_
_
_
_
_

Los sonidos del silencio

Michael Pisaro, que actúa en Barcelona, es un abanderado del movimiento Wandelweiser, colectivo de compositores que da tanta importancia a la música como al silencio

Michael Pisaro.
Michael Pisaro.j. h. / c. h.

La anécdota es conocida. John Cage se encerró en 1951 en la cámara anecoica (insonorizada y con reverberación casi nula) de la Universidad de Harvard. Se disponía a escuchar el silencio. Transcurridos unos minutos empezó a oír dos sonidos: uno era agudo, el otro grave. Cuando se los describió al ingeniero a cargo del laboratorio, este le explicó que el sonido agudo era el de su sistema nervioso en funcionamiento y que el grave procedía de su circulación sanguínea. Después de aquella experiencia, el compositor llegó a la conclusión de que el silencio no existe o que, en cualquier caso, no es posible como experiencia física. Aquello inspiró una de sus obras más célebres: 4’33’’, que alude, en minutos y segundos, a la duración de un silencio. Tal como explica Carmen Pardo en La escucha obliqua: una invitación a John Cage, la escucha que propone Cage en 4’33” consiste en “desvelar la sonoridad del silencio”. Este desvelamiento plantea una crítica a la noción de autoría y a la disciplina de los auditorios musicales.

En 1992, justamente el año de la muerte de Cage, Antoine Beuger y Burkhard Schlothauer fundaron Wandelweiser. Bajo este nombre opera desde entonces un sello discográfico y un colectivo internacional de compositores e intérpretes que tampoco entienden el silencio como el cese o la ausencia del sonido, sino como “un tipo de sonido distinto; uno con más densidad incluso que el producido por un instrumento”. Así es como lo entiende Michael Pisaro (Búfalo, Nueva York, 1960), miembro del grupo desde 1993, que actúa el próximo sábado en Barcelona dentro del programa Ultrasons, organizado desde el laboratorio de creación, producción y proyección cinematográfica independiente Crater-Lab.

“El silencio”, explica el compositor estadounidense, “nos sumerge en una experiencia perceptiva completamente distinta y mucho más compleja que la música. Lo que encontramos ahí es una multiplicidad de acontecimientos sonoros; una serie de duraciones simultáneas”. Aunque cada miembro de Wandelweiser trabaja de forma distinta y se guía por sus propios intereses e influencias, la música del colectivo responde a esta comprensión del silencio y se articula en buena medida a partir de ella.

"Nuestra música se interesa por las consecuencias materialistas de lo que John Cage planteó de forma conceptual y política", dice Michael Pisaro

Es importante señalar que la influencia de Alvin Lucier, Morton Feldman, Pauline Oliveros y George ­Brecht, entre otros, en la música de Wandelweiser es tan o más importante que la de John Cage. “Es sorprendente”, observa Pisaro, “que Cage identificara tan lucidamente la cuestión del silencio y que en la práctica, en cambio, no la explorara demasiado. La música de Wandelweiser se interesa por las consecuencias materialistas de lo que Cage planteó de forma conceptual y política. Para alterar el funcionamiento de la música es imprescindible alterar sus materiales más elementales. Y el silencio es uno de ellos”.

Veinticinco años después de su nacimiento, Wandelweiser se ha convertido en un grupo descentralizado que reúne a un creciente número de músicos de todo el mundo. Sin pertenecer propiamente a él, el colectivo madrileño maDam (fundado por Rubén Gutiérrez y Mario Sarramián) trabaja dentro de unas coordenadas claramente wandelweiserianas. Además de ser miembros de maDam, Tomás Gris y David Area dirigen el sello Ex-Nihilo, que ha publicado composiciones de Antoine Beuger o Jürg Frey (otro miembro señero de Wandelweiser). Con su música y sus talleres, Ferran Fages y Héctor Rey también ejercen oficiosamente de embajadores en Barcelona y Bilbao, respectivamente.

Con una red de conexiones personales que van más allá del núcleo del grupo, el sonido Wandelweiser vive en la actualidad una especie de renacimiento. Tal vez por este motivo hoy resulta complicado identificar unas características que sirvan para definir de forma específica las prácticas del grupo. “Lo que a principios de los noventa empezó siendo un especie de corriente hoy se ha convertido en algo así como el delta de un río donde conviven una pluralidad de propuestas”, añade Pisaro.

Michael Pisaro actúa el 18 de febrero en Barcelona.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_