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Entrevista | Gal Gadot

“La gente acabará admirando a los personajes femeninos fuertes”

'Wonder Woman', la primera película protagonizada por una superheroína en la última década, se estrena en España el 23 de junio tras su éxito en EE UU

Gal Gadot, en un fotograma de 'Wonder Woman'.
Gal Gadot, en un fotograma de 'Wonder Woman'.

La estrella de la última película de superhéroes es una mujer que habla inglés con acento mediterráneo y que nunca se interesó por los cómics. Gal Gadot nació años después de que Lynda Carter rompiera los esquemas en la televisión de los setenta como protagonista de Wonder Woman. La actriz israelí recoge ahora los brazaletes y el lazo de la diosa Diana, hija de la reina de las amazonas Hippolyta, con el ímpetu para hacer tambalear los cimientos de Hollywood.

La entrevista con Gadot (Rosh Ha'ayin, 1985) se hizo de pie el pasado jueves, víspera del estreno del filme en los cines de Estados Unidos (a España llegará el 23 de junio). Le dolía la espalda y pidió charlar en esta posición. Aunque mide casi 1,80 metros de altura, es esbelta y de facciones finas, nada que ver con los rostros angulados que dominan las películas de acción. La modelo, fanática de las motos de gran cilindrada, cuenta que tuvo que ganar 6,5 kilos para interpretar a la Mujer Maravilla.

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Wonder Woman es la historia de cómo Diana, emblema de la castidad en la mitología grecorromana y convertida en icono del feminismo en la era moderna, va descubriendo que en realidad es hija de Zeus. Una heroína en permanente conflicto, diosa guerrera alabada por su fuerza, gracia atlética, belleza y habilidades con las armas. También, al mismo tiempo, cruel y vengativa. El gran reto, explica Gadot, era encontrar un equilibrio para definir el personaje. Diana, señala la actriz, "necesita ser optimista sin llegar a ser ingenua, feroz pero no aterradora, buena pero sin aburrir, ajena pero no inhumana". Eso permite, añade, enseñar al público el mundo real a través de sus ojos, los de una heroína que no se deja batir después de 75 años salvando al mundo en los cómics de la editorial DC y en televisión.

“Un superhéroe es sinónimo de fuerza y poder, cualidades que siempre se relacionan con el hombre. Diana es la guerra más poderosa aunque a la vez había que mostrar sus cualidades femeninas, porque una mujer fuerte provoca cierta resistencia”, explica. La manera de resolver esta triquiñuela, añade la actriz, era haciendo que Wonder Woman no tuviera un concepto de género: “Eso es lo interesante”.

“El feminismo es libertad de elección, así de sencillo”

La lucha que llevó a Wonder Woman a la pequeña pantalla sigue siendo la misma medio siglo después. Gal Gadot comenta que se tira de los pelos, literalmente, cuando sus amigas le dicen que son conservadoras en lo social. “Y tienen sus carreras”, exclama. Después argumenta que para ella el feminismo es una cualidad: “Es libertad de elección, así de sencillo. No es mujeres quemando sujetadores”.

La película se desarrolla durante la Primera Guerra Mundial, en Flandes. El guion se remonta al origen de la historia de Diana, cuando crece de niña en Themyscia, un paraíso solo con mujeres que se entrenan para una batalla que nunca llega contra Ares, dios de la guerra. Descubre su vocación de heroína cuando el avión de Steve Trevor (Chris Pine) se estrella en el océano que baña el santuario protegido por Zeus. La descripción que hace el doble agente de la devastación causada por el conflicto conmueve a la heroína y decide embarcarse en la lucha en un territorio completamente desconocido, para poner fin a la guerra de todas las guerras.

Gadot ya debutó hace un año como Wonder Woman en Batman v. Superman: el amanecer de la justicia. Su papel era una especie de contrapunto, a la vez que servía de presentación. Ahora tiene su propia película y está dirigida por otra mujer, Patty Jenkins (la realizadora de Monster). De los 55 blockbusters producidos por Hollywood durante la última década, ninguno tuvo como protagonista a una mujer. Hay que remontarse a Elektra, en 2005, y a Catwoman, un año antes. Sin embargo, aquellas películas no generaron ni de lejos la expectación que desde hace meses acompaña a Wonder Woman y acabaron siendo un desastre financiero.

Ahora, la actriz se presenta en las multisalas como si se hubiera estado toda su vida preparándose para el personaje. Empezó bailando, recibió el título de Miss Israel en 2004, durante dos años hizo el servicio militar, obligatorio en su país, estudió leyes y antes de acabar la universidad se dedicó a actuar en series de televisión. “Nunca pensé ser una actriz”, insiste. “Una cosa llevó a la otra”. Y así entró en la saga Fast & Furious.

Aunque toda la atención se centra en la cuestión de género, Wonder Woman es a la vez una película bélica, un filme de acción, una comedia romántica y una historia mágica con un mensaje de esperanza para la Humanidad en un momento en el que el debate está dominado por la confrontación y la desinformación. Como el primer Superman... pero el público es demasiado joven para recordarlo. “Por eso este personaje es universal”, señala, “porque habla de amor, compasión y de paz. Eso es igual para el hombre y la mujer en España, Israel o Estados Unidos. Es un mensaje relevante especialmente en el momento que vivimos”.

“Qué más da el género del director con el que trabajas”

Naciones Unidas celebró el 75º aniversario de la heroína otorgándole el título de embajadora honorífica para representar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. A los dos meses canceló la campaña por las críticas. “Me quedé de piedra, especialmente después de todo lo que pasó en las elecciones en Estados Unidos”, comenta. “¿Esto es lo qué realmente preocupa a la gente?”. La actriz dice que por eso Wonder Woman no puede fracasar en la gran pantalla. No se trata de cambiar Hollywood, precisa, “no se hizo la película para eso”. “La filmamos porque creemos en todo lo que este personaje representa”, asegura. “Es solo cuestión de tiempo que la gente acabe admirando también a personajes fuertes que sean mujeres. Aunque aún hay mucho camino por recorrer”.

“Nadie me preguntó antes cómo trabajar con un director”, comenta tras tres semanas de presentaciones, “así que ¿qué más da el género de con quién trabajas?”. El hecho de que se haga esta distinción, añade, “es la muestra de que no se ha ganado la batalla”. “La victoria llegará cuando el género no sea la cuestión”.

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