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Nadal, contra Ferrer y el reloj

Tras su épica victoria ante Djokovic, el mallorquín llega al encuentro del alicantino con seis horas más de juego Busca ser el primero en ganar un grande nueve cursos seguidos

J. J. MATEO
Rafael Nadal celebra su victoria ante Djokovic en París.
Rafael Nadal celebra su victoria ante Djokovic en París.CAROLINE BLUMBERG (EFE)

Esta vez, Rafael Nadal no necesita pensar en pistolas. El heptacampeón llega al partido decisivo tras una semifinal durísima contra Novak Djokovic (4h 37m) y habiendo acumulado 6h 05m más de juego que David Ferrer, su contrario (16h 58m contra 10h 53m). Eso le obliga a desafiar al rival, al reloj y a la historia, igual que en el Abierto de Australia 2009. Entonces, el mallorquín derrotó a Fernando Verdasco en 5h 14m y bajo el húmedo y sofocante calor de la noche australiana. Le esperaba Roger Federer. Apenas pudo entrenarse antes del duelo. Pensó que quizás no podría competir a su nivel, hasta que Toni Nadal intervino: “Debes convencerte de que eres capaz. Es una cuestión de mentalidad. ¿Qué harías si ahora mismo entrase alguien aquí, te apuntara con una pistola y te dijese que, si dejas de correr, te disparará? ¿Verdad que correrías?”. Ganó el título. De la tensión de Melbourne, al alivio de París.

“Estoy un poco cansado, pero nada dramático”, explica el ganador de 11 grandes, que ayer se entrenó y luego se puso en manos de Rafael Maymò, su fisioterapeuta y amigo. “Tras un partido como el de Djokovic siempre tienes un poco de miedo sobre cómo te sentirás [al día siguiente] o sobre si habrá un nuevo problema. Parece que no es el caso. Las sensaciones son buenas. Intentaré estar listo”, añade el mallorquín, tras Ferrer (46 partidos) el tenista que más encuentros ha disputado en 2013 (44), y eso pese a que no compitió hasta febrero por una lesión en la rodilla izquierda que sigue marcando su calendario. Nadal juega en París, pero también piensa en Londres. Ayer anunció que no disputará la semana que viene el torneo alemán de Halle, sobre hierba, con lo que por primera vez en su carrera llegaría a Wimbledon, la catedral del césped, sin un torneo sobre la superficie. “No ha hecho más que aplicar el sentido común tras tantos partidos”, dijeron fuentes que conocen de primera mano el estado de sus articulaciones, que Nadal dijo tener en perfecto orden de revista para un partido como el que le espera hoy en París, de altísimo ritmo.

A ver si estoy capacitado para jugar en posiciones positivas, cercanas a la línea de fondo, sin perder la iniciativa" Rafa Nadal

“Estamos hablando de jugadores con un nivel parecido, y por eso todo se decide en pocos detalles”, dice el mallorquín. “Yo soy zurdo. Tengo una bola que si la juego desde dentro de la pista es incómoda para todo el mundo, no solo para David”, añade. “Si consigo jugar agresivo, dentro de la pista, normalmente en la historia ha sido una bola incómoda para todos, espero que para David también sea así”, advierte sobre un cruce que domina 19-4. “A ver si estoy capacitado para jugar en posiciones positivas, cercanas a la línea de fondo, sin perder la iniciativa, porque si no él te va ganando pista, te vas yendo para atrás”. ¿Con qué le atacará a él Ferrer, que llega al duelo sin haber cedido un set? “Es un tenista que te lleva al límite. Es un jugador que te mete en un gran problema si no estás perfecto”.

Hoy, en París, y si la lluvia prevista lo permite, Nadal compite contra Ferrer en su templo. Al contrario que en aquella noche de Melbourne, el desgaste no ha sido sobre el corrosivo cemento, sino sobre la amable tierra. El mallorquín, además, cuenta ahora con la experiencia de haber superado aquella dificultad y con tres objetivos que le servirán de espuela: ganar su octavo Roland Garros, convertirse en el primer tenista que ha ganado ocho veces el mismo grande y ser el único que ha celebrado títulos del Grand Slam durante nueve cursos seguidos (2005-2013). Casi nada.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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