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El hombre que fue jueves
Columna
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Cuando se agota el ánimo

Collado y Van Hoestenberghe dejan su fundación al no poder vivir de la escena

Marcos Ordóñez

Ernesto Collado es un narrador nato. Imaginativo, brillante, original. Con Barbara, su compañera, crearon hace diez años la Fundación Collado-Van Hoestenberghe, y bajo el lema Asociación con ánimo nos regalaron un puñado de espectáculos estupendos. Pero, pésima noticia, que Collado me cuenta entre risas, “se acabó el ánimo”.

Lo dejan. Dejan la escena cuando andaban con varios proyectos entre manos. “Si sabes lo que hay, el que será nuestro último espectáculo, funcionó muy bien en los festivales de Tàrrega y Grec, las críticas fueron estupendas, pero no salió ni un bolo en toda España. Hemos trabajado en Francia, Bélgica, Alemania. Y en Sudamérica: Argentina, Chile, Uruguay, cuatro veces en México. Aun así, aquí no podíamos vivir de nuestro trabajo. Te cansas de ir a taquilla, de pagarte los viajes, de que no haya espacios, de que sigan llamándote emergente a los cuarenta años. Sé muy bien que no somos los únicos ni mucho menos. Pero no quiero quejarme. Nada detesto más que la queja. Quizás también fallamos los artistas. Quizás falte más autoexigencia. No siempre buscamos lo sublime, que ha de ser, creo yo, el gran norte creativo”.

Collado y Van Hoestenberghe son considerablemente atípicos. Entre sus proyectos había uno, Qué hacer para estar, que seguía la pauta de Los autonautas de la cosmopista, de Cortázar y Carol Dunlop, y ya estaba apalabrado con el Arts de Santa Mònica (Barcelona) para este verano. Imagino el rostro de su responsable cuando Collado le dijo que lo dejaban, que habían perdido el impulso y que sería “un espectáculo más”, que era mejor destinar el dinero a gente con verdadera pasión.

Le pregunto: “¿Es definitivo? ¿Qué te haría cambiar de opinión?”. Ríe de nuevo, porque la risa no le abandona. “Tendría que recuperar la ilusión. La energía. Nuestro teatro ha sido una forma de resistencia contra la apatía y el aburrimiento. Y nos hemos cansado, justamente, de esa forma. No creo que yo abandone lo narrativo, pero será de otra manera: escritura o cine, por ejemplo. En México apareció un productor posible para Demoledor, la película que preparábamos con Piero Steiner e Ivo Vinuesa a partir del espectáculo Constructivo. De momento, eso está también aparcado, pero no olvidado”.

Collado siempre se ha movido por pasiones. Ha hecho mil cosas. Estudió Veterinaria en Michigan; en Londres fue mozo de cuadra del príncipe Carlos en los torneos de polo; ha dirigido con Alfonso Vilallonga; ha actuado en cine y televisión. Barbara fue fundadora y cantante del grupo punk Maskesmachine y periodista, y sigue al frente de Tirabuixó, trabajando movimiento y música para las escuelas infantiles.

“El último año entró en nuestra vida con gran fuerza el mundo de los perfumes. Quizás sea hereditario, porque mi abuelo era perfumista. Estamos buscando fragancias cien por cien naturales. ¡No sabes lo que disfruto andando por el monte, en Pontós, a la caza de hierbas aromáticas! El otro día…”. Y comienza a contarme una historia que sería un relato estupendo, o el arranque de una gran película. Quizás lo sea.

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