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ENTREVISTA

Guy Standing: “La socialdemocracia carece de agenda para el ‘precariado”

El economista británico presenta su nuevo libro 'La corrupción del capitalismo'

Lluís Pellicer
El economista Guy Standing, en Barcelona.
El economista Guy Standing, en Barcelona.Joan Sánchez

Hace ya seis años desde que Guy Standing, economista de la Universidad de Londres, acuñara el término precariado. En su nuevo libro, La corrupción del capitalismo (Pasado y Presente), Standing escarba en las causas que a lo largo de las últimas tres décadas han hundido las condiciones laborales y de vida de toda una generación.

Pregunta. ¿Por qué se ha producido esa concentración de la riqueza en la cúspide?

Respuesta. La política económica de los 80 y los 90 tenía como objetivo crear mercados libres, pero en lugar de eso crearon un sistema rentista basado en los derechos privados de la propiedad. El capitalismo rentista nos ha alejado de los mercados libres, de forma que los propietarios del capital —físico, financiero e intelectual— están extrayendo rentas del resto de la economía y la sociedad. Los mercados no son libres, eso es mentira.

P. ¿Se refiere a eso cuando habla de "corrupción"?

R. Creo que es un término apropiado. Por supuesto, todos conocemos la situación española, pero es algo más sistémico que ocurre en otros países, también en Reino Unido. Hemos ido hacia un sistema en el que el trabajo duro o el talento no son premiados. Hay cerebros brillantes en el precariado y en cambio gente sin talento que gana millones.

En lugar de mercados libres se creó un sistema rentista”

P. ¿La crisis ha creado ha acentuado la desigualdad?

R. Desde los años ochenta hemos vivido una transformación global ideada por economistas neoliberales e impulsada por políticos como Ronald Reagan o Margaret Thatcher. En ese periodo empezó el gran crecimiento de la desigualdad. Hasta entonces, el equilibrio entre capital y trabajo se mantenía estable a largo plazo. Era parte del consenso social. Eso rompe. Las corporaciones plutocráticas ven cómo su parte aumenta, pero entre los asalariados también las élites se distancian de los de abajo, que se vuelven precariado. En EE. UU., los salarios hoy son más bajos que hace 30 años.

P. ¿Y para compensarlo el precariado recurre a endeudarse?

R. Sí, intenta endeudarse para mantener el estándar de vida del pasado. Y al capital financiero le interesó porque podía seguir extrayendo rentas. Entonces empezaron a crecer las carteras financieras de quienes no producían bienes y servicios, sino que hacían dinero del dinero.

P. Pero la crisis de la socialdemocracia ha llegado mucho después. ¿Cómo la explica?

R. Los socialdemócratas fueron la fuerza dominante en el siglo XX. A mi juicio, eso se truncó con la Tercera Vía de [Tony] Blair o [Bill] Clinton. Adoptaron las políticas neoliberales y se focalizaron solo en la reducción de la pobreza, pero perdieron la agenda de la solidaridad y la acción colectiva. Ahí se borró la diferencia con los conservadores y la legitimidad ante el creciente precariado. Se quedaron sin una oferta atractiva para ellos. Lo digo sin ningún placer, puesto que estoy en la izquierda. Tengo amigos en Podemos y en otras formaciones, por ejemplo en Barcelona. Deben mantener la integridad, los valores y recordar que representan al precariado. Si miran al pasado, lo perderán, porque entonces votará a los conservadores.

A las plataformas tecnológicas les podemos pedir una parte de la comisión”

P. El próximo examen de los socialdemócratas será precisamente en Reino Unido...

R. Es un desastre lo que ocurre con el Brexit y estas elecciones, tanto para los laboristas como para la izquierda en general. Y a corto plazo, un triunfo para la extrema derecha, que ha visto cómo ganaba el Brexit con un discurso populista y apelando a los miedos de parte del precariado.

P. Una encuesta de Ifop indicaba que el 25% de los que se consideran perdedores de la globalización en las elecciones francesas votó a Mélenchon, pero apoyó a Le Pen. ¿No está yendo parte del precariado a la extrema derecha?

R. Hay tres tipos de precariado. Primero, los expulsados, que crecieron en comunidades obreras y que están escuchando esos mensajes de Trump o el Brexit. En la parte media, están las minorías, como los inmigrantes, que no se sienten llamados por la política. Y luego hay los jóvenes que salen de las universidades y buscan una nueva política progresista. Es importante que la nueva izquierda se centre en esa parte, porque va a seguir creciendo. Si decide mirar hace la clase media, va a perderlos.

P. ¿No hay cierta decepción tras la experiencia de Syriza?

R. Syriza está finiquitado. Grecia es un caso de cómo los financieros crearon la crisis, hicieron dinero con la crisis y dictaron qué reformas había que introducir. Es también una lección de que hay que tener las cosas claras para no ser tragado por el capitalismo rentista.

Una parte del precariado está escuchando los mensajes de Trump o el 'Brexit'

P. Habla también del “capitalismo de plataformas” como una forma de extraer renta. ¿Qué papel está teniendo la tecnología en la transformación que describe?

R. Las plataformas van a ser un aspecto profundamente transformador. Dentro de cinco años, una de cada tres transacciones laborales se va a hacer online, muchas a través de apps. En ese proceso, el controlador de la app consigue ingresos rentistas al llevarse entre el 20% y el 25% del dinero. Es un fenómeno histórico único: se está produciendo una migración del trabajo sin que la haya físicamente.

P. Muchos del precariado le dirán que si no existiera no podría disfrutar de vacaciones ni de ocio...

R. No estoy en contra de la tecnología. Y no creo que esto deba pararse, pero sí debe haber algún tipo de control social y hemos de conseguir que ese beneficio se distribuya más equitativamente, empezando por los salarios.

P. ¿La desigualdad también se está produciendo en términos generacionales?

R. No debemos caer en la trampa de ver la desigualdad como un problema generacional, pero obviamente sí hay esa dimensión. Los políticos conservadores saben dónde está su voto y hacen más concesiones a la gente mayor. Pero muchos están en el precariado y se han dado cuenta de que sus hijos y sus nietos van a estar ahí. No es cierto que a la gente mayor no le interese la ecología. Muchos están preocupados por esa tendencia destructiva. Hay que hacer ver a la gente lo que ocurre con esos bienes comunes. Y he de decir que los sindicatos y los socialistas han sido sus peores, porque han situado los puestos de trabajo por encima de la ecología. Y de nuevo, no hay diferencias con los neoliberales.

P. Su primera propuesta pasa por crear un fondo soberano como el noruego para redistribuir las rentas, pero no todos los países tienen petróleo...

R. El principio de ese fondo es que si hay una extracción de rentas, hay que devolver parte de esas rentas a la sociedad. Hablo de la tierra, los recursos naturales, las áreas turísticas, pero también de las plataformas de las que hablábamos. Les podemos pedir que si cobran un 25% por transacción queremos un 25% de esa parte para la sociedad.

P. Pero esas compañías operan globalmente y algunas ni siquiera pagan impuestos en España. ¿Cómo se consigue eso?

R. Esa sería una de las ventajas del fondo. El Estado podría decir que ahora tiene ese instrumento para invertir, pero que la condición es que tengan prácticas ecológicas y paguen los impuestos en el país.

La renta no desincentivaría el trabajo, sino que daría más confianza a la gente

P. ¿Con esos fondos se financiaría la renta básica universal que propone?

R. Sí, aunque hay varias formas. También se pueden suprimir muchos subsidios, los injustificados, manteniendo los servicios públicos de salud, educación o transporte.

P. ¿Esa renta desincentivaría el trabajo?

R. No, al contrario. Todos los estudios indican que se trabaja más, no menos. ¿Si tuviera una renta de 400 euros dejaría de trabajar? No. Todo el mundo quiere mejorar. La renta daría más confianza a la gente.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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