_
_
_
_
_
¿por qué creer en los libros?

“La editorial Sitara nace de una frustración”

Antonio Lafarga y María Agra explican por qué acaban de crear un nuevo sello

María Agra y Antonio Lafarga, fundadores de Sitara.

Si Julio Ramón Ribeyro en sus Prosas apátridas escribía que existen “libros viscosos como pantanos en los uno se hunde y clama en vano para que lo rescaten; libros secos, filudos, riscosos, que nos llenan de cicatrices; libros acolchados, de dunlopillo, donde damos botes y rebotes; libros-meteoro que nos transportan a regiones ignotas y nos permiten escuchar la música de las esferas (…)”, la recién nacida editorial Sitara despliega un interesante catálogo de lectores en la presentación de su página web: lector pulcro (que mantiene el libro intacto); lector posesivo (pone su sello, nombre, fecha, lugar); lector lapicero (que subraya con lapicero por si algún día lo quiere borrar —cosa que jamás sucede— y que es odiado por lector pulcro); lector bolígrafo (que subraya con bolígrafo, seguro y convencido de sus preferencias de aquí a la eternidad y que es odiado por todos los tipos de lectores); lector corrector (que corrige todas las erratas encontradas en las páginas); lector animador (en cuyos subrayados hace anotaciones de motivación por el buen trabajo del escritor — «esto me gusta», «muy bien», «qué bonito», «no estoy de acuerdo»), etc… A todos ellos, por supuesto, se dirige Sitara: “Sitara lleva solo un mes de vida. Nace en Madrid y es fruto del encuentro de María Agra y yo”, explica el editor Antonio Lafarga.

Sitara podría ser calificada como una editorial de recuperación o, quizás, de frustración: “La editorial nace de una frustración. Hace tiempo leí una obra de José Ovejero, Escritores delincuentes, me interesé por algunos de ellos y no los encontré; estaban muertos, no existían. Pensé que era un pena que sólo pudieran encontrarse en la Biblioteca Nacional y me dije que los iba a sacar yo para que se mantuvieran en el tiempo”. Con tal determinación emprendió este camino en la industria editorial. María Agra le acompañó y lo primero que hicieron fue elegir nombre: “Sitara es conocido por ser el País de las Montañas de Dios, está situado al norte de Ardistán y fue gobernado durante miles de años por la familia Durimeh, siempre por una mujer”. Así pues, Sitara fue el nombre elegido. En apenas un mes y medio de vida, Antonio y María no han encontrado obstáculos a la hora de crear su editorial, pues ellos creen que “se trata de hacer las cosas bien y con ilusión”.

En este lanzamiento ha habido un libro especialmente destacado: Tres vidas de Gertrude Stein. Un libro con una hermosa historia detrás: “Descubrí el libro, me encantó y cuando me puse a buscar los derechos y hablé con la traductora, Marta Pérez, ella se estaba muriendo. Después de su muerte, hablamos con sus hijos, a los que tampoco fue fácil encontrar. Así que es bonito que el libro haya visto finalmente la luz con su traducción, es un logro”, explica María Agra. A este libro se le unen otros tres: Mosaicos, de Felisberto Hernández; Narraciones inverosímiles, de Pedro Antonio de Alarcón y Póstumo El Transmigrado (Historia de un hombre que resucitó en el cuerpo de su enemigo), de Alejandro Tapia. Todos ellos diseñados por Jinetes de Edipo, los creadores que dotan a los libros de cubiertas llamativas, bellas, apetecibles.

“Creo en los libros como una salvación, como una conversación, como una forma de vivir y aprender”, explica María Agra. Recuerdo entonces que, según cuenta la historia, es difícil entrar en Sitara y para hacerlo se debe pasar a través de la fragua del Bosque de Kulub. El hombre que lo haga pasará de ser hombre violento a hombre de paz. Un hombre ennoblecido. ¿Acaso no es eso lo que nos enseña un libro? ¿A ser seres nobles? ¿De paz?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_