Goya de Honor para Ana Belén
Los Goyas de Honor no suelen darse a mujeres. De entre los 31 entregados hasta ahora Ana Belén es la quinta que lo recibe, en cuarto lugar como actriz tras los de Rafaela Aparicio, Imperio Argentina y Concha Velasco, y el segundo como directora tras el de Josefina Molina. El resto de estos premios ha sido concedido a directores (12), actores (7), productores (3), directores de fotografía (2), más los de un guionista y un director artístico… aunque hay profesiones que suelen solaparse y esta clasificación por oficios no es del todo exacta, sí en lo que se refiere a la división de géneros. Bienvenido sea, pues, este Goya a una de las actrices más notables del cine español. Ana Belén ha recorrido parte de su historia desde que en 1968 apareciera como niña en Zampo y yo en una película melodramática que no tuvo éxito pero que nos descubrió un bello rostro, una voz potente y un exquisito gusto para el canto. No fue en el cine sino en la música y el teatro, amén de en la tele, donde Ana Belén pudo desarrollar y mostrar las diversas vertientes de su talento.
En los años setenta y ochenta fue considerada la musa de la transición con películas como Españolas en París, Vida conyugal sana, Jo, papá, El amor del capitán Brando, La criatura, Tormento, y otras que fueron alentando a nuestro país a vivir tiempos nuevos tras la larga dictadura franquista. Contra ella, Ana Belén se había manifestado con valentía en el marco de un país que aún hoy sigue enseñando a veces uñas y dientes de cruz gamada al menor estímulo. Pero ella no cejó.
Ana Belén forma parte de nuestra historia, y no solo la del cine español. Pero tanto este como las teles deberían prestarle más atención: en los últimos años otras actrices han ocupado el relevo como si no hubiera lugar para todas. Afortunadamente hay actualmente en España un buen número de mujeres actrices, directoras y guionistas de gran competencia que no han perecido en su empeño, como decía el título de la película que Ana Belén dirigió, Cómo ser mujer y no morir en el intento… aunque los Goyas de Honor no suelan coronar sus trabajos. Ya va siendo hora, que hay todavía muchos que dar, a pesar de que a uno por año no dará para reconocer todo lo pendiente.