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Reportaje:EUROCOPA 2008 | Un debut prometedor

Marea roja en Colón

Miles de aficionados se concentran en la céntrica plaza madrileña para seguir el partido en el escenario montado por Cuatro

El amor a la roja es un sentimiento que hay que alimentar, aunque sea de modo artificial. Sin el impulso de alguna actuación meritoria que, automáticamente, cree la euforia necesaria, hizo falta un enorme gancho para congregar alrededor de 10.000 personas en la madrileña plaza de Colón. El Canto del Loco fue el reclamo elegido por Cuatro. Una actuación gratuita de uno de los grupos de moda es un caramelo difícil de despreciar para un quinceañero. Varias horas de espera para escuchar los escasos tres minutos que duró la única canción que entonaron, pero el grueso de la marea roja ya estaba en el bolsillo. Jugada perfecta. Luego, a medida que se acercaba el debut de España, aficionados de todas las edades completaron el aforo.

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El debate televisivo que calentó el partido no estuvo exento de alicientes para los adolescentes que llenaron la plaza. Las marcas comerciales se relamen ante el poder de las masas. En ellas se esconden individuos que pierden el pudor y son capaces de pelearse por una gorra como si de un billete de 100 euros se tratara. Los aledaños del escenario se convirtieron en un auténtico mercadillo gratuito de baratijas. Cervezas, revistas, coches e incluso una doble del personaje televisivo Betty, la fea, ataviada con un tupido poncho mexicano de la ciudad de Guadalajara agobiaban a los presentes con banderas, camisetas y pancartas de España con el correspondiente logo de cada empresa. El premio a la creatividad se lo llevó una marca de coches que repartía una camiseta con el lema ¡Yo vi a España pasar de cuartos!

Con el paso del tiempo, el ambiente se fue enriqueciendo. A la marea juvenil inicial se le fueron incorporando uniformes colegiales de los niños que salían de clase, trajes de ejecutivos que daban una vuelta después del trabajo, suramericanos que combinaban los colores de sus países de origen con los de la roja y los inquilinos habituales de la plaza, que apelaban a su condición de locales para recuperar sus sitios en los bancos que ocupan cada día.

La euforia colectiva, que crecía según se acercaba el comienzo del partido, invitaba a la broma, al atrevimiento. Varios programas de televisión no perdieron la oportunidad de sacar tajada. Uno de ellos sobornó a un joven que vestía la camiseta de la selección española para que se pasara a la hinchada de Portugal. Le ofrecieron 20 euros por posar para la cámara con la zamarra del país vecino y la cara pintada de rojo y verde. Accedió encantado y soportó estoicamente los reproches de los que le rodeaban, entre ellos sus propios amigos. La preparación de la broma no descuidaba ningún detalle. En cuanto se grabó el show, una asistenta ofreció al eventual tránsfuga una toallita desmaquilladora y le solicitó su firma en un permiso para difundir su imagen.

Parecía que el mercadillo iba a poder con el fútbol, pero, finalmente, los aficionados que apuraban el tour de la recolección de regalos buscaron un lugar en el que seguir el partido. El único sitio en el que se podía permanecer sentado era en la parte trasera de la plaza, en los alrededores de la fuente. Esos privilegiados palcos estaban reservados desde hacía rato por corrillos de jóvenes con litronas y aperitivos.

Y llega el momento del himno. El lololololo suena con fuerza en Colón mientras la cámara repasa el once inicial. Luego surge con naturalidad el silencio expectante. Comienzan a caer los goles y se calman los nervios. "¡Villa maravilla!" se convierte en el lema de la tarde. Hasta el presentador Nico Abad abandona la zona VIP para saltar al escenario y sentir la adrenalina de celebrar un gol con miles de seguidores.

Finaliza la goleada y Colón, como en Alemania 2006, vuelve a ser una fiesta. La selección ha demostrado que está en condiciones de hacer un gran torneo. Durante esta semana la euforia deportiva lo inundará todo. Ya no harán falta aperitivos. Para el choque ante Suecia no se necesitará a El Canto del Loco para calentar el refugio de la roja.

Un grupo de aficionados celebra uno de los goles de España.
Un grupo de aficionados celebra uno de los goles de España.ÁLVARO GARCÍA

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