_
_
_
_
_

Shayne Skov: de Jalisco a la NFL

El jugador de los 49ers de San Francisco es el único con nacionalidad mexicana en la Liga estadounidense

Skov, durante un encuentro con los 49ers de San Francisco.
Skov, durante un encuentro con los 49ers de San Francisco.Otto Greule Jr (Getty Images)

La historia de Shayne Skov es una de las más coloridas de entre los 2.016 jugadores profesionales que forman actualmente la National Football League (NFL) de Estados Unidos. En la universidad de Stanford (California), el ahora jugador de los 49ers de San Francisco se ganó la fama por ser uno de los defensas más explosivos del fútbol americano universitario. Pero detrás de su peinado a lo mohicano y abundante pintura facial se encuentra una historia humana y el orgullo de todo un país.

La nación en cuestión no es Estados Unidos, sino los Estados Unidos Mexicanos. Skov es el primer jugador de Guadalajara en la liga profesional de fútbol americano desde 1955, cuando Alex Esquivel fue reclutado desde Mexico City College, ahora conocida como Universidad de las Américas.

Nacido el 9 de julio en San Francisco, el jugador de 25 años de edad no adoptó oficialmente la nacionalidad mexicana hasta 2014. Tampoco tiene parentesco alguno de la nación norteamericana, pero él lo tiene claro: “Mi corazón es cien por cien mexicano y Guadalajara, mi ciudad”.

Producto de un matrimonio de padre blanco y madre afroamericana, Shayne, su hermano Patrick y sus progenitores su mudaron a México en 1999. Por aquel entonces, el actual defensa de los 49ers tenía nueve años y no había jugado nunca al deporte que ahora practica profesionalmente: “Tenía la constitución de un fideo y odiaba el contacto”.

Sus padres tomaron la decisión de mudarse a México por cuestiones de salud. Terri Skov, la madre de los chicos, sufría de esclerosis múltiple y una condición muy degenerativa. El clima cálido de Jalisco y, sobre todo, el cuidado médico asequible, era algo que los Skov buscaban con desespero.

“Mirando atrás, me alegra que nos mudásemos a un barrio cualquiera de Guadalajara y no una comunidad de expatriados. De no haber sido el caso, mi vida sería radicalmente diferente”, recuerda Shayne. “En México formas una amistad y la familia del amigo se convierte en la tuya. Es un reflejo de lo cariñosa que es la gente y eso es algo que me transmitieron a mí”.

Peter Skov, padre de los chicos que ahora tiene una cadena de comida rápida en Guadalajara, también veía un plus cultural en la mudanza: “En México mis hijos podían ser norteamericanos, a secas. En San Francisco se prestaba demasiada atención al hecho de ser multirracial”.

En 2000, tras un año de adaptarse a su nuevo entorno, los hermanos Skov buscaron un deporte que practicar después del horario colegial. El balompié, deporte rey de México, parecía la opción lógica, pero la presión paternal y unos carteles publicitarios para Organización Carneros (el equipo local de fútbol americano) les hizo presentarse a las pruebas y decantarse por siempre al deporte de su país de origen.

“Mi juventud en México no sólo me dio un plus emotivo, también deportivo. Curiosamente, aprender a jugar al fútbol americano en México es gran parte de la razón por la que estoy en la NFL”, dice Shayne.

La infraestructura deportiva de los Carneros, más allá de las protecciones y elementos básicos, no se extienden a mucho más que un simple terreno de tierra. Condiciones mucho más modestas que que con las que cuentan los clubes en Estados Unidos. Pero la filosofía y forma de entrenar es lo que les mantiene aparte.

“Curiosamente, la cultura macho en el deporte mexicano hace que se juegue al fútbol americano de otra manera. En Estados Unidos, por ejemplo, por motivos de durabilidad y bienestar sólo se entrenan los placajes una o dos veces por semana. En México, en cambio, se hacen todos los días. Creo que esto le dio un plus defensivo a Shayne que nunca habría tenido de quedarnos en San Francisco”, recuerda su padre.

Poco a poco, Shayne y su hermano Patrick se convirtieron en las grandes estrellas de los Carneros, ganando varios títulos nacionales e incluso llamando la atención de la prestigiosa universidad de Stanford, que terminó ofreciéndole a ambos una beca deportiva.

Mientras tanto, Terri vivió los últimos años de su vida en México, falleciendo en noviembre de 2013. “Vivió sus últimos años ciega y condenada a una cama. Lo único que le hacía ilusión era escuchar por la radio los partidos de sus hijos”, dice Peter.

“Perder a tu madre es lo más duro que hay, pero no puedes derrumbarte. Por el bien de todos, tienes que tirar hacia adelante”, comparte Patrick.

Ahora, Shayne ha hecho historia entrando en la plantilla de 53 jugadores de los 49ers, convirtiéndose en el único jugador en activo con nacionalidad mexicana en la NFL. Una responsabilidad que el jugador lleva con orgullo: “Gracias por todo el apoyo incondicional que recibido desde México. Esto sólo es el comienzo”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_