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Mario Vargas Llosa: “El libro produce espíritu crítico, la pantalla no”

El Nobel peruano y el chileno Jorge Edwards se muestran en la Feria del Libro de Buenos Aires preocupados por el futuro de la lectura

Carlos E. Cué
El escritor Mario Vargas Llosa diserta en la Feria del Libro de Buenos Aires, acompañado por el chileno Jorge Edwards.
El escritor Mario Vargas Llosa diserta en la Feria del Libro de Buenos Aires, acompañado por el chileno Jorge Edwards.AFP
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La Feria del libro de Buenos Aires es una auténtica borrachera de placer para los escritores. Las salas están abarrotadas, miles de personas hacen cola para lograr una firma, acuden un millón de personas durante tres semanas. Bastaba ver salir a Mario Vargas Llosa el miércoles después de una charla para entender la dimensión del fenómeno. Las señoras se abalanzaban sobre su coche solo para estar cerca, para agradecerle sus libros, para decirle unas palabras. Una incluso entró dentro y se sentó encima de uno de los escoltas, que la miraba desorientado mientras ella trataba de conversar con su ídolo. Pero la feria, en opinión de Vargas Llosa y el escritor chileno Jorge Edwards, puede ser un espejismo.

Los dos se mostraron muy inquietos ante el triunfo absoluto de la tecnología y la pantalla, que adelantan un probable retroceso del papel y el libro impreso. El Nobel fue muy claro. Para él, lector voraz de libros en papel, la pantalla es otra cosa. Y genera otras sensaciones. Como el politólogo Giovanni Sartori, recientemente fallecido e inventor del concepto de homo videns, Vargas Llosa y Edwards coincidieron en que este cambio hacia lo digital puede tener consecuencias muy importantes para la cultura y para el pensamiento crítico de la humanidad.

“Es evidente que por la revolución de las telecomunicaciones el mundo está mejor en muchos sentidos”, concedió el Nobel, “pero es interesante preguntarse qué va a ocurrir en este mundo en que las pantallas llegan a todos. ¿Que va a pasar con la lectura de papel? ¿Habrá un monopolio de las pantallas? No creo que sea igual leer en pantalla o papel. Es una literatura distinta. Los libros de papel exigen una participación intelectual del lector, a veces un enorme esfuerzo. La pantalla lleva al gran público y eso implica un menor esfuerzo intelectual. La pantalla tiene a exigir esa facilidad que reduce el esfuerzo intelectual. Ninguna experiencia nos lleva tanto como la lectura a la conclusión de que el mundo está mal hecho y desarrolla tanto una actitud crítica. Frente a la pantalla tenemos una actitud pasiva. La imagen está ahí. No hay esa operación que en la lectura de un libro nos lleva a transformar las palabras en imágenes y en conocimiento”, aseguró el Nobel.

Vargas Llosa, muy aplaudido por el público, incluso planteó que el infierno totalitario imaginado por Orwell en el libro 1984 no está tan lejos de una realidad que podría llegar con el dominio absoluto de las pantallas. “Orwell ha resucitado ahora por el triunfo de Trump. No soy pesimista, pero me pregunto si en el avance de las comunicaciones no está también esa amenaza de Orwell de la manipulación. Hemos descubierto que los grandes países pueden intervenir en los procesos electorales de otros y pueden manipularlos. Aún no conocemos bien qué está pasando, es incierto, pero los instrumentos de manipulación están ahí y podrían conducir a la humanidad a sentar las bases de un control absoluto del poder de los gustos y entusiasmos del gran público. Es una preocupación que debería formar parte de la educación. Ahora se orienta a preparar a las nuevas generaciones a moverse en el mundo de las innovaciones. La lectura queda relegada. Me pueden decir que se publican cada vez más libros, pero no tanta gran literatura, muchos son libros que se parecen a las grandes pantallas y exigen cada vez menos. Creo que hoy la literatura representa menos que en el pasado. La revolución de las pantallas debería estar equilibrada con una educación que forme lectores con espíritu crítico. La función del libro es producir placer pero también insatisfacción con el mundo tal como es, que es la principal fuente del progreso”, remató.

Edwards, que bromeó sobre su vejez, que le permite mirarlo todo con perspectiva histórica, llevó estos cambios a la esfera de la política y para ello recuperó un libro cumbre de la literatura argentina, Facundo, civilización y barbaríe en las pampas argentinas, escrito en 1845 por Domingo Sarmiento, que después fue presidente. "La división de Sarmiento entre civilización y barbarie es perfectamente actual. Frente a la barbarie, la lectura, la inteligencia, la reflexión son valores esenciales. Los presidentes antes eran lectores. Los políticos chilenos invitaban a su mesa a Pablo Neruda, que era comunista, a los filósofos. Había conexión entre política y cultura".

Vargas Llosa cerró con una apuesta clara por la lectura frente a la cultura audiovisual. "A mí me gusta el cine, disfruto con las series, pero no comparo nada con la experiencia de leer un gran libro. Es fundamental que la lectura no vaya siendo una actividad marginal de excéntricos, el mundo se empobrecería extraordinariamente".

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