Un respeto: hablamos de Pony Bravo

Respeto es una palabra que define buena parte de lo que es Pony Bravo. Puede sorprender, porque hablamos de una banda sevillana autodidacta, formada en 2006 por cuatro individuos desgarbados que de verdad saben montar una buena farra sobre un escenario. Podríamos desgranar una extensísima lista de referencias artísticas para definir su estilo (Triana, Veneno, Captain Beefheart, Fela Kuti...), pero dejémoslo en que hacen buena música. Y sí: respeto, en primer lugar, a sus fans: "Intentamos pensar que no es solo una minoría la que es muy aficionada a la música. El público tiene muchísimo nivel. Hay que currárselo", afirmaba ayer su cantante, Daniel Alonso, horas antes de salir a escena en el Festival Santa Teresa South Pop, en Isla Cristina (Huelva).

El Pony (como ellos se autodefinen) va llegando al final de su gira, en la que defiende sus dos elepés hasta la fecha (Si bajo de espalda no me da miedo, de 2008, y Un gramo de fe, de 2010), y la banda ayer se encontraba en su salsa en este festival boutique que cumple su cuarta edición y en la que nadie traga polvo o sufre penalidades: un aforo limitado de 1.500 personas, guardería, hoteles, piscinas y también cámping gratis en la playa, a escasos metros del escenario. Un festival donde es fácil ver a los artistas con la toalla al hombro, rumbo a un chapuzón de media tarde. El ambiente se ajusta al espíritu de Pony Bravo con una bota campera a la pantorrilla, precisamente, por la atención hacia el público. Alonso es categórico: "Este festival es muy respetuoso con el pop: muy firme en su oferta, tranquilo y con un rollo lúdico".

Anoche Pony Bravo compartió cartel, entre otros, con Dominique A, referencia durante 20 años de la nueva chanson francesa y del rock minimalista continental, y también con los vigueses Catpeople. Hoy sábado cerrarán la cita la melancolía disco de los londinenses Saint Etienne, la contundencia de los franceses Exsonvaldes y la peculiar revisión del Trompe le Monde de The Pixies, a cargo del estadounidense Micah P. Hinson. Un bello epílogo musical al verano.