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58º Festival de San Sebastián

Verdades de un payaso

Alex de la Iglesia: "A través del sufrimiento se llega al placer"

Rocío García

Llegó a San Sebastián a contrarreloj, casi con la lengua fuera. Media hora escasa antes de que le fuera entregado el Premio Nacional de Cinematografía. Veinticuatro horas sin dormir, dos aviones perdidos, incidentes "lamentables" a punto de alcanzar el grado de "diplomáticos" en el aeropuerto de Nueva York, en escala desde Toronto. Subida veloz a la habitación, cambio a un serio traje negro, un rápido bloody marie y eso es todo. Aparece de nuevo el Alex de la Iglesia de siempre, feliz, enérgico, brillante. El director de Balada triste de trompeta, reciente ganador en Venecia como mejor director y guionista, y presidente de la Academia recibió ayer en San Sebastián de la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, el Premio Nacional de Cinematografia. Fue el momento para estar cerca del hombre que ha conseguido unánimes halagos por su capacidad de conexión en el sector del cine.

El cineasta recibió el Premio Nacional de Cinematografía
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"He llegado a contrarreloj, como he hecho mi última película y he vivido toda mi vida. Más para bien que para mal. Creo que la premura funciona, la falta de condiciones idóneas es algo que estimula, al menos a mí. Soy de los convencidos de que para hacer cine, para vivir y para sobrevivir tiene que haber una relación fundamental entre la creación y el sufrimiento. No hay manera de disfrutar si no se sufre, en mi caso puede que se deba a la educación católica de los jesuitas con los que estudié. Solo a través del sufrimiento se llega al placer. ¿Por qué? No lo sé", reflexionó el cineasta en un discurso de agradecimiento directo y veloz.

¿Cómo superarlo? Él prefiere no superarlo: "Igual la clave es acostumbrarse, conseguir que las condiciones que tenemos para hacer cine, literatura, gobernar y convivir sean precisamente en un estado no idóneo de cosas y encontrar la manera de estar cómodo. Nunca van a ser las cosas como uno quiere. De hecho, en esta última película he sufrido más que nunca. Me ha costado más que la primera pero creo que me ha quedado mejor. Creo que he conseguido acostumbrarme al dolor".

Y en medio del barullo de ayer, Álex de la Iglesia se encontró de nuevo protegido y querido por la gente de su profesión. Por su antes colega Ángeles González Sinde, quien resaltó su transgresión e innovación. "Dicen de él que hipnotiza a la gente, que mira a los ojos mientras te toca un poquito el lóbulo de la oreja y en pocos segundos haces lo que te manda. Eso dicen sus amigos. Dicen también que es terco y discutidor y voraz", dijo la ministra.

Solo ha encontrado un escollo en este camino de rosas. Y ha sido en la Academia que él preside. Balada triste de trompeta no ha sido votada por los miembros de la Academia dentro de la terna que opta a los Oscar. "La Academia es democrática, soy el presidente y caigo bien, estoy aquí con la ministra, me dan premios, pero no me han elegido para representar a los Oscar, cosa que me molesta mucho, pero tengo que aceptarlo y hacerlo con alegría porque los que lo deciden son mis amigos y miembros de la Academia". Porque como él mismo confiesa: "Los payasos -y yo soy uno de ellos- siempre dicen la verdad".

Alex de la Iglesia, con su galardón.
Alex de la Iglesia, con su galardón.
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