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"Nadie tiene derecho a juzgarme", dice Amparo Muñoz

La actriz vuelve al cine después de siete años de leyenda y marginación

Andrés Fernández Rubio

Desde hace 15 años, el nombre de Amparo Muñoz, Miss Universo 1975, se relaciona con una doble leyenda: la de su increíble belleza y la de los escándalos relacionados con las drogas. En estos momentos, ella lamenta ser carnaza del programa de María Teresa Campos, y que a su costa se difundan en la sobremesa baratas historias edificantes sobre "la mujer que lo tenía todo y no tiene ya nada". Amparo Muñoz ha vuelto al cine, después de siete años, con una película de serie B protagonizada por Paul Naschy. "Nadie tiene derecho a juzgarme" dice la actriz.

En un chalé de Somosaguas, en Madrid, se rueda Licántropo, la enésima versión sobre el mito del hombre lobo encarnada por Paul Naschy, el único español famoso en las trastiendas de los videoclubes de medio mundo. La película se graba directamente en inglés. La escena presenta a un hombre caminando por el parque con Amparo Muñoz, una doctora, a la que enseña un garfio terrorífico, seguramente el arma homicida. Desde fuera de campo, un apuntador les recuerda las frases a voz en grito. Ellos hacen lo que pueden en ese idioma. Finalmente, lo que importa es que muevan bien los labios, a fin de facilitar el doblaje posterior.Amparo Muñoz parece contenta, aunque no esté trabajando en una película con Vicente Aranda, o con Jaime Chávarri, o con Carlos Saura, directores con los que actuó durante una época en la que también fue novia del productor Elías Querejeta. "La etapa más feliz de mi carrera", recuerda, "donde empecé otro tipo de cine" (Clara es el precio, Dedicatoria, Mamá cumple cien años).

Paul Naschy la ha rescatado. "La vi en el programa¿ Qué pasó con ... ? y me pareció perfecta' para el personaje de Mina", comenta el actor. "Y a pesar de que llevaba casi ocho años desaparecida siempre he creído en ella y me dije: 'hay que volver a resucitarla".

La actriz mantiene en lo esencial el aura de su belleza extraordinaria, marcada desde algunos ángulos por un poso inquietante. "La toqué, se dejó de tocar y me parece un tema pasadísimo", afirma sobre su relación con la droga. "Hace muchos años que ocurrió y fue de una manera muy fortuita por mi parte. He hecho 40 películas y no sé por qué no se habla de ellas, sino que todo se centra en ese otro aspecto".

Amparo Muñoz acepta referirse a su pasada adicción únicamente "por si le sirve a alguien". "Se puede dejar, todo se puede dejar a fuerza de tener ganas e ir por el buen camino", afirma. "Si alguien necesita mi ayuda que cuente conmigo, pero no me entra en la cabeza el que siempre se haga hincapié en la mierda y no en las cosas bonitas. Es como si no existiera mi vida, ni esas 40 películas. Nadie tiene derecho a juzgarme, me sigo sintiendo juzgada y me parece una falta de respeto total".Malas compañíasEn 1981, su ex novio, el chileno Flavio Labarca, ingresó en Carabanchel tras su detención con 150 gramos de cocaína. En 1985, fue denunciada en Filipinas por una compañera de rodaje que la acusó de haberla abofeteado y tirado del pelo. En 1987, fue detenida en una redada en Barcelona mientras compraba heroína en el casco antiguo. La pequeña leyenda de mala vida de la actriz alcanzó su apogeo en 1990, cuando los rumores llenaron páginas en tomo a una supuesta enfermedad.

Las historias ejemplarizantes achacaron entonces su declive a las malas compañías. "No tengo ninguna pareja y eso creo que me da la estabilidad", comenta Amparo Muñoz. "Porque la pareja lo que me ha creado casi siempre ha sido desequilibrio, desconcierto e inquietud. Tengo amigos y lo que necesito tener. Me miro hacia adentro. He hecho meditación, he tratado de aprender más de mí y ahora me acepto como soy, me gusto y me quiero, mientras que antes, tal como actuaba en la vida, parece que no me quería nada. Sigo buscando. No creo que haya llegado al tope. No está mal para ser el comienzo".

Las maquilladoras de la película continuamente están pendientes de ella, le dan retoques, la peinan, se muestran satisfechas de poder aplicar su trabajo con alguien así. "A mí todos me dicen que estoy más guapa que antes", señala Amparo Muñoz. "No sé si es sólo para que me sienta a gusto. Lo de los años lo llevo muy bien. No querría volver a los 25. Tengo 41 y los he vivido intensamente. No los aparento, y aunque así fuera tampoco me importaría".

Después de Licántropo, la actriz viaja a Canarias para intervenir en la película del debutante Elio Quiroga Fotos, con Miky Molina y Diana Peñalver, y participará en el primer largometraje de Miguel Bardem, Goya al mejor cortometraje. Tiene proyectos hasta el verano. "Después de 15 años en el cine estaba un poco apática, aburrida de hacer un poco lo mismo. Ahora vuelvo con más ganas, después de comprobar que esto es lo que más me gusta. Antes era como una casualidad en mi vida pero ahora el cine es una elección. Me siento más segura que nunca".

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