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“Brasil tiene algo medio desafinado”

El cantante, que en agosto cumplirá 75 años, se identifica con la izquierda del político Marcelo Freixo

Caetano Veloso este martes en Oporto (Portugal).
Caetano Veloso este martes en Oporto (Portugal).ESTELA SILVA (EFE)

A punto de los 75 años —los cumplirá el 7 de agosto—, el hijo de doña Canô y el señor José, natural de Santo Amaro (Bahía), ocupa un lugar central en la música brasileña. Con su amigo Gilberto Gil, otra figura de una generación irrepetible, encabezó el movimiento tropicalista, que dejó la conciencia en Brasil de la canción popular como parte de la cultura de masas y la industria cultural. Veloso, que defiende la legalización de la marihuana, se identifica con una izquierda como la que representa el político Marcelo Freixo, “preocupada por algo tan importante como los derechos humanos y no dogmática”. Y no ha perdido el deseo de escribir canciones. “Siento cierta insatisfacción y soy insaciable en términos de hacer cosas en la vida”, confiesa por teléfono desde su casa en Río de Janeiro.

El 1 de abril viajó a Nueva York para un homenaje a Bob Hurwitz, presidente durante tres décadas de Nonesuch Records, y, acompañado por el Kronos Quartet, cantó Un vestido y un amor de Fito Páez. “La canción que habla de que fumamos unos chinos en Madrid”, dice riendo. Su gira europea pasa por Barcelona (Palau de la Música) el viernes, A Coruña (Palacio de la Ópera) el día 30 y Madrid (Teatro Circo Price) el 4 de mayo. Caetano se presenta con Teresa Cristina (Río de Janeiro, 1968) que canta a uno de los grandes compositores de sambas: Cartola. Para él, tiene que ver con el placer de cantar con otros: desde pequeño, cuando aprendió a hacerlo con su madre, junto al aparato de radio. En estos conciertos, “Teresa canta unas 10 canciones de Cartola; después canto yo con mi guitarra un montón de canciones que no estaban en el show con Gil y, para los bises, hacemos juntos otras tres o cuatro canciones mías”.

En este 2017 se cumplen cincuenta años de su primer disco. “Las conmemoraciones resultan un poco pesadas ¿no? [se ríe]. Como dice Fernanda Montenegro, la gran actriz, muy venerada, ‘hijo mío, la semana que viene no estaré aquí porque voy a tener que sufrir otro homenaje”. También cumple años, veinte, Verdade tropical, su libro de memorias y reflexiones, que se va a volver a editar: “Voy a releerlo y a escribir algo más. Quiero comentar cómo veo ahora algunas cosas de las que hablé”.

Stefan Zweig escribió Brasil, país del futuro, pero Brasil parece condenado a ser solo una promesa. “Brasil tiene algo medio desafinado, aunque eso forme parte también de su encanto”, afirma Caetano, que calificó el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff de “golpe de estado en cámara lenta”. “Su gobierno no fue bueno, pero hay un aspecto muy reaccionario en la sociedad brasileña. Lula, una figura fortísima, con razón, en el imaginario popular, difícilmente saldrá de los enredos judiciales debido a la tradicional promiscuidad entre las empresas y los gobiernos de Brasil”, explica. “Aquí las personas ricas y poderosas nunca iban a la cárcel. Ahora, por primera vez, hay ricos y poderosos en prisión”.

Pasión por sus hijos

Hurwitz le insiste para que grabe todas sus canciones en sesiones solo de voz y guitarra. “Ahora quiero hacer algo con mis tres hijos [Moreno, Zeca y Tom]. Porque adoro lo que hacen y para estar cerca de ellos", asegura. “En Argentina me piden un disco de tangos, y me entran ganas de hacerlo, pero también quiero escribir unas canciones que aún no sé bien cómo van a ser para hacer algo distinto que aún no sé qué es. Pienso tantas cosas que no creo que tenga tiempo de hacerlas todas”.

Con A Foreign Sound, disco con clásicos del cancionero estadounidense, se adelantó más de diez años a los últimos de Dylan. “Solo he escuchado Shadows in the Night, que no me entusiasmó. Su manera de cantar es tan anti Sinatra”, comenta riendo. Sobre la concesión del Nobel de Literatura a Bob Dylan, del que él ha grabado canciones como It’s Alright, Ma (I’m Only Bleeding) o Jokerman, cree que “fue todo muy gracioso, muy Dylan”. “Hay un retraso por parte de la organización del Premio Nobel sobre la cuestión de alta y baja cultura. Es algo de los años sesenta que ellos están resolviendo ahora porque son el Nobel y no podían hacerlo más rápido”, dice con tono burlón.

¿Pensó que llegaría a ser O homem velho (El hombre viejo) de su canción? “Pensaba poco. De niño, mi prima mayor me llevó en Santo Amaro a ver a unas de esas personas que leen la mano. La señora hizo unas predicciones y dijo que iba a llegar a los 68 años. Me quedé muy tranquilo porque yo debía tener unos diez y lo veía muy lejos”. Siempre fue más persona de dudas que de certidumbres. “Sí”, contesta raudo. “Parece que esta vez tuve la certeza aunque luego me he quedado un poco dubitativo”, añade riendo.

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