_
_
_
_
_
PRIMERA PARTE

Keane suena a rey

Es uno de los tres grupos de rock que optan al trono de mejor banda del mundo tras U2. Después de vender 5,5 millones de discos de su primer trabajo, ahora presentan la reválida

Paul Hewson cumplió 46 años el pasado 10 de mayo. El dato cobra significado cuando a ese nombre propio se le añade su apodo: Bono, el cantante de U2, la banda de rock más importante de los últimos 20 años. El tiempo pasa y, como en todos los reinados, los monarcas necesitan sucesores. Sin aspavientos, pero con determinación, los estudiosos de eso que se llama la industria musical -revistas especializadas, críticos y hasta los propios músicos- tratan de dar con el grupo que sea capaz, y tenga la calidad suficiente, para recoger el cetro de Bono y The Edge. Es como una carrera de caballos, y en ella, al menos, compiten tres bandas de jóvenes con talento: Coldplay, Travis y tres amigos de Battle, un pequeño pueblo al sur de Inglaterra, que se hacen llamar Keane.

Más información
El rock sube la temperatura
El diario musical de Keane

Un soleado día de junio de 2002, el baterista de la banda escocesa Travis, Neil Primrose, vio pasar por su mente, "como en una exhibición de diapositivas, rostros de amigos del colegio y familiares que hacía tiempo no veía". Segundos antes, su cráneo había impactado con terrible violencia contra el fondo de la piscina de un hotel en Francia a la que se había lanzado de cabeza. Probablemente, las posibilidades en la carrera de la banda de Glasgow bajaron muchísimos enteros en una mesa de operaciones. Después de más de siete horas de intervención quirúrgica, Primrose terminó con un disco metálico de cinco centímetros insertado en la parte trasera de su cráneo. Él mismo declaró al rotativo The Sun: "Posiblemente ya no soy tan rápido tocando como lo era antes del accidente, pero este episodio nos hará más fuertes como grupo". Travis publicó en 2003 su cuarto disco de estudio, 12 memories (12 recuerdos). El accidente, que casi le cuesta la vida a Primrose, a punto estuvo de hacer reventar a una banda que lleva tres años sin presentar una nueva entrega que permita su regreso a la persecución de la corona del rock mundial.

El cantante y líder de Coldplay, Chris Martin, se dejó caer un día de octubre de 2005 por los estudios The Magic Shop, en el Soho de Nueva York. No iba a grabar con sus compañeros de grupo, sólo a ver a unos amigos y, en cierta medida, a perpetrar una sesión de espionaje industrial. La visita de Martin no era gratuita. Precisamente en los micrófonos de esas salas, Keane se encontraba grabando su segundo disco. Así lo cuenta, entre risas y con tintes de sorna, Tim Rice-Oxley, compositor, pianista y alma indiscutible del grupo. "Es cierto que se pasó por allí, pero es colega nuestro. Fíjate que hasta en uno de nuestros primeros conciertos, en un pub cutre de Londres, ellos tocaron antes que nosotros. Mi madre grabó todo con una cámara de vídeo. Les filmó primero a ellos y después registró nuestra actuación, pero no tenía cinta y lo grabó encima de la de ellos. Esto, visto con perspectiva, no me hubiera gustado que pasara".

Los presuntos nervios de Martin están justificados. Coldplay, con tres discos en su haber, infinidad de premios, millones de seguidores en el mundo y creadores de himnos tan mesiánicos o más que los de U2, se han convertido en los más firmes candidatos para arrimarse el ascua a su sardina. Pero Martin también sabe que Keane ha surgido con fuerza, como una opción más que clara y como creadores de canciones que se desarrollan, crecen y crecen en volutas concéntricas que despegan y viajan hasta lugares muy lejanos.

En 2004, casualmente el mismo día del cumpleaños de Bono, Keane presentó su primer trabajo, Hopes and fears (Esperanzas y miedos) en una enorme tienda de discos en la calle Oxford de Londres. A partir de ahí, los números les auparon hasta los primeros puestos en la lucha por la sucesión. Se embarcaron en una gira continua alrededor del mundo durante más de 18 meses. En 2004 hicieron cuatro giras por Inglaterra, y en octubre de 2005 ya se habían pateado cinco veces EE UU, incluyendo conciertos en los que telonearon a los mismísimos U2, como el del Madison Square Garden de Nueva York. "Festivales de todo el mundo; mucha, mucha carretera", afirma Rice-Oxley. El resultado, más de 5,5 millones de copias vendidas de ese primer disco. Hopes and fears se convirtió en el mejor álbum británico de 2005 al conseguir ese galardón en los Brit Awards -los Oscar de la música en el Reino Unido-, premio que en 2006 ha sido para X & Y, última entrega de Coldplay.

Martin buscaba alguna pista sobre uno de los trabajos más complicados a los que se puede enfrentar en estos tiempos una banda de rock. El de la reválida. El segundo disco, ése en el que Keane ha de demostrar que el primero no fue una mera cuestión de suerte, que no fue una mera alineación de los planetas por una vez. Un trabajo en el que hay que demostrar capacidad creativa y lograr construir un conjunto de buenas canciones que tengan al tiempo el marchamo del grupo, pero escalen un peldaño más allá de lo ya sabido. Martin ya había pasado por ahí y lo conocía. El primer trabajo de su banda, Parachutes (Paracaídas), fue un bombazo de tintes épicos; el segundo, A rush of blood to the head (Un torrente de sangre hacia la cabeza), resultó un parto tan complicado como al que ahora se enfrenta Keane. Todo salió bien.

Tim Rice-Oxley (compositor y pianista, de 30 años), Tom Chaplin (voz, de 27) y Richard Hughes (baterista, de 31), los tres componentes de Keane, llegaron agotados al final del camino andado hasta que volvieron a meterse en el estudio a grabar ese segundo trabajo tan complicado. "Después de una gira tan larga, de tanto trabajo, de convertirnos en una banda escuchada en todo el mundo, el sentimiento, el mayor miedo que teníamos, era acabar siendo infelices. Somos gente muy sensible, con mundo interior, y somos malísimos a la hora de comunicar estos pensamientos entre nosotros. Después de esa gira llegó un momento en el que estábamos enfermos de nosotros mismos y del mundo en el que estábamos metidos. Llegamos a tener la sensación de querer estar dormidos", explica Rice-Oxley. "Ha sido un proceso bastante tenso, hasta que Tim escribió las canciones. El hecho de que lo compusiéramos durante la gira lo complicó. Y después nos encerramos a probar las canciones. Por eso me da la impresión de que el disco nuevo es mucho más de los tres. Mucho más que Hopes and fears", explica Chaplin.

Entre Nueva York y otro estudio cercano al pueblito del que son originarios estos tres músicos se ha cocinado un disco con un título más que sugerente: Under the iron sea (Bajo el mar de hierro). Se trata de 12 canciones en las que sigue presente el inconfundible sonido de Keane, pero con más oscuridad, con un cierto sabor agridulce, con potencia y, todavía, con temas que logran pegarse como una lapa en el cerebro del oyente antes de la tercera vez que se escuchan. "Todas las letras del disco están construidas por gente que se hace preguntas. Personas que largan preguntas y que casi nunca son capaces de dar una respuesta alegre, ningún final feliz", afirma Rice-Oxley. "Creo que es una cosa instintiva, que este disco sea así. No creo que tenga que ver con el hecho de que la crítica nos haya tachado de suavecitos. El primer disco es melancólico, pero finalmente se convierte en un día soleado después de una tormenta. Este segundo sangra, definitivamente. Construir una buena canción es algo muy doloroso y complicado. Yo necesito, en cierta forma, estar bajo anímicamente para componer. Pero aunque deprimido, sabes que después, cuando esté terminada, será una experiencia muy intensa. Así comprendes que, si quieres tejer una pieza de música electrizante, si quieres encontrar buenas canciones, has de sacrificarte".

Una de las señas de identidad de Keane es ser un grupo de tres. Ni en sus discos, ni en sus directos suena una sola guitarra. Al principio, cuando empezaban a balbucear música a finales de los años noventa, eran cuatro: una banda al estilo clásico del pop de los Beatles, de los que, por cierto, tocaban versiones en garitos como Hope and Anchord, en Islington. En aquellos tiempos, un buen amigo de Tim, Dominic Scott, se ocupaba de tocar la guitarra. Pero se aburrió de maquetas que no iban a ninguna parte y de tener que compaginar el sueño de llegar a ser una banda de rock con trabajos esporádicos como tramitar multas de tráfico. "Yo, en los momentos peores, hasta me presenté en un ensayo clínico para ganar 80 libras", confiesa Rice-Oxley. Sin embargo, la deserción de Scott fue lo mejor que le pudo pasar a Keane. Con su marcha encontraron la piedra filosofal. "Decidimos que el piano, un piano eléctrico convencional, se convirtiera en el instrumento principal sobre el que se apoyara toda nuestra música. Lo curioso es que a un piano eléctrico le puedes enchufar lo mismo que a una guitarra eléctrica, pero parece que hasta ahora no se le había ocurrido a nadie", asegura Rice-Oxley. Durante sus viajes, durante las largas giras, el pianista compró innumerables pedales de efectos para guitarra que ha utilizado para la puesta en escena de Under the iron sea.

Los chicos de Keane tuvieron la oportunidad de telonear a U2 en varios concierto de la gira Vértigo. Son los privilegios que proporciona pertenecer a la misma compañía multinacional que los reyes, Universal. Cuando saltó la noticia, Rice-Oxley declaró a la revista New Musical Express que tendría la posibilidad de preguntarle a Bono la forma de "no cagarla con el segundo disco". "Sí, claro que se lo preguntamos; nos fuimos de copas con ellos unas cuantas veces durante la gira, y Bono nos dio unos cuantos consejos e incluso también sobre métodos de composición", recuerda Rice-Oxley. "Lo más importante que nos dijo fue que tuviéramos el sentimiento de que hacer un álbum es como un viaje que hay que realizar hasta el final. Que llegues a tener la sensación de que te has volcado en esa pieza de arte de 50 minutos o los que sean. Y fue un consejo que hemos seguido, por supuesto. No es tan importante que toques maravillosamente bien y que la producción sea increíble, sino que el álbum se transforme en algo mágico y atmosférico, que se note que se han capturado momentos irrepetibles en el estudio".

Under the iron sea es, un poco, como un viaje. "En las canciones creamos una especie de siniestro cuento de hadas sin final feliz, un sentimiento de confusión y aletargamiento que está representado por un oscuro lugar que se halla bajo un impenetrable mar de hierro". De esta forma define Keane esta excursión hacia el lado oscuro. "Hemos intentado enfrentarnos a todos nuestros peores miedos, analizarnos a nosotros mismos de forma implacable". La colección de canciones es arriesgada, nada complaciente, y pide a gritos al oyente que se implique, que corra a por el diccionario a descifrar poemas y mensajes escondidos. El comienzo de Under the iron sea no es fácil. El primer tema se titula Atlantic y es una canción de más de seis minutos. Un tema melancólico, de tiempo medio, en el que se dicen cosas como: "No quiero ser viejo y dormir solo. / Una casa vacía no es un hogar. / No quiero ser viejo y sentirme asustado". Son las palabras de un poeta recién casado, el mensaje de Rice-Oxley -el único de la banda que ha optado por el matrimonio- a su esposa.

'Atlantic' fue la carta de presentación de este trabajo que la crítica y los fans consumirán con la lupa en una mano y, más de uno, con el machete en la otra. Para ponerle imagen a esa banda sonora contrataron al autor del libro Trainspotting, Irvine Welsh, que compuso una videocreación en la que un ser mitad indigente, mitad mesías sale del mar y pasea por una playa encontrándose personajes a los que llevará hasta la guadaña de la muerte. El vídeo se pudo descargar en Internet hace apenas dos meses.

Pero Atlantic no es el primer sencillo de Under the iron sea. La canción elegida para tomar las emisoras de radio de medio mundo antes del lanzamiento del disco es Is it any wonder? (¿Hay alguna duda?), un adictivo tema del que medio mundo jurará que comienza con unas furiosas guitarras. "No hemos usado ni una sola guitarra en el disco, esto es lo que se puede hacer combinando los pedales de efectos vintage y un piano eléctrico", afirma Rice-Oxley.

Pero Is it any wonder? tiene un pequeño problema: suena demasiado a los reyes. Se parece demasiado a un tema de U2. Obviamente, a Keane no le gusta nada la comparación ni la pregunta, pero es obligatoria. "Es raro tener la oportunidad de contestar a una crítica antes de que ésta sea hecha por los especialistas; es una oportunidad, desde luego. Tomamos influencias de muchos sitios, y es cierto que Achtung baby [uno de los discos más creativos de U2] es un trabajo que nos influyó mucho. Pero por supuesto que no fue intencionado, bajo ningún concepto, que Is it any wonder? sonara como U2. Es irónico que se pueda pensar que hemos tratado de copiar a nadie con ese sonido particular de piano. Es irónico que sin tocar una sola guitarra se pueda decir que intentamos parecernos a Jimi Hendrix", afirma con cierto enfado Rice-Oxley. Tom Chaplin, más lacónico y pragmático, remata la cuestión con una frase: "Desde que el arte es arte, todo el mundo está copiando a todo el mundo todo el tiempo. No hay que asustarse".

Durante la composición del disco, Keane sólo pudo fijarse en sí mismo. Rice-Oxley sólo pudo analizar a sus dos amigos de la infancia, el sentimiento de cansancio que le supone ser una estrella del rock, las idas y venidas; sólo pudo inspirarse en Keane. El compositor lo explica: "Creo que debe de ser muy fácil escribir un disco sobre lo guay que es ser una rock star. Hay muchas cosas dentro de este álbum, pero fundamentalmente se trata de la relación que existe entre nosotros tres, algo que es muy importante porque tenemos y tendremos un largo camino juntos, y sabemos que en cualquier momento esta relación puede ponerse en peligro. Por otro lado, están otras cosas que le ha tocado ver y vivir a nuestra generación, a la gente joven. Por ejemplo, cómo se comporta internacionalmente nuestro país y cómo nos representa".

"Trata sobre la gente joven, sobre una generación que siente miedo y ansiedad. Pero es cierto que canciones como Hamburg song son un mensaje personal de Tim hacia mí sobre nuestra amistad de más de 20 años, en la que no nos podemos dormir", concluye Tom Chaplin.

Se hablan entre ellos, pero esas frases terminan haciéndose universales: "¿Me verás como soy finalmente? / ¿O todo será una pérdida de tiempo / intentando ser tu amigo?". "No quiero ser adorado. / No quiero ser el primero de la lista. / Me gustaría encender una pequeña luz, / encender una luz en tu vida, / lograr que te sientas amado". Versos de los chicos tristes. Pero hay algo curioso en este disco: las letras son pesimistas, melancólicas, pero la música es luminosa y brillante. "No fue algo premeditado, pero me gustaría mucho que la gente se diera cuenta del contraste. Me ha costado mucho componer estas canciones, ha sido un viaje duro", confiesa Rice-Oxley.

Richard Hughes resume con una anécdota el sentido de Under de iron sea: "Ayer, en Madrid, paseando por la calle de Serrano me encontré en el suelo conmigo mismo. Era la primera página de un periódico en el que había una foto enorme de nosotros. Y allí estaba yo, en el suelo, lleno de suciedad y pisoteado". Eso es Under the iron sea. Cuando Hughes dice "ayer" se refiere al 8 de mayo, el día anterior al primer concierto de la nueva gira en la que se han embarcado. El representante de la banda cuando salen de viaje explica que para este disco han escogido salas de mediano formato, en las que no caben más de mil personas. "Quieren ver cómo funciona el disco en directo, claro. Y en un estadio no es lo mismo. Mucha gente se quedará sin entrada, pero el grupo vendrá a España más veces durante el verano", asegura.

El lugar elegido fue un local de Madrid en la calle de la Princesa que habitualmente se utiliza como discoteca. La puntualidad británica se retrasó media hora, y un público treintañero saboreó los nuevos temas trufados con los éxitos ya consagrados. El bolo resultó un éxito. La voz de Chaplin inundó la sala con seguridad y en prácticamente todos los registros. Después de atacar uno de los nuevos temas, el cantante le dijo al público: "Es increíble que salgan todos esos sonidos de ahí, ¿verdad?", refiriéndose al omnipresente piano. Y realmente parecía increíble. ¿De dónde sale ese sonido de bajo, por ejemplo, y todos esos efectos? "Probablemente, en nuestros directos hay ahora menos cosas pregrabadas de las que utilizábamos enlatadas en el pasado", comenta Chaplin. "Es cierto que en diversas partes de Under the iron sea aparecen hasta 84 pistas sonando al mismo tiempo. Pero en directo contamos con la flexibilidad del piano, un piano real, aunque obviamente está preparado y ofrece unas posibilidades enormes. Te permite tener cientos de colores al mismo tiempo. Además, Tim toca varios teclados a la vez y yo también le ayudo en el escenario".

El autor de toda esa parafernalia confiesa: "La verdad es que casi la única parte que llevamos pregrabada es el bajo. Es lógico que yo no pueda tocar también el bajo, porque no tendría suficientes manos. Necesitaría tres pares extra de brazos; parecería un monstruo y dejaríamos de dar conciertos para dedicarnos al circo". "Una de las cosas mágicas de la música es esa capacidad que algunas canciones tienen para emocionar", añade Chaplin. "Nosotros lo hemos visto en nuestros shows; hasta los tipos con la pinta más bestia o de malotes pueden terminar con una experiencia emocional".

Falta saber por qué Keane se llaman Keane, esa palabra que en inglés se pronuncia muy parecido al vocablo rey. La respuesta es simple: se apropiaron del nombre de una señora que cuidaba a Tim y Tom de pequeños. "Se llamaba Cherry Keane", explica Chaplin. "Ella lo que realmente significa es que nos conocemos de toda la vida, que somos amigos, prácticamente hermanos. Era una amiga de mi madre, una anciana que nos cuidaba cuando éramos pequeños. De hecho, murió ya hace años. No sabemos mucho de ella, si estaba casada o no; el tema es que se dedicaba a cuidar niños".

"Como Michael Jackson", apostilla, con guasa británica, el baterista.

"Bueno, sí, como Michael Jackson, pero menos freak", concluye el cantante.

"Una noche estábamos en un pub en Dublín dándole vueltas a que necesitábamos un nombre; alguien dijo Cherry Keane, y fue como un disparo en la cabeza", añade Rice-Oxley. "Pero, bueno, aparte de esto, ese nombre significa y nos recuerda que somos tres chicos que crecimos en el mismo sitio… Y por cierto, nunca habrá una banda como U2". Sentencia del líder de los chicos tristes.

'Under the iron sea' sale a la venta el próximo día 12. Este verano, Keane actuarán en el MTV Day (15 de junio en Madrid) y en el festival Summercase (14 de julio en Madrid y 15 de julio en Barcelona).

UN GRUPO DE TRES.
De izquierda a derecha, los componentes de la banda: Tim Rice-Oxley, Tom Chaplin y Richard Hughes. Su último trabajo se titula "Under the iron sea".
UN GRUPO DE TRES. De izquierda a derecha, los componentes de la banda: Tim Rice-Oxley, Tom Chaplin y Richard Hughes. Su último trabajo se titula "Under the iron sea".JERÓNIMO ÁLVAREZ

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_