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Columna
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Lo absurdo

La duda al hablar de las informaciones televisivas del Congreso del PP es si fue un happening o una representación de teatro del absurdo

Congreso del PP en la Caja Mágica.
Congreso del PP en la Caja Mágica.Javier Lizón (EFE)

La gran duda al hablar de las informaciones televisivas del XVIII Congreso del PP es si equipararlo a un happening surrealista o a una representación del teatro del absurdo.

En primer lugar, el recinto elegido para celebrarlo no pudo ser más representativo de la gestión municipal del partido: la Caja Mágica. El Ayuntamiento del extinto, políticamente hablando, Gallardón inauguró la Caja Mágica en abril de 2009 como la "joya de la corona" de su proyecto olímpico. En estos ocho años se celebraron una semana anual de tenis, unos pocos partidos de baloncesto y acogió a una escudería de Fórmula 1, HRT, que se fue sin pagar 760.000 euros. El presupuesto de adjudicación fue de 139.749.625 euros aunque dos años después de la inauguración los gastos ascendían a 294.045.576 euros, un 110% más del presupuesto inicial. Y en marzo de 2015 se publicaba que la constructora FCC había exigido en los tribunales al Ayuntamiento el pago adicional de 32,6 millones por la obra. Tiempo después Los activos tóxicos y su deuda pasaron a Madrid Destino. Fue entonces cuando la Intervención Municipal tasó la Caja Mágica en 19,2 millones. Un triunfo.

Y si el recinto es un ejemplo de la magalomanía de quienes consideran que "el dinero público no es de nadie", el congreso lo es de un dontancredismo insuperable. Si todas las televisiones y los medios informaban de las condenas del primero de los juicios de la trama Gürtel valenciana y sus vínculos con el PP, en "la joya mágica de la corona" nadie se daba por aludido salvo quizá Fernando Martínez Maíllo ("esto demuestra que quien la hace, la paga") del cual, por cierto, supimos ese viernes absurdo que había pedido la mano de la muy autosobrevalorada Aída Nízar (ella misma lo contó en Sálvame Deluxe tras ser expulsada de Gran Hermano VIP) y que su madre se la negó. Lo dicho: Ionesco fue por un día el puto amo.

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