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Por alegrías

Sebastián Rosselló, dueño de la galería Alegría, cuenta cómo ha convertido este espacio en uno de los más singulares en el corazón del arte contemporáneo madrileño

Sebastián Rosselló, en la puerta de la galería Alegría en Madrid.
Sebastián Rosselló, en la puerta de la galería Alegría en Madrid.

Sabemos que uno de los motores de transformación urbana son los museos y centros de arte, y que las galerías de arte, como toda actividad humana comercial, tienden a concentrarse en calles y barrios. En Madrid, el fenómeno más relevante es la consolidación de la calle Doctor Fourquet como zona de nuevas galerías, detrás del Museo Reina Sofía y cerca de La Casa Encendida. Lo conocido como Madrid DF (iniciales de la calle con evocaciones mexicanas), y gracias a la buena coordinación, se ha convertido en un eje alternativo que demuestra su energía y redes de trabajo cada vez que se organiza una inauguración simultánea, ocupando la calle y potenciando el encuentro de un nuevo público para el arte contemporáneo.

La galería Alegría ha sido una de las últimas en instalarse en el barrio. Llegó pasado el momento álgido de la calle, que fue en 2012, cuando MaisterraValbuena cambió de espacio, abrió García Galería, NoguerasBlanchard inauguró su segunda sede, Fúcares se mudó de barrio y Moisés Pérez de Albéniz dejó Pamplona por la capital. Todas en hilera y en la misma calle, junto a las veteranas Espacio Mínimo y Helga de Alvear, y a las que pronto se sumaron Bacelos y L21. Aunque alguna ha cerrado y hay quien dice que el furor Fourquet ha ido menguando, Sebastián Rosselló, director de Alegría, ve la calle en un buen momento y con un público consolidado.

El suyo es uno de los espacios más singulares de la ciudad y uno de los más celebrados. Este año, además, es una de las nuevas incorporaciones a la sección estrella de Arco, Opening. Su particular línea de trabajo no se parece a ninguna de sus galerías vecinas: no están los nombres previsibles, ni el furor por fichar a emergentes, ni límites a la hora de intercambiar formatos. “Definiría la galería como un espacio amable y con una programación accesible y de calidad. La selección de artistas responde a un criterio tan sencillo como dejarme seducir por la plasticidad de sus trabajos. Apostamos por una programación en la que convivan artistas de corta, media y larga carrera con otros absolutamente desconocidos al mantenerse fuera del circuito. Actúo por impulsos y mi aproximación al arte es más visceral que intelectual. Me interesa dar cobertura y visibilidad a artistas que se caracterizan por tener una actitud libre, generosa y desafiante; esa atracción que puede despertar una obra y que no tiene una explicación muy lógica”, explica.

Inició su andadura en diciembre de 2010 tras encontrar un pequeño local en el patio interior de la antigua fábrica Lehmann de Barcelona. El debut lo protagonizó Ferrán Blanco, artista de 84 años afincado en el pintoresco pueblo de Calaceite y volcado con ahínco en el collage. Tras dos años de intensa actividad, decidió ampliar el campo de acción y dejar Barcelona para abrir una galería en Madrid. Lo hizo en el portal número 13 de la plaza de Cascorro, con tan buena acogida que pronto se quedó pequeño. De ahí la idea de trasladarse a alguno de los huecos disponibles de Doctor Fourquet. Son muchas las exposiciones que acumula, como una estupenda de Diego Delas que le dio a conocer en el contexto madrileño, aunque el año pasado ofreció una muy especial y aplaudida: el rescate de una artista histórica y olvidada que, como este espacio, siempre va a su aire: Elena Blasco.

En el proyecto de la galería, ¿dónde cabe el título? ¿Es una declaración de intenciones?

Alegría es un anagrama de Galería. También lo es alergia pero decidí que no era un buen nombre para una galería de arte. El nombre de Alegría responde a un estado de ánimo dentro de un contexto determinado. Sinceramente, me estaba alejando de la escena galerística barcelonesa por aburrimiento. Es más fácil quejarse que trabajar para que las cosas cambien y decidí aportar mi granito de arena abriendo un espacio donde poder compartir trabajos de artistas que estaban fuera del circuito por los motivos que fueran.

Obra de Joana Cera expuesta en Alegría.
Obra de Joana Cera expuesta en Alegría.

¿Falta alegría en el mundo del arte?

Creo que en España estamos aún bastante encorsetados en este aspecto. A mi modo de ver nos falta un poco de desparpajo. ¡Echo en falta un poco de rock and roll o de rumbita!

Hagamos un poco de historia. ¿Cómo empieza todo?

Siempre tuve ganas de tener un espacio donde poder compartir el trabajo de artistas y darles cobertura y visibilidad. Decidí buscar un local por Internet y descubrí que el más barato de Barcelona estaba en un precioso patio de un antigua fábrica y no me lo pensé. Suelo moverme por impulsos y al ver esa chabolilla me enamoré al instante y me lancé a por ella. La galería empezó más como un proyecto artístico que con la idea de convertirme en galerista.

Primero fue Barcelona y luego Madrid. ¿Qué diferencias ve entre ambos contextos artísticos?

Madrid siempre me ha atraído mucho como ciudad y me identifico con ella. Me siento muy bien en Madrid y la propuesta expositiva que defiendo ha sido mejor aceptada aquí que en Barcelona. En Madrid hay más variedad, el ambiente es más relajado y también hay más alegría, o por lo menos, así lo siento yo.

Primero fue un espacio en un patio interior, luego una portería y más tarde una galería al uso. ¿Qué ha aportado la singularidad de los diferentes espacios? ¿Cómo ha ido cambiando el carácter de la galería?

La verdad es que eran espacios muy muy pequeños pero con muchísimo encanto. He visto vestidores más amplios que esos dos espacios pero siempre he defendido que para dar a conocer el trabajo de artistas es suficiente con un espacio pequeño, aunque con ciertas limitaciones. Aquí el contenido es más importante que el continente… Esos espacios me permitieron arrancar el proyecto y también hacer lo que quise debido a su bajo coste. La singularidad de ambos espacios fue muy bien acogida por el público, ya que era un proyecto cercano y diferente. Con el traslado a Doctor Fourquet el proyecto poco a poco ha ido mutando pero manteniendo una manera de hacer.

Ahora está una exposición de Joana Cera, artista de la que hacía tiempo que no sabíamos. Haga de crítico en unas líneas.

El trabajo de Joana siempre me ha llamado la atención por su autenticidad y porque la considero una artista inquebrantable en muchos aspectos. Es la primera vez que expone individualmente en Madrid y decidimos que presentaríamos obra de diferentes años para abarcar más terreno y mostrar su trabajo escultórico de forma más completa. Sus esculturas responden a la necesidad de reencontrarse con la piedra como material y reivindicar el poco uso que se hace de ella en la escultura contemporánea. Las realiza conjuntamente con su padre, que tiene un taller de escultura y es un maestro de los que quedan pocos. El resultado de este trabajo a cuatro manos son unas esculturas realizadas con piedras nobles, brillantes y artificiosas, que conviven en armonía con otras mucho más vulgares que ha encontrado en el campo. Joana reafirma su belleza al respetar sus texturas y sus formas sin intervenir en ellas. Se podrían definir como ejercicios de composición entre opuestos que generan una tensión mágica al igual que relajada.

Fachada de Alegría en Barcelona.
Fachada de Alegría en Barcelona.

Cuéntenos la programación prevista. ¿A quién veremos próximamente?

La próxima exposición será la tercera de Iñaki Imaz en la galería y probablemente se titulará Yolanda, y después presentaremos por primera vez en Madrid el trabajo de un artista vienés llamado Bernhard Rappold. La próxima temporada arrancaremos con una exposición del artista Neil Rumming y, al mismo tiempo, una exposición en el Jardín Botánico de José Ramón Ais y Jorge Diezma que promete ser muy interesante.

Analicemos: cosas buenas y cosas malas del contexto del arte español…

Desde mi punto de vista, lo peor es la poca visibilidad que tienen fuera los artistas nacionales y la precariedad en la que vivimos la inmensa mayoría de los que nos dedicamos a esto.

¿Qué retos tiene el galerismo por delante?

A bote pronto, captar la atención y despertar el interés por el arte a futuros coleccionistas, pero esto no es nada nuevo. Considero que las galerías que estamos empezando tenemos que ser creativas para poder posicionarnos y, sobre todo, generar ilusión.

¿Y qué debate pondría encima de la mesa? ¿De qué es urgente hablar?

A nivel nacional, es urgente crear un tejido sólido y sobre todo elástico. Museos, artistas, coleccionistas, galeristas, comisarios, críticos, instituciones, empresas… todos deberíamos remar conjuntamente para poner a España en el mapa. Creo que deberíamos ponernos a trabajar en ese sentido lo antes posible. Tenemos potencial y no lo estamos explotando. Hay que generar ilusión y hacernos oír.

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