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Crítica | El círculo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El panóptico digital

Resulta descorazonador que haya sido el propio escritor Dave Eggers el corresponsable de extirparle todo el potencial provocador a su trabajo en la adaptación

Tom Hanks en 'El círculo'.

EL CÍRCULO

Dirección: James Ponsoldt.

Intérpretes: Emma Watson, Tom Hanks, John Boyega, Karen Gillan.

Género: drama. Estados Unidos, 2017

Duración: 110 minutos.

En su ensayo Pop Control, Miguel Ibáñez recogía las conclusiones de Neil Postman en Amusing Ourselves to Death al confrontar los modelos distópicos de George Orwell y Aldous Huxley: “En 1984 las personas son controladas mediante el dolor; en Un mundo feliz son controladas mediante el placer; Orwell temía que nos destruyese lo que odiamos; Huxley temía que nos destruyese… aquello que adoramos”. Ibáñez cerraba su argumentación con una referencia visionaria: la desarticulación del fantasma de 1984 en el célebre spot, dirigido por Ridley Scott, para el lanzamiento del primer Mac. Una nueva distopía tomaba el relevo a (estético) golpe de martillo.

Recogiendo el testigo de J. G. Ballard en el arte de proponer consistentes y perturbadoras construcciones distópicas a partir de lo que ya ha empezado a manifestarse en la realidad, Dave Eggers publicó en 2013 El círculo, novela en la que un infocomunismo gestionado por la modalidad más depredadora de las dinámicas capitalistas permitía reconocer la pesadilla latente en la era de la transparencia, las redes sociales y la comunidad virtual globalizada. El escritor optaba por describir ese universo (que es el nuestro, con sutiles variantes) a través de los ojos de una creyente y se esforzaba en lograr, sirviéndose de elegantes diálogos socráticos, que los perversos planteamientos de esa corporación encaminada a integrar todo poder sonaran sensatos, utópicos y hasta deseables. Eggers también acertaba al poner el énfasis en la dimensión moral del asunto, imaginando un nuevo totalitarismo cuyo poder de seducción se basaba en garantizar la perfección ética de sus sometidos.

Resulta, pues, descorazonador que haya sido el propio escritor el corresponsable de extirparle todo el potencial provocador a su trabajo en la adaptación que firma James Ponsoldt tras la notable The End of the Tour (2015). El director toma una buena decisión estilística al contrastar los armónicos, casi ingrávidos movimientos de cámara en el interior del Círculo con la inestabilidad, cámara en mano, de una vida exterior capturada en tonos apagados, pero opta por el recurso más fácil al traducir las interacciones de la protagonista con sus seguidores mediante las ya tan socorridas burbujas de texto invadiendo plano. El guión que firman Ponsoldt y Eggers condena algunos estimulantes personajes del libro a la insignificancia –el caso del de John Boyega-, pero lo más sonrojante es su decisión de culminar el discurso con una nota tranquilizadora. Como si esto no fuera una advertencia, sino… un spot.

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