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Las interioridades de Pink Floyd

Diego A. Manrique

A pesar de lo que pudiera parecerle a un oyente casual, Pink Floyd tiene una historia turbulenta, suficiente para llenar cualquier culebrón truculento: la desaparición del genio fundador (Syd Barrett) por exceso de drogas psicodélicas, el despido del teclista Rick Wright, el interminable conflicto entre el guitarrista David Gilmour y el principal compositor, Roger Waters. Fuera de esas turbulencias, siempre se ha quedado en la sombra el baterista Nick Mason, que sólo destacaba por su pasión por los coches de competición. Mason se guardaba un as en la manga: acaba de publicar Inside out, un lujoso libro que subtitula Una historia personal de Pink Floyd. Despejando la niebla de los mitos y la cortina humeante de enconadas querellas judiciales, Mason se revela como un lacónico cronista de la verdadera trayectoria de una agrupación que se sobrepasó en rencillas internas y que terminaba ante los tribunales por cuestiones bizantinas: se llegó a pleitear por el sexo de un inmenso cerdo de plástico que volaba por encima del escenario y que Roger Waters, ya fuera del grupo, consideraba propiedad intelectual suya.-

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