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Todos quieren su tumba en el cementerio burgalés de ‘El bueno, el feo y el malo’

La asociación que resucita el camposanto de Sad Hill, en Silos, recibe una avalancha de peticiones para inscribir nombres de particulares en las lápidas de la película

Varias personas en una pausa en el cementerio burgalés.Vídeo: Guillermo Fernández de Oliveira
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Why people are dying for a place in this cinematic Spanish graveyard

Sad Hill, aquella colina triste con su falda sembrada de tumbas polvorientas donde se desarrolla el largo duelo a tres del final de El bueno, el feo y el malo, va camino de convertirse en Bien de Interés Cultural. Lo será estrictamente por sus valores cinematográficos, a diferencia del Desierto de Tabernas (Almería), el paradigma español de los escenarios de western, que está protegido bajo un concepto más amplio, como Paisaje de Interés Cultural de Andalucía, Paraje Natural o Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

La Asociación Sad Hill, el grupo de enamorados y vecinos que emprendió desde 2015 la resurrección de aquel falso camposanto militar que había sido borrado del paisaje burgalés después de 49 años de abandono, asegura que ha conseguido más que buenas palabras del director general de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León, Enrique Saiz. En unos días, tendrá lugar la reunión con los técnicos tras la que el propio gobierno autonómico, según el colectivo, incoará el expediente para la declaración de BIC. Sería el primero aprobado como puro patrimonio cinematográfico y con la mitad de tiempo, solo medio siglo, del que se aplica a inmuebles y conjuntos históricos en la comunidad como requisito para iniciar los trámites. Se hace la salvedad "porque el cine es un arte todavía nuevo", comenta Montse Moneo, responsable de estas gestiones en la Asociación Sad Hill.

En el sofocante verano de 1966, Sergio Leone trasladó el rodaje de la tercera entrega de su Trilogía del dólar a la sierra de la Demanda y el valle del Arlanza. En la película aparecen cuatro escenarios clave separados por 30 kilómetros: el monasterio de San Pedro de Arlanza, reconvertido en hospital de la Misión San Antonio; el afluente del Pisuerga a su paso por Hortigüela, transformado en Río Grande, lugar de la batalla entre confederados y unionistas; las inmediaciones del pueblo de Carazo, como fuerte y campo de concentración de Betterville; y el funerario paraje de Santo Domingo de Silos, adonde se sigue llegando por el camino de tierra que lleva a Contreras.

Este último lugar es Sad Hill Cemetery. Hoy recuperado por el esfuerzo de un grupo de particulares. Para el rodaje se habían montado entre 4.000 y 5.000 tumbas. Desde 2016, la asociación ha reconstruido 1.500 gracias a una campaña de mecenazgo. Por 15 euros, quien quiera puede tener su nombre escrito en una lápida. Las solicitudes vienen de todo el planeta, en especial de Francia, Italia y Estados Unidos, pero también de Rusia o Belice. "Ha habido incluso algún fan de EE UU que nos ha preguntado si podemos depositar aquí sus cenizas cuando se muera", cuenta David Alba, portavoz del colectivo. "Si hace falta bendición de la Iglesia, podemos hablar con Domingo Contreras, un cura de la zona que de chico aparecía en la peli", bromea.

El cementerio de Burgos en julio de 1966.
El cementerio de Burgos en julio de 1966.

La necrópolis de película no para de crecer. "Hace 10 días colocamos las últimas 100 tumbas y ya tenemos otras 40 en lista de espera, todas solicitadas en junio", asegura Alba. Para trasladar el material al lugar y organizar unas jornadas de trabajo esperan siempre a llegar al centenar. Creen que el aluvión de estos últimos días tiene algo que ver con el anuncio de la película que estrenará en otoño el director vigués Guillermo de Oliveira. Sad Hill Unearthed (Sad Hill Desenterrado) nació como un modesto documental de las labores de rehabilitación del falso camposanto perdido y se ha convertido en un largometraje en el que Oliveira ha logrado la participación del único protagonista vivo, Clint Eastwood; del autor de la banda sonora, Ennio Morricone; y de miembros del equipo de rodaje. También de fanáticos del filme, como Álex de la Iglesia o James Hetfield, vocalista de Metallica, que cuenta por qué empiezan todos sus conciertos con la sintonía de la escena final. La etapa de posproducción se está llevando a cabo contra reloj, y buscando apoyos a través del crowfunding, para aspirar a los grandes festivales este año.

Cuando empezaron a recuperar el cementerio, en 2016, los voluntarios creían que allí no quedaba nada, pero lo que se encontraron fue algo parecido a un yacimiento arqueológico. Efectivamente, el paso del tiempo y el expolio hicieron su trabajo: había gente que se había llevado piedras para levantar muros, vecinos que reconocían que habían cogido cruces para "reforzar el tejado". Pero bajo un estrato de apenas 15 centímetros de sedimento aguardaba bajo tierra la gran plaza empedrada central, un círculo de unos 40 metros de diámetro en torno al que Sergio Leone había concebido la organización de las tumbas (hasta los 300 metros de diámetro). Además, una sucesión de montículos alineados señalaban la ubicación de las sepulturas. El relieve de los supuestos enterramientos se había hecho con cajones cubiertos de tierra, y estos cajones seguían ahí criando, si no malvas, sí mucha vegetación baja y arbustos que ahora ha habido que podar. Hay visitantes todos los fines de semana. El cementerio de Sad Hill, reconvertido en fetiche del séptimo arte, está más vivo que nunca.

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