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La muerte de un joven violinista provoca una dura reacción de Dudamel contra Maduro

El director musical responde a la violencia en Venezuela y al asesinato el pasado miércoles de Armando Cañizales, miembro del sistema de orquestas

Gustavo Dudamel, en un concierto en Caracas en 2014. / Vídeo: Traslado de Armando Cañizares al hospital tras recibir un disparo en una protesta en Venezuela.Foto: reuters_live | Vídeo: JORGE SILVA REUTERS (EFE)
Jesús Ruiz Mantilla

El pasado miércoles, el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, conoció la muerte de un miembro del Sistema Nacional de Orquestas que él lidera. Armando Cañizales, violinista, 17 años, recibió un tiro en la cabeza y fue la víctima número 34 de la última oleada de represión en su país. Dudamel colocó un crespón negro en sus redes sociales y en su página web. La presión para que alzara la voz en contra del Gobierno de Nicolás Maduro fue en aumento y en la tarde del jueves lanzó un contundente comunicado.

La voz del joven músico de 35 años, una de las figuras más influyentes de la música clásica en todo el mundo, entonó todo un ataque contra la represiones ante las marchas y el intento descarado de nuevo golpe a las instituciones del dirigente bolivariano. Los pasados llamamientos al diálogo por parte del director se quedaron cortos y finalmente adoptó una posición más comprometida con las protestas.

Las muertes agalpadas en la cara del Gobierno colmaron el vaso de la paciencia de Dudamel. Pero más aun la del joven Cañizales. El muchacho se enfrentó con piedras a la Guardia Bolivariana y recibió un tiro en el cuello cuando retaba con las manos alzadas a los dispositivos del Gobierno. Sus amigos lo trasladaron en moto hasta una ambulancia que luego lo llevó al hospital, donde certificaron su defunción. Los vecinos de Colinas de Bello Monte se agruparon en una vigilia y Dudamel fue redactando su comunicado. “Mi vida entera la he dedicado a la música y al arte como forma de transformar el mundo. Levanto mi voz en contra de la violencia y la represión. Nada puede justificar el derramamiento de sangre. Ya basta de desatender el justo clamor de un pueblo sofocado por una intolerable crisis. Históricamente el pueblo venezolano ha sido un pueblo luchador pero jamás violento”, empieza diciendo.

La democracia no puede estar construida a la medida de un gobierno particular. El ejercicio democrático implica escuchar la voz de la mayoría", afirma el músico

“Para que la democracia sea sana debe haber respeto y entendimiento verdadero. La democracia no puede estar construida a la medida de un gobierno particular. El ejercicio democrático implica escuchar la voz de la mayoría, como baluarte último de la verdad social. Ninguna ideología puede ir más allá del bien común. La política se debe hacer desde la consciencia y en respeto a la constitucionalidad, adaptándose a una sociedad joven que, como la venezolana, tiene el derecho a reinventarse y rehacerse en el sano e inobjetable contrapeso democrático”, sigue el comunicado.

“Los venezolanos están desesperados por su derecho inalienable al bienestar y a la satisfacción de sus más básicas necesidades. Las únicas armas que se le puede entregar a un pueblo son las herramientas para forjar su porvenir: instrumentos musicales, pinceles, libros; en fin, los más altos valores del espíritu humano: el bien, la verdad y la belleza”.

Las alusiones a un recambio quedan patentes. Finalmente, se dirige a Maduro: “Hago un llamado urgente al Presidente de la República y al gobierno nacional a que se rectifique y escuche la voz del pueblo venezolano. Los tiempos no pueden estar marcados por la sangre de nuestra gente. Debemos a nuestros jóvenes un mundo esperanzador, un país en el que se pueda caminar libremente en el disentimiento, en el respeto, en la tolerancia, en el diálogo y en el que los sueños tengan cabida para construir la Venezuela que todos anhelamos”.

La fractura entre uno de los símbolos del país, como es el sistema de orquestas y el Gobierno ofrece una clara magnitud de la crisis. La organización educativa y de acción social creada por José Antonio Abreu hace 41 años representa todo un magma socio cultural absolutamente imbricado en barrios marginales, con gran ascendente de liderazgo entre sus dirigentes. Hasta el momento, ningún miembro de su cúpula se había manifestado claramente contra el Gobierno de Maduro. El sistema vive en gran parte de fondos públicos y eso les colocaba entre la espada y la pared. Pero las voces contrarias al Gobierno han ido creciendo en los últimos tiempos de manera abrumadora.

Tanto su fundador, José Antonio Abreu, que está enfermo y apartado de la luz pública desde hace tres años, como Dudamel, han sufrido grandes campañas en contra de su silencio en las redes sociales. El director ha vivido esta situación con mucho dolor, se ha encontrado en una posición muy incómoda, con su familia dentro del país y él fuera tratando de desarrollar al máximo su carrera. Esta llegó al cénit en el pasado concierto de año nuevo, donde el venezolano fue el maestro más joven en dirigir a la Filarmónica de Viena. Estados Unidos es otro de sus cuarteles. Es director titular de la Sinfónica de Los Ángeles y allí vive gran parte del tiempo sin dejar de estar presente en Venezuela junto a la Orquesta Simón Bolívar, donde se formó.

Con ella recaló hace dos meses en España, poco antes de que se hiciera público que se había casado con la actriz madrileña María Valverde. En una entrevista concedida a Lena -alianza de periódicos europeos a la que pertenece EL PAÍS-, que le hizo Javier Moreno, Dudamel sigue apostando por el diálogo. En 2015 había escrito un artículo en Los Angeles Times titulado curiosamente Porque no hablo de política venezolana. Pero no era tal. En él afirmaba que comprendía a los opositores, aunque no compartía todas sus posiciones y respetaba a las autoridades pero no estaba de acuerdo con todas sus decisiones. Navegaba pues en la ambiguedad, pero se le veía más cerca de romper el cerco.

En la entrevista a Lena, Dudamel afirmaba que el Sistema es un símbolo de libertad en su país y que trasciende la politización. "No creo que haya nada de malo, de indigno, de criminal en querer unir a la gente. Porque en el momento en que tú tomas una posición, formas parte de una división. Y ahí se acabó. Nadar en ello es muy complejo. No se aísla uno por egoísmo. Uno está allí. Y lo vive más de lo que creen los que están sufriendo solos. Y allí está uno, tratando de crear un balance en un momento tan polarizado, donde demonizar al que no está de acuerdo contigo es la regla". Parece que los nuevos y trágicos acontecimientos le han obligado a tomar una posición mucho más clara y contundente.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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