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Entre dos, tres

Meses después de su muerte, La Virreina dedica una retrospectiva al barcelonés Tres, intérprete inclasificable de la tradición dadaísta

'Acción cortar el silencio' (2006), de Tres.
'Acción cortar el silencio' (2006), de Tres.

A lo largo de toda su vida, Tres (Barcelona, 1956-2016) jugó con la “rareza” de los géneros artísticos y con lo que considera inaceptable de la realidad, sometiendo el “artefacto” —­desde el sonido hasta la performance y el vídeo, desde el ready made hasta la fotografía y el collage— a su propio cuestionamiento para construir así su identidad. Inventó una historia del silencio en el lugar en el que las expectativas se vienen abajo. A este respecto, trabajó en un arte de la deploración de la visualidad.

Tres “expone” a algunas figuras seminales del mundo artístico a la mirada del espectador a través de su propia mirada. Esta inversión responde a la necesidad de vaciar de imágenes y ruido la creación contemporánea. En un acto de piratería, cuestiona la condición moral y autónoma de la obra, al tiempo que muestra la sensibilidad casi moderna de la deconstrucción hacia el estatus del significante. Su obra es el marco, el opuesto homófono del ruido del arte, el intervalo, lo ­inefable, el entre-deux de Mallarmé: Tres. Ahí estriba su originalidad y la razón por la cual su trabajo ha estado oculto durante 30 años en los intersticios institucionales, en forma de happenings, blackouts (apagones integrales de edificios), estructuras vaciadas (hipercubos e hiperconos), orquestas silenciosas y autoinmolaciones ficticias en el espacio público. Es el pliegue que convierte la singularidad material y textual de autores como Duchamp, Beuys, Lee Byars John Cage, Beckett, Blanchot, Artaud o Burroughs en una duplicidad ambigua.

Pocos meses después de su prematura desaparición, La ­Virreina Centre de la Imatge plantea su ­retrospectiva como un objeto de deseo, desplazado, que ayuda a ­reconstruir la biografía de un ­artista ideal (ignoramos cuál fue su verdadero nombre) como un conmovedor ejemplo de la aceptación de su pérdida. En ella, y como en un juego de cajas chinas, su comisario, Valentín Roma, vuelve a ­coser una piel saturada, que da ­testimonio más de lo inevitable de una existencia marcada por otros artistas que de la posibilidad de una vida redimida.

‘Blackout’. Tres. La Virreina. Barcelona. Hasta el 18 de junio.

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