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Raíces

'Los nuestros', de Carlos Reche, se presenta como una apuesta radical sobre la identidad individual y colectiva

Desde su primer verso (“Menos pelos que un litro vino”), el tercer libro de Juan Carlos Reche se presenta como una apuesta radical, que desciende a las raíces de la identidad individual y colectiva mediante un dialecto donde se engastan los refranes retorcidos, las deformaciones expresivas y la jerga callejera. El autor construye una ilusión de autenticidad sustentada en la pertenencia a una comunidad cultural en la que anhela reconocerse: “Aquí habla la gente / que no sabe leer ni escribir / la gente que yo quiero”. Entre los proverbios machadianos y el esperanto de los mass media, las mejores estrofas de Los nuestros se localizan en esa zona de incertidumbre en la que el poeta se pregunta si todavía es uno “de los suyos” o les pasa el micrófono a las voces de la sabiduría popular.

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Sin embargo, cuando se deja llevar por la anécdota jocosa o el chiste fácil (“¡Hija de puta / la hoja de ruta!”), quedan a la intemperie las vacilaciones de una escritura que trata de compatibilizar la palpitación humana con la ironía posmoderna, el caño de las fuentes tradicionales con el guiño a los conjurados. La indefinición de este programa justifica que las piezas finales abandonen la plaza del pueblo para entrar en el ágora del mundo: la ‘Epístola moral para Gaia Danese’ o ‘Le vacanze del grande poeta’ dotan de espesor teórico a la propuesta o afrontan el vacío de “un principio de siglo sin marchas triunfales”. Pese a sus desajustes tonales, el viaje a Los nuestros descubre las contradicciones que arraigan en nuestra hiperconectada aldea glocal.

Los nuestros. Juan Carlos reche. Pre-Textos, 2016. 116 páginas. 16 euros

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