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Gonzalo Rojas lamenta el chiste obsceno y liviano de la poesía actual

El Premio Cervantes recita en Valencia sus composiciones basadas en la musicalidad

Ferran Bono

El poeta chileno Gonzalo Rojas (Lebu, 1917), Premio Cervantes 2003, lamentó ayer que muchos poetas actuales se han "apartado de las conexión sociopolítica" con la realidad, y han hecho "prevalecer un humor demasiado liviano", basado en "el chiste obsceno, que está en boga; algo muy aburrido". Rojas recitó algunas de sus rítmicas y sensuales composiciones en el Aula de Poesía de la Facultad de Filologia de la Universitat de València.

Fue un "poco trampa", hijo de los editores, el 'boom' de la literatura latinoamericana

"Como decía el maestro Verlaine: 'atrás chiste obsceno"', apuntó Rojas en una conversación con los informadores que pareció muy breve por el interés que despertaban sus opiniones y recuerdos de Neruda, Vallejo, Baudelaire, Rimbaud o Paz y de cualquier cuestión que se le planteara. No es lo mismo ese humor obsceno que el humor religioso de Kafka, o el humor negro de Quevedo. "Esto es humor", concluye.

A sus 86 años, el poeta chileno mantiene intacto su sentido del humor y su gusto por el sonido de las palabras. A veces se detiene para silabear una expresión. Es un "poeta de la oreja", según su propia definición. Al recordársela sonríe y asiente al tiempo que matiza: "La musicalidad que no sea aparatosa, ni estridente, lo sonoro por lo sonoro, no. El ritmo es casi respiratorio, diástole-sístole, que más que un sonido sea un zumbido. Las cláusulas silábicas funcionan y cuando las formularon los romanos hacían bien".

El ritmo no sólo funciona en la poesía, también en la narrativa, agrega Rojas y pone de ejemplo la obra principal de Juan Rulfo. "Cuando leo Pedro Páramo, la oigo. Tengo ecos de Pedro Páramo", explica.

Los poetas actuales, sin embargo, "han perdido, demorado, postergado" la musicalidad, porque confían más en la oralidad, como si ésta ya contuviese todos los matices expresivos, pero también hay que construirla. Ahora bien, no deja de sorprender la capacidad casi innata de recreación del lenguaje oral que tiene algunas personas, como un amigo suyo "que habla como poeta".

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Dice que la poesía por la poesía "tuvo su eficacia" y señala a autores como Mallermé, pero insiste en que las "circunstancias" de la vida, de la sociedad, no pueden ser obviadas.

Galardonado con los premios Reina Sofía en 1992 y el Octavio Paz de 1998, Rojas no ve un panorama muy halagüeño en la actual lírica latinoamericana, si bien destaca algunos nombres como Augusto Cadenas, Juan Calzadilla. Sobre el llamado boom de la literatura latinoamericana de los años 60, el poeta adopta una actitud un tanto crítica. Asegura que fue "un poco trampa" y que fue un concepto "no hijo del ocio", sino que "era más bien, hijo del negocio de los editores".

También sonríe cuando reconoce que la mujer es el "epicentro" de su poesía, "del mundo, de todo". No sólo por su "fisiología fermosa, sino también porque son fenomenales, son las mejores".

Defensor de la escritura pausada ("la prisa es inútil", dijo en la entrega del Premio Cervantes), Rojas rememora en varias ocasiones a Neruda y destaca la excelencia sobre todo de su primera obra, quizá porque escribió demasiado "apresuradamente, porque 115 libros son muchos libros".

Tras las diversas presentaciones e intervenciones, el poeta hizo disfrutar con sus poemas a un auditorio compuesto por más de 200 personas. Una mujer del público incluso leyó una composición que el propio Rojas le acababa de inspirar durante su recital.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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