito con Credifimo por 224.500 euros para comprarse el piso 2ºB del número 3 de la calle Cal de Torrejón. Paulo tenía una nómina de 837 euros como camarero, aunque en realidad ganaba 1.200 bajo cuerda. Galina había trabajado cuidando personas mayores, pero en ese momento estaba de baja con una minusvalía reconocida del 70% por una grave enfermedad y había pedido una pensión de invalidez permanente. Hoy cobra 357 euros de esa pensión. Paulo está en paro, sin ingresos. Cómo esta pareja pudo entrar por una puerta a mirar anuncios de casas y salir por otra con una hipoteca a 33 años de 1.050 euros al mes es una pregunta a la que la banca todavía no ha respondido en España. Dejaron de pagar, después de intentarlo todo, en marzo de 2011. La hipoteca tiene dos avalistas. Eran amigos.

Paulo tenía una nómina de 837 euros y Galina una invalidez total cuando les dieron el crédito

Un mes después de cerrar la compra, la oficina de Tecnocasa desapareció. Por su parte, Credifimo, era una empresa de servicios financieros, vinculada a Cajasol, a través de la cual se conseguían hipotecas que los bancos no podían dar de acuerdo a sus esquemas de riesgos.

El crédito se completó con un préstamo personal de 8.000 euros concedido por una oficina del BBVA que Paulo nunca había pisado. El día que iban a firmar al notario, pasaron por allí acompañados por el intermediario y le dieron el dinero casi sin preguntar. Todavía lo cuenta hoy como una de las cosas más raras que le han pasado en la vida.

El activo tóxico que Paulo y Galina llaman casa cambió de manos el 6 de mayo de 2011, cuando ya habían dejado de pagar. Credifimo le vendió el crédito a una sociedad llamada Promontoria Holding XXII, con sede en la calle Oude Utrechtseweg en Baarn, Holanda. El precio: 17.486 euros. Apenas un 8% de lo que Credifimo tenía oficialmente apuntado en sus balances como un crédito hipotecario más, que en realidad jamás cobraría. La hipoteca era el activo número 1.826 de un “contrato marco” entre las dos entidades del que no constan los detalles en la escritura.

El 'fondo buitre' Cerberus, con sede
en Nueva York, compró la hipoteca por el 8% de su valor y ahora reclama el 100% más intereses

Javier Massana, abogado especialista en casos de sobreendeudamiento, explica que el negocio está en comprar tan bajo que luego cualquier acuerdo es rentable. “Normalmente, estos fondos buitre ejecutan por vía notarial. Van al notario con el deudor y allí mismo llegan a un acuerdo por una cantidad”. El mayor descuento que había visto Massana hasta ahora era del 87%. A veces, que la hipoteca la compre un fondo buitre puede ser bueno para el deudor. Los precios son tan bajos que es habitual obtener la dación en pago (liberación de la deuda a cambio del piso). Volver a poner en el mercado un piso que se ha comprado a esos precios ya es un importante negocio.

Promontoria Holding XXII es una filial europea del fondo de alto riesgo Cerberus, uno de los fondos buitre más grandes del mundo, con sede en la parte alta de la Tercera Avenida de Manhattan y negocios por valor de 20.000 millones de dólares. La inversión en créditos inmobiliarios impagados es una de sus especialidades, según afirman en su página web. Cerberus no contestó a este periódico.

Cuando Cerberus compró la hipoteca, no solo estaba en mora, además Paulo y Galina habían denunciado a los intermediarios por presunta estafa. Entre otras irregularidades, hicieron un seguro de vida para Galina (dice que no lo firmó) cuando tenía reconocida una minusvalía del 70%. Credifimo no devolvió las llamadas de este diario para dar su versión.

La cesión del crédito
se hizo cuando ya estaba en impago, y  se ejecutó
a pesar de estar denunciado por estafa

Cerberus ejecutó la hipoteca en mayo de 2012. Después de comprarla por 17.485 euros, reclama a Paulo y Galina 235.877,22 euros en concepto de principal e intereses más 70.763,17 euros de costas. El procedimiento de ejecución 287/12 del Juzgado número 2 de Torrejón sigue su curso, ajeno a la denuncia por estafa e imparable hacia el desahucio. Rafael Mayoral, el abogado que interpuso la denuncia, asegura que Cerberus ni siquiera se ha personado para conocer el procedimiento.

Dentro del ajuste que está teniendo que hacer la banca española, las entidades se vienen deshaciendo de créditos que nadie sabe lo que valen. Es una auténtica liquidación por derribo. Entre ellos hay hipotecas subprime de libro como la de Paulo y Galina. Bankia, el agujero de crédito más grande de España, anunció el 25 de julio que había vendido 127.000 “créditos fallidos de pymes y particulares sin garantía real” por valor de 800 millones de euros a dos fondos buitre, el noruego Aktiv Kapital y el luxemburgués Oko Investments. El 10 de octubre, anunció la venta de otros 16.000 créditos por valor de 126 millones a Aktiv. El presidente del grupo, José Ignacio Goirigolzarri, se propone reducir los “activos improductivos” a la mitad. Cuando lo logre, todavía le quedarán en sus balances 30.000 millones de euros de créditos inútiles.

Ante las amenazas, Galina
les contestó: "Yo sólo puedo pagar con mi enfermedad y mi sufrimiento"

También en julio, BBVA puso a la venta activos por valor de 2.000 millones. En octubre, Santander anunció una venta de activos a Bank of America Merrill Lynch que valían 2.500 millones en sus libros. El pasado 13 de diciembre, Banco Popular comunicó que había vendido “créditos fallidos” que sumaban 1.143 millones a un consorcio de fondos.

El importe de estas transacciones es confidencial, pero fuentes del sector consideran normal asumir descuentos entre el 80% y el 90%. A pesar de todo, ha hecho falta que el Estado cree un banco malo (Sareb) para que asuma, con dinero público en parte, aún más créditos de difícil cobro con descuentos del 60% de media. Nadie sabe cuántas hipotecas de todo a 100 hay que limpiar de los bancos españoles. El Gobierno tuvo que encargar una auditoría a dos empresas independientes. Una de ellas, Oliver Wyman, dijo que las entidades estaban disfrazando sus créditos inmobiliarios.

Para que el crédito de Paulo y Galina fuera sacado del balance de Credifimo con semejante descuento (el 92%) en su valor, alguien tuvo que decidir que era absolutamente incobrable y problemático. Los mismos que en abril de 2007 decidieron que esta pareja era válida para darles un crédito de 224.000 euros. Desde que dejaron de pagar, como es tristemente habitual, han recibido todo tipo de llamadas desagradables. En una de esas llamadas, una voz de mujer le recordó una vez más a Galina que tendría que pagar la hipoteca con todos sus bienes, sí o sí. Y si no lo pagaba ella, perseguirían a su hijo, que vive en Minsk. Ella contestó: “Yo solo puedo pagaros con mi enfermedad y mi sufrimiento”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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