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Así es la resurrección de ‘Prison Break’

Michael Scofield no estaba muerto y el regreso de la serie le ha llevado hasta una cárcel en Yemen

Tráiler de la nueva temporada de 'Prision Break'.
Eneko Ruiz Jiménez

¿Necesitábamos el regreso de Prison Break? Posiblemente no. Aun así, lo tendremos. La serie resucita (casi literalmente) el 4 de abril en EE UU, pero hemos visto los tres primeros episodios que Fox (canal que la emitirá también en España el 10 de abril) ha enviado a la prensa y, sin desvelar spoilers que arruinen vuestra experiencia, podemos repasar algunas de sus claves.

La serie de fugas fue uno de los descubrimientos más divertidos de 2005. Un drama intrigante lleno de giros que hacía las delicias de los amantes de la pura serialización. Tenía carismáticos secundarios y frenética acción contenida en un escenario carcelario logrado. Pero no duró demasiado. La segunda temporada ya bajó el nivel. Si bien la carrera contra reloj de gato y ratón a lo largo de EE UU todavía parecía resarcible, daba la impresión de que ni ellos se creían que la producción hubiera sido renovada. Por suerte, un secundario como William Fichtner y un escenario que rompió el status quo nos mantuvo enganchados. A partir de ese momento, cayó en picado. Las ideas de Paul T. Scheuring escaseaban, así que regresaron a prisión. Ya nadie podía creer tanta conspiración, muertes y resurrecciones y giros forzados.

Solo han pasado ocho años desde su final, pero Fox confía en que aquellos recuerdos sean suficientes para volver a engancharnos a Prison Break en una quinta temporada que retoma tramas y personajes. Tras las decepcionantes vueltas de 24, Expediente X o Héroes con sus repartos originales, ¿logrará enmendar sus últimas etapas? ¿Habrá sobrevalorado el canal las ganas que teníamos de volver a ver al equipo?

- ¿Dónde comienza?

Cuando Prison Break terminó en el telefilme The Final Break, la trama parecía definitivamente cerrada: Michael Scofield (Wentworth Miller) había muerto electrocutado y no había manera de volver atrás. Pero el espectador recordaría que su esposa, Sarah Tancredi (Sarah Wayne Callies), también había fallecido antes. Y que, aun así, acababa la serie junto al hijo de ambos en paz y sin nadie que los persiguiera. No había nada con lo que la privilegiada mente de Scofield no pudiera lidiar. Ni siquiera la muerte.

Siete años después del aparente fallecimiento de su hermano, Lincoln Burrows (Dominic Purcell) se ha alejado de su familia y ha regresado a los trapicheos de poca monta. La desaparición de Michael ha dejado un vacío irreparable. Mientras tanto, el racista y pedófilo T-Bag (carismático personaje interpretado por Robert Kneeper que se dejó ver en Breakout Kings tras el final de la serie) vuelve a ser libre, pero antes recibe un sobre con unas misteriosas pistas. Todo indica que lo ha escrito el propio Scofield, antiguo compañero de celda al que dio unos cuantos disgustos durante sus numerosas fugas. Este mensaje da a ambos personajes nuevos propósitos. Ellos son otra vez las piezas de un puzle cuidadosamente montado por Scofield que les llevará hasta una prisión de Yemen, donde vuelve a estar encerrado. Otra vez hay acertijos, misterios, origamis y tatuajes.

- ¿Quién regresa?

Esto no es un relanzamiento como 24: Legacy, que solo aprovecha referencias y personajes secundarios. Esto es una continuación propiamente dicha, una quinta temporada donde descubriremos qué ha sido de gran parte del reparto original.

Sarah Tancredi, por ejemplo, ha criado a su hijo Mike junto a un nuevo marido, interpretado por Mark Feurstein. C-Note (Rockmond Dunbar) ha pasado a dedicarse por completo al rezo en su mezquita y Sucre (Amaury Nolasco) ha encontrado un nuevo trabajo, si bien su aparición es, de momento, insulsa. Todos vuelven a reunirse para salvar a su antiguo amigo. Nadie se niega a hacerlo. Pero ¿quiere ser salvado?, ¿montó él mismo ese plan?, ¿es el mismo hombre al que le confiaron sus vidas?, ¿por qué fue encarcelado?

Al reparto protagonista regresa, además, el agente Paul Kellerman (Paul Adelstein), antiguo agente del Servicio Secreto y enemigo acérrimo que acabó confiando en el grupo y que ahora puede ayudar a descubrir qué fue de Scofield desde su posición de poder. Y en esta nueva/vieja Prison Break no pueden faltar tampoco agentes secretos gubernamentales que tratan de encubrir una cortina de humo de los altos poderes para los que asesinan a quien se interponga en su camino.

- ¿Me gustará si era seguidor de Prison Break? ¿Y si no la vi nunca?

Posiblemente incluso los seguidores que se bajaron del tren a mitad de andadura tendrán interés en volver a montarse para ver si todo sigue igual. No tendrán ningún problema en entenderla, dado que las líneas maestras a las que se hacen referencia son herederas de la primera temporada. Eso sí, conociendo como conocemos su pasado, parece extraño que el mundo deje campar a sus anchas de criminales que salieron indemnes de varias fugas y que fueron perseguidos por tramas corruptas de un Gobierno que dejó varios cadáveres presidenciales. Sea como sea, para los seguidores veteranos, la curiosidad permanece. Querrá seguir viendo. Aunque sea por eso: simple curiosidad.

Más difícil parece que los nuevos espectadores se enganchen a los devenires de unos personajes que no muestran el carisma de antaño y que, a veces, ni siquiera hacen el esfuerzo de presentarse. Tendrán problemas en encontrar sentido a las reuniones y algunos de los sucesos. Los nuevos giros no les harán saltar del sofá para animar a Scofield como hacíamos cada vez que descubríamos un detalle en sus tatuajes allá por 2005. ¡Qué bien nos lo hizo pasar!

- ¿Qué nos ha parecido?

¿Por qué funcionó Prison Break? Su mundo era exagerado y su cuidado tatuaje, pistas y giros de guion eran tramposos y poco verosímiles, pero sus personajes eran tan carismáticos que siempre jaleabas para que les salieran bien su escape. Era un juego apasionante, aunque en el fondo supieras que iban a fracasar una y otra vez. A veces se acercaba a la pura novela de espías o a obras como Los tres días del Cóndor. Cada vez que acababa un capítulo, solo querías más. Pero a medida que se hacía más grande, internacional e inasumible, el producto se desinflaba. Querían lidiar con demasiados frentes, olvidando el motivo central. Este regreso recuerda más a aquella etapa gris en una cárcel panameña que a la primera, más contenida, medida y con objetivos claros.

La reubicación a Yemen trata de ser demasiado oscuro, sucio y confuso, cuando lo que de verdad nos enganchó de la original era ese aspecto pulp que no se tomaba demasiado en serio, que jugaba con villanos en la sombra y exageradas persecuciones contra reloj, donde había asesinatos a diestro y siniestro sin importar la motivación.

La resurrección de Prison Break busca ser algo que nunca fue. El entorno en Yemen solo desvía nuestra atención de lo que verdaderamente importa: la interacción entre sus personajes y los puzles llenos de cliffhangers y sorpresas que presentan un juego indescifrable. Esto es simplemente Homeland con una fuga: hay guerras, revoluciones, contraespionaje, terroristas y facciones del ISIS. Y, lo peor, el país se convierte en una caricatura racialmente estereotipada.

Por suerte, gracias a su corta andadura de nueve episodios, va al grano y utiliza mecanismos hechos para enganchar, pero necesitamos menos dramatismo. Frente a eso, cualquier momento con el sobreactuado T-Bag, que en estos primeros episodios camina por su cuenta, es una alegría. Prison Break nunca necesitó profundidad, pero esta nueva etapa no hace más que buscarla, posiblemente para adaptarse al nuevo mundo y la televisión moderna. Su juego aburre.

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Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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