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TEATRO

El combate más cruel y doloroso entre dos hermanos

‘Intemperie’, escrita por Cristina Redondo y dirigida por Laura Ortega, disecciona secretos familiares inconfesables

Rocío García
Un momento de la obra 'Intemperie'.
Un momento de la obra 'Intemperie'.

El azul mágico de la infancia se convierte en el color más nauseabundo cuando, años más tarde, uno penetra en los recuerdos. Es el rechazo a la mentira y a la supuesta felicidad. Intemperie, escrita por Cristina Redondo y dirigida por Laura Ortega, disecciona con bisturí de plata las relaciones familiares y aquellos secretos más inconfesables y terribles. La obra se centra en el encuentro de dos hermanos, tras trece años sin verse, que se convierte en un combate doloroso y cruel. Andrea Trepat y Juan Trueba dan vida, en el Ambigú del Teatro Pavón Kamikaze de Madrid, a estos dos personajes atrapados por un pasado y unos recuerdos perversos.

Intemperie es otro ejemplo más de la decisión de actores y directores por buscar una voz propia en el teatro y generar sus propios proyectos. Gracias a una pequeña beca del gobierno de Cantabria, Juan Trueba convoca a Redondo y Ortega para contar una historia de secretos familiares. Laura Ortega (Logroño, 1980), ayudante de Fernando Soto y Andrés Lima, y ella misma directora de muchos montajes, se enfrenta a Intemperie con una decisión muy especial: la de narrar la orfandad emocional del núcleo familiar, de la fragilidad infantil y del peso insoportable de los recuerdos. A la intemperie, al aire libre, sin protección ninguna. Así viven los dos hermanos este reencuentro y así es el espacio escénico de este montaje, en el que un tatami (azul por supuesto) y un plington juegan como elementos distorsionadores de una función a tres bandas.

Ya lo dice Nita, la hermana: “Cuando se desentierra una historia se descompone lo que sale a la luz”. El secreto que guarda Nita es la excusa para la venganza perfecta en esta reunión familiar que ha convocado tras tantos años de una ausencia que algunos quieren presentar como inexplicable. Lo ha organizado y orquestado todo, pero su hermano Johnny se adelanta a la cita y es entonces cuando rememoran una infancia marcada por un padre pelele, una madre que mira para otro lado y un omnipresente y poderoso tío Lucas. Ella tenía 17 años cuando se fue y él 20. Ahora, personas ya adultos, hacen frente a los amores malentendidos, los abusos y las perversiones que van saliendo, poco a poco, a la luz. “Esta familia esconde demasiada suciedad. No sabes la razón de la ausencia de la hermana que planta a la memoria frente a su hermano que quiere olvidar y ha inventado una vida diferente para poder seguir viviendo con algo de paz. Son dos huérfanos emocionales que ni son adultos ni niños. Lo que queda claro es que la exigencia y la rivalidad han contribuido a que cada que cada uno de ellos construya sus propias mentiras y su propio pasado, su memoria”, asegura la directora, que resalta la fragilidad y crueldad de la mujer, frente a la pasividad del hombre. "Ella está decidida a devolver todo el dolor que le han causado. Él se niega a enfrentarse al pasado, quizás porque ni lo recuerda", añade Laura Ortega, que compatibiliza este montaje con los ensayos como ayudante de dirección de Fernando Soto de Trainspotting, la famosa película británica que saltará a los escenarios próximamente.

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