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Muere Alberto Zedda, director de orquesta y gran experto en Rossini

El maestro italiano, que seguía en plena actividad a sus 89 años, falleció en Pésaro

El director de orquesta italiano Alberto Zedda, en 2007 en Madrid.
El director de orquesta italiano Alberto Zedda, en 2007 en Madrid. LUIS MAGÁN

El fallecimiento de Alberto Zedda (Milán, 1928) deja huérfano el “rossinismo”. Nadie ha hecho tanto por el conocimiento de la obra de Gioachino Rossini, cuyas óperas interpretó como director de orquesta, enseñó a varias generaciones de músicos, cantantes y directores de escena, e incluso editó como musicólogo. Con esa pasión, energía y dinamismo tan inconfundibles como contagiosos. Pero también perdemos al estudioso de profunda cultura que legó una fascinante concepción del compositor de Pésaro como revolucionario. Como creador de una dramaturgia operística tan apolínea como dionisíaca. De un arte que no casaba con postulados clásicos ni románticos. Un antes y un después en el género. Zedda reveló una desconocida profundidad reflexiva tras la aparente sencillez y ligereza de la música de Rossini. Lo hizo redescubriendo sus títulos serios y semiserios, pero también reconsiderando los cómicos. Lo explicó en innumerables cursos y conferencias. Y lo plasmó en abundantes artículos, pero especialmente en su monografía de 2012 titulada Divagazione Rossiniane (traducida en 2014 por Turner), un libro a medio camino entre el testamento intelectual y las memorias que nunca quiso escribir. Falleció ayer lunes precisamente en Pésaro, la localidad natal de Rossini, y en plena actividad a sus 89 años. Había participado en la preparación de una producción de La Cenerentola para celebrar el bicentenario de su estreno y el 225 cumpleaños del compositor.

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Zedda se formó en su Milán natal como organista y director de orquesta en el Conservatorio Giuseppe Verdi. Fue recomendado por el mismísimo Carlo Maria Giulini para estudiar dirección con Antonino Votto, maestro a su vez de Claudio Abbado y Riccardo Muti. No obstante, siempre reconoció que había aprendido mucho más viendo ensayar a los más grandes maestros en el Teatro alla Scala. Inició esa labor en 1951 con ígor Stravinski, a quien abordó en la calle y con quien trabó cierta amistad durante la preparación del estreno de su ópera The Rake’s Progress. Debutó en 1956 en el Teatro Nuovo de Milán con Il barbiere di Siviglia. Al año siguiente venció en el primer concurso de posguerra para jóvenes directores que organizó la RAI y ello le abrió las puertas para debutar en los Estados Unidos. Regresó a Italia en 1959 convencido de la necesidad de consultar los manuscritos de Rossini y rehacer las problemáticas ediciones de Riccordi. No por casualidad, tenía formación especializada y había estudiado paleografía musical en Cremona. Ese “diablillo” que fue para Zedda la musicología le llevaría a enfrentarse con la editorial italiana. El resultado fue la primera edición crítica de Rossini: Il barbiere di Siviglia que Riccordi publicó en 1969 y Claudio Abbado utilizó dos años después en su famosa grabación para Deutsche Grammophon. Zedda continuó en esos años su carrera como director en Italia, donde recuperó Un giorno di regno, de Verdi, en 1963, o incluso como director sinfónico dirigió el estreno italiano de la Primera sinfonía, de Bruckner, y de los Kindertotenlieder, de Mahler. También fortaleció una carrera internacional vinculada a la Deutsche Oper de Berlín (1961-1963), donde dirigió Falstaff a Dietrich Fischer-Dieskau, pero también en otros teatros europeos y norteamericanos.

Su labor con Rossini cristalizó en la creación de un festival veraniego dedicado al compositor en Pésaro. Se trataba de una especie de pequeño Bayreuth italiano situado a orillas del Adriático donde también se fundó una Accademia Rossiniana dedicada al estudio, enseñanza y revisión de sus cuarenta óperas. La Fondazione Rossini permitió además difundir esa labor a través de ediciones críticas. Es lo que hoy se conoce como Rossini Renaissance. El propio Zedda preparó la edición crítica de La gazza ladra, con la que se inauguró el Rossini Opera Festival en 1980, pero también de La Cenerentola y Semiramide en colaboración con Philip Gossett. En 1992 se apartó de este festival para ser director artístico de La Scala de Milán durante la etapa de Muti, pero volvió a retomarla en 2000 hasta el año pasado en que optó por no continuar debido a su avanzada edad. Sus grabaciones discográficas mas relevantes están todas relacionadas con Rossini y vinculadas al sello Naxos, en especial Tancredi (1994), La Cenerentola (2004), L’italiana en Algeri (2008) y La gazza ladra (2009). Pero también Semiramide, su ópera favorita de Rossini, que grabó en dos ocasiones e incluso dirigió en el Teatro Real de Madrid en 2004. Zedda ha tenido además una importante relación con España a través del Festival Mozart de A Coruña, donde dirigió en su segunda edición Il barbiere di Siviglia en 1999 al que siguió un inolvidable Il viaggio a Reimsen 2000. Ha seguido implicado con esa ciudad hasta la actualidad con apariciones en la Temporada Lírica de la Orquesta Sinfónica de Galicia y los Amigos de la Ópera de A Coruña, con la Ermione rossianiana hace dos años en versión de concierto y el Falstaff, de Verdi, con Bryn Terfel en septiembre pasado. Deja al menos dos herederos musicales confesados: Riccardo Frizza (1971) y Michele Mariotti (1979).

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