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Columna
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Mu malamente

Debiera agradecerse a la liga de fútbol la subida en flecha de las audiencia después de un derbi

Juan Jesús Aznárez
Messi en el Bernabéu.
Messi en el Bernabéu.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Como los programas de televisión emitidos entre gallos y medianoche son casi de relleno, debiera agradecerse a la liga de fútbol la subida en flecha de las audiencia después de un derbi, entre las doce y las tres de la madrugada. A esas horas deambulan como zombis por cuartos de estar y dormitorios las víctimas de la derrota, almas cabreadas y blasfemas que dudan entre tirarse al tren o liarse con el maquinista.

Hace una semana, después de que el Barcelona derrotara al Real Madrid por un gol en el último minuto, miles de merengues eran conscientes de que esa noche difícilmente conciliarían el sueño. A la inversa, el insomnio hubiera acabado con los culés. Los más afectados se fueron a la cama después de un sicópata ensimismamiento frente a una pantalla en blanco, y de haber reñido con la parienta porque sí, como en el tabloide mexicano: “Mató a su madre sin motivo”.

Igualmente desvelados, otros huyeron hacia los canales de refritos y metafísica comercial, consumidos a deshoras por sibaritas, tahúres y búhos: Insomnia, Minutos musicales, Juega con el 8, etcétera. Ansiaban la sedación por aburrimiento. Un vecino católico, apostólico y madridista, convocó al sueño contando ovejas, pero al no conseguirlo, se pasó a las avemarías, que obraron al milagro. Creí su encomienda después de haberle visto enloquecer con el gol de Messi.

La letanía como paliativo puede ser un recurso tan válido como la reedición terapéutica de Cementerio TV, de Calle 13, que hace años emitía grabaciones nocturnas de tumbas, abetos y pasillos de camposanto, sin palabras, sin turbar la paz de los difuntos, que ya no pueden enfadarse con el árbitro.

Los deudos de graderío podrían serenarse contando sepulturas o recitando al Segismundo de La vida es sueño; la Liga también es sueño aunque lo pierdan millones durante la chaladura de la derrota. Como decía el otro, hay peña que está mu malamente de lo suyo, oiga.

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