_
_
_
_
_
Supervivientes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Supervivientes 2017’: Salvadme de esta isla

El 'reality' se ha convertido en una extensión de 'Sálvame' y en proveedor de personajes para los programas de Jorge Javier Vázquez

Álvaro P. Ruiz de Elvira

Sobrevivir en Telecinco podría ser el título de este texto. Y es que si no vemos a Jorge Javier Vázquez rodeado de las figuras (iba a poner estrellas, pero es demasiado) que nutren de horas y horas de programación la parrilla del canal de Mediaset no sería lo mismo. Con este presentador y las figuras, figurinas de aquí a unas semanas cuando empiecen a perder peso (más de los disgustos y las peleas que del hambre), y como en otras ediciones, llegará un momento que no sabremos si estamos viendo Supervivientes, Sálvame Deluxe, Sálvame Diario o Sálvame de esta isla que no aguanto más. Da igual, en todos gritan lo mismo y en todos importa más el lío y la polémica que los hechos o, en este caso, la competición en sí.

¿Recuerda alguien cuando todo esto comenzó siendo un reality en el que había concursantes y no futuros participantes de los programas de Jorge Javier y que estirarán el chicle durante horas y horas en Telecinco las próximas semanas? Y cuando los protagonistas eran esos concursantes y no el presentador desde el plató haciendo continuamente comentarios desagradables a los personajes (“Juan Miguel, tápate con algo que no puedo seguir viéndote. Algún día me dirás a qué sabe Juan Miguel porque te has comido a tres para ir a la isla”, ha dicho mientras el susodicho se toca los pezones…). Ay, Núria Roca, Juanma López Iturriaga, Jesús Vázquez, os echamos de menos.

Lo primero que pienso es que le cambien el título al programa desde el momento en el que avanzan imágenes de lo que está por venir y no solo ya porque ni siquiera es en la isla concursando, es que es en el hotel antes de empezar “el concurso” y ya se están peleando y creando mal rollo, entre ellos y entiendo que desde la sala de guionistas, quitando camas... En el caso de Alba Carrillo y su madre, todo parece hasta impostado.

Y de esas primeras rencillas y peligros hemos aprendido que a Alba no le gusta que le manden y que no se corta en acusar a su nueva “jefa” italiana, que la madre de la modelo está ahí para molestar a su hija (y con la promesa de que dará juego aquello de que es reservista del Ejército), que para Leticia Sabater y sus extensiones un corte en un dedo con mucha sangre antes incluso de empezar el concurso es una minucia (la cantante de La salchipapa promete ser una superviviente de verdad, sin complejos y riéndose de sí misma), que la participante italiana, una tal Paola, ya es la más detestada por sus compañeros y que uno llamado Iván dice no tener amigas porque se las “tira a todas”. No se preocupen por este último comentario, Iván, que es joven y no un tipo rancio salido de una playa llena de suecas de una película del destape dice que “el voto de las tías” ya lo tiene en cuanto le “vean en bañador”. Eso es lo que tienen en mente todas las mujeres en pleno siglo XXI, claro. Queda por ver qué juego dan las Mellis -una suerte de Azúcar Moreno a lo Rubio-, Gloria Camila (seguro que en el debate de los domingos la hija de Ortega Cano y Rocío Jurado será una de las estrellas), Janet Capdevila (que iba para monja), Laura Matamoros o Eliad Cohen y su cruzada para normalizar "la imagen de los gais en televisión, que es normalmente extravagante".

Este año ni siquiera los picados desde el helicóptero -a medianoche todavía no habían saltado ni la mitad, divertidísimo, vamos- han dado chicha pese a los continuos chistecillos de Jorge Javier para sacar rédito de cualquier situación: “He visto a sacos de patatas que caen con más elegancia al agua” o “Ay, por favor, qué pedazo de hostia se ha dado” son algunas de esas brillantes intervenciones. Menos mal que nos queda Bigote Arrocet, que en todo momento se ha mostrado muy digno, pese al bombardeo de Jorge Javier para sacarle algo. Y no ha logrado ni sacarle un saludo a María Teresa Campos por aquello del morbo.

Han sido cuatro horas que han parecido cinco, paré de contar tras la segunda pausa de publicidad antes de la media hora de programa. Ninguna sorpresa por ahí, ni en la extensión inhumana (tranquilidad, que nadie madruga para ir a trabajar, qué va...) ni en los cortes. Solo en ese tramo han puesto hasta tres veces las mismas imágenes de avance repetidas de Alba Carrillo “de los nervios”, según ponían en el cartel. Se le nota tanto a Jorge Javier (en cualquiera de sus programas) cuando quiere sacar partido de un personaje. Y Carrillo es su “desquiciada favorita”. Pero bueno, el espectáculo es lo que prima y está claro que el presentador sabe sacar bien petróleo de todo esto. Por eso está ahí.

Y el momento más concurso de verdad, emocionante incluso, el de la prueba en el barro, no llegó hasta pasada la una de la madrugada. Luchaban por una de las novedades de este año: empezar el programa en la parte de la playa denominada "el cielo", con sus camas, su cocina, su retrete de madera y su comida. Un resort para supervivientes de verdad no el otro lado de la playa, el infierno, vamos, lo que antes era Supervivientes. ¿Y por qué hacer esta diferencia? Espero que no sea para crear malos rollos...

Y es que, dejado de lado lo que debería ser Supervivientes, y lo fue en sus primeros años, es decir, un concurso de superación y convivencia, verdaderamente, para todo este espectáculo, les saldría mejor hacer esto en la isla Perejil en vez de en Honduras. Que pongan un plató allí, que seguro que las cabras también dan juego a la hora de berrear, y eso que lo que hacen es balar.

[Al menos Telecinco tuvo la profesionalidad y el tacto de interrumpir el programa en un par de ocasiones para informar sobre el atentado en París a tres días de la primera vuelta de la elecciones presidenciales]

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_