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Una cumbre maldita

Lift To Experience reedita su único disco, objeto de culto por su ambición conceptual y su cruce de distorsión y melodía

Desde la izquierda, Josh T. Pearson, Andy Brown y Josh Browning, en 2001.
Desde la izquierda, Josh T. Pearson, Andy Brown y Josh Browning, en 2001.

Buck, Bear & The Boy. Suena a trinidad de wéstern, a título de Sergio Leone, pero en realidad abreviaba la alineación (guitarra-bajo-batería) de Lift To Experience, prototipo de banda de culto recién nacido el milenio. El trío de Denton (Texas) protagonizó en 2001 un one and done bello y doloroso, de formato doble y conceptual: The Texas-Jerusalem Crossroads . Engullidos por sus demonios, su entente se fue al traste. Y ahora, tras un show de reencuentro en el festival Meltdown londinense, nos regalan la nueva edición de aquel álbum cumbre, el primero de los dos que llevan la firma del hombre apodado Buck.

Porque el líder y compositor de Lift To Experience, su frontman y guitarrista, era/es Josh T. Pearson, barbudo que hace un lustro deslumbró con su también único trabajo en solitario, Last Of The Country Gentlemen, uno de los discos de divorcio más escalofriantes de siempre. En esas letanías abiertas en canal reinaban voz y guitarra acústica, frente a las electrizantes dosis de distorsión shoegaze entreveradas en Lift To Experience con el instinto melódico de Pearson.

Su garganta de crooner frágil, la verborrea al trote o los recitados conviven de forma natural con los arreglos en The Texas-Jerusalem Crossroads . Y los colofones noise de los remansos nunca resultan forzados. Todo en realidad fruto de un perfeccionismo casi maniaco: Pearson ­invirtió tres años en componerlo, desechó el primer registro y, tras meses de vuelta de tuerca, tornó con el grupo al estudio. Incluso para esta reedición han vuelto a mezclar el álbum como ellos habrían querido en su momento.

Se ha retirado, de hecho, en plataformas como Spotify la edición original publicada por el sello Bella Union. ¿Sorprende que su rector, Simon Raymonde, y su compañero en los sofisticados Cocteau Twins, Robin Guthrie, apadrinaran esa aparente empanada de imaginería bíblica que es el disco en sus letras? No, si se percibe la verdad poética con la que los texanos (Andy Young, alias The Boy, nació y estudió jazz en Nueva Orleans) esculpen su relato de un supuesto apocalipsis en el Estado de la estrella solitaria.

Al margen de metáforas, Pearson sentía lo que cantaba: su padre era predicador con mala cabeza, él no tuvo acceso al rock en la radio hasta los 12 y en su círculo familiar le profetizaban de crío futuro como mesías. Urgía el escape por la vía del arte, aunque aún hoy admite una “relación intermitente con Dios”.

Y esto sin olvidar que el progenitor de Young también fue predicador. El batería no pudo superar precisamente la muerte del padre. Su espiral de drogas, la botella en el caso de Pearson y la muerte por sobredosis de la mujer del bajista, Josh Bear Browning, desmantelaron el proyecto y les condenaron al malditismo. Pero nadie podrá discutir el fulgor hipnótico de ‘Falling From Cloud 9’, cómo vuelan las alas maltrechas de ‘With Crippled Wings’ o el embrujo de ‘These Are The Days’, por citar gemas de un tracklist impecable, ampliado en la versión deluxe con una potente sesión para John Peel en 2001 y un epé con demos iniciáticas, de las que tres no pasaron el corte.

Lift To Experience. The Texas-Jerusalem Crossroads [PIAS] Iberia&Latin America

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