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Problemas de sonido marcan el concierto de Red Hot Chili Peppers en el Xacobeo

Xosé Hermida

"¡Dale volumen!", se desesperaba la gente en las últimas filas sin que nadie pudiese atender a su llamada. Buena parte de las 30.000 personas que asistieron el domingo en Santiago de Compostela al concierto de Red Hot Chili Peppers se marchó a casa con un sentimiento agridulce por haber asistido a un gran espectáculo musical emborronado por serios problemas de sonido que afectaron a varias zonas del auditorio del Monte do Gozo. Los músicos no se llegaron a percatar, porque el clamor provenía de las filas más lejanas al escenario, pero por momentos se escucharon abucheos y protestas.

Con ese concierto arrancaba la programación de pop del Xacobeo 2004 en un escenario por el que han desfilado en los últimos años estrellas como Rolling Stones, Bruce Springsteen o Prince sin que nunca se hubiese advertido ningún problema semejante. Red Hot Chili Peppers venían, además, empujados por el éxito obtenido en Londres en tres conciertos de dimensiones mastodónticas, con 100.000 personas viéndoles. Y, sin embargo, fue como si su potencia de sonido resultase insuficiente. Fuera de la zona central frente al escenario y de los dos laterales más próximos, los acordes se diluían entre el viento, que casi siempre sopla sobre el anfiteatro del auditorio, y la intensidad del sonido sufría bruscas oscilaciones. Las dos pantallas que flanqueaban el escenario para ofrecer primeros planos de los músicos también tardaron media hora en funcionar.

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En esas condiciones, los Red Hot sólo lograron entusiasmar a los fans más acérrimos que habían llegado con horas de antelación para coger sitio en las primeras filas. El resto se quedó casi indiferente, reducido a intuir la calidad del espectáculo y a disfrutar de los alardes de buen rollo de los cuatro integrantes de la banda californiana: las cabriolas del cantante Anthony Kiedis, las bromas con una trompeta del bajista Flea y las parrafadas de los cuatro, que incluyeron constantes ofrendas neohippies a los altares del amor y un "sorry about Bush". El grupo administró descargas de energía y sosiegos, con algunos momentos acústicos, mientras iba repasando uno a uno los éxitos de sus 20 años de trayectoria.

Hubo curiosidades, como la versión del I feel love, de Donna Summer, en la que los californianos se las apañaron para recrear con su austero bagaje - bajo, guitarra y batería- el fondo de sintetizador de la canción original. Las pantallas que ocupaban el fondo del escenario colaboraron con imágenes sugerentes, que alcanzaron su mejor momento cuando unas viñetas de cómic ilustraron la corrosiva letra de Californication.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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