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Adiós a Paloma Chamorro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dos brotes sobre la nieve mojada

La sobrina de Paloma Chamorro dice que no soportaba la mentira, la corrupción y la indecencia

Fotografía de 1980 de Paloma Chamorro.
Fotografía de 1980 de Paloma Chamorro.EFE

Acabado enero, te has ido, tan inesperadamente. Para nosotros, tu familia, siempre serás nuestra tía, la más moderna, la que emprendía viajes a los lugares más exóticos y nuestra mejor consejera. A nadie dejabas indiferente con tu fuerza interior, tu sentido de la justicia y tu pasión. Te conocen por haber realizado algunos de los programas más apasionantes de la televisión en un país oscuro, gris y pobre; no solo la mítica Edad de oro, también las famosas entrevistas a Miró, Dalí o Motherwell o los bellos capítulos dedicados a Mapplethorpe. Nadie se atrevía tanto como tú a transgredir, y a hacerlo con convencida sabiduría. Sin embargo, terminaste alejándote de ese mundo y con tu altura intelectual te adentraste en otro propio. En el campo construiste lo que fue tu hogar, rodeado de arces de Montpellier, cuyo rutilante color en otoño tanto te gustaba, de aves y perros. Tenías tu huerta donde mimabas tu rúcola de distintas variedades, remolachas dulces y verdes lechugas.

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A veces, cuando llegábamos, estabas en el suelo con barro y piedras, construyendo caminos y escaleras con una minuciosidad asombrosa. Eras generosa , discutidora, vehemente, pero te caracterizaba sobre todo tu amor por la verdad; lectora infatigable, probablemente nos ha dejado una de las mentes más lúcidas, rápidas y astutas de nuestro tiempo. Sí, Paloma era brillante. No soportaba la mentira, la corrupción, la indecencia que campan a sus anchas en un mundo que no parecía estar a su la altura, y no lo estaba. Paloma ha sido siempre fiel a sus principios, hasta el final. Es su honestidad moral y su fuerza lo que más impresiona ahora, que se ha ido y una de las muchas huellas que deja en todos nosotros, aquellos que compartimos su vida. Hoy, cuando descubro que dos brotes de rúcula que hace años me regalaste, rebrotan bajo la nieve mojada, sé que una parte de ti permanecerá siempre en nuestro jardín, que también fue el de tu infancia, y en nuestro recuerdo.

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