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Reportaje:

La pirámide de Keops se niega a revelar su enigma

El robot que debía descubrir qué ocultaba la portezuela de la Cámara de la Reina se topa con otra pared

La Gran Pirámide de Keops guarda celosamente sus secretos. La respuesta a la pregunta de qué se esconde tras la misteriosa puerta en las entrañas del gran monumento faraónico es digna del mejor relato de suspense: otra puerta. De momento, no está previsto abrirla.

La publicitada apertura en directo televisivo y mediante alta tecnología, la madrugada de ayer, de una especie de portezuela en un estrecho canal cuadrado que arranca de una pared de la denominada Cámara de la Reina de la pirámide del faraón Keops, en Giza, junto a El Cairo, acabó en algo parecido a las tablas. No apareció ninguna cámara secreta repleta de maravillas, como confiaban los más románticos, es cierto, pero al menos no se desvaneció el sueño de algún futuro hallazgo. Lo cual sin duda es estupendo para el espectáculo mediático montado en torno a la exploración. Un espectáculo que sin duda continuará.

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El Pyramid Rover, el robot metido en los claustrofóbicos intestinos del vientre de piedra para investigarlos, superó el primer obstáculo en el conducto, perforando la puerta que lo bloqueaba (una piedra con dos asas de cobre) e introduciendo una cámara, sólo para revelar la existencia de un segundo bloque de piedra un poco más allá. 'Quizá algo perteneciente a Keops se esconde ahí detrás. Quizá no hay nada', meditó el egiptólogo Zahi Hawass, uno de los impulsores de la empresa. Así que estamos como al principio.

El montaje en la Gran Pirámide ha querido emular el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922. Pero esta vez la mirada (cibernética) del hombre no se ha posado sobre aquellas 'cosas maravillosas' que oteó Howard Carter al introducir su candil. Y la fascinación de la empresa queda limitada, de momento, al propio despliegue tecnológico y a la metáfora de su discurrir mecanizado por los capilares de la antigüedad.

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