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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Conmoción en Holanda

Un insospechado lado oscuro de la políticamente apacible Holanda emergió hace poco más de dos años, cuando el dirigente populista Pym Fortuyn fue asesinado a tiros en plena campaña electoral. La conmoción que sacudió a un país instalado en décadas de consenso y política de susurros se trasladó a los resultados de los comicios legislativos, con el desplome socialdemócrata y la efímera irrupción como segundo partido más votado de los Países Bajos de la formación de Fortuyn, que convirtió en bandera la lucha contra la inmigración. Un recordatorio de aquel suceso, que marcó un antes y un después, ha venido a repetirse con el asesinato en Amsterdam del polémico cineasta y articulista Teo van Gogh, distante pariente del genial pintor decimonónico.

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El suceso ha colocado de nuevo a los holandeses ante el espejo de una violencia a la que se consideraban más o menos ajenos. Van Gogh -que precisamente trabajaba en un filme sobre Fortuyn, también crítico con el islam- era conocido sobre todo por una reciente película sobre el sometimiento femenino en los países musulmanes, a raíz de la cual había recibido amenazas. El filme muestra la peripecia de una mujer forzada a un matrimonio de conveniencia, maltratada por su marido y violada por un tío. Sumisión irritó en su pase televisado a una parte de la nutrida comunidad musulmana en Holanda, más del 5% de la población, que la consideró insultante. En tanto la investigación acota los perfiles precisos del crimen, por el que hay un arrestado de origen marroquí, la atónita Holanda juzga el hecho como un ataque contra la libertad de expresión, tan cara al pequeño país centroeuropeo que actualmente preside la UE.

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El asesinato de Van Gogh, en cualquier caso, está destinado a disparar la temperatura política de una nación donde inmigración, integración e islam se han convertido en temas candentes tras la definitiva pérdida de la inocencia que supuso la muerte violenta de Fortuyn, en mayo de 2002. Y donde la política de asimilación de los inmigrantes patrocinada por el Gobierno de centro-derecha coexiste, según encuesta reciente, con el temor ciudadano a la militancia islamista y al aumento del número de musulmanes en el país.

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