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Crítica | De-mentes criminales
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El atraco del proletariado

Comedia basada en una historia real que es poco probable que llegara a los extremos de estupidez humana que alcanza el relato en pantalla

Javier Ocaña

DE-MENTES CRIMINALES

Dirección: Jared Hess.

Intérpretes: Zach Galifianakis, Kristen Wiig, Owen Wilson, Jason Sudeikis.

Género: comedia. EE UU, 2016.

Duración: 94 minutos.

Las historias sobre grandes atracos realizados por gente de la calle, por cafres grisáceos envueltos en situaciones que les sobrepasan, por vulgares aficionados en el oficio delictivo que, hartos de su amarga situación en el escalafón social, deciden coger una pértiga que no saben manejar para lograr un imposible salto hacia la riqueza, pueden tener tanto de parodia como de análisis social. Con títulos memorables en las más diversas cinematografías, particularmente en países donde la picaresca forma parte del código genético de sus habitantes, comenzando por España e Italia, el subgénero puede abordarse desde ópticas que partan de una cierta seriedad, pero que acaben llevando a la risa a través del contraste entre intenciones y resultados, y ahí Atraco a las tres (José María Forqué) puede ser el mejor ejemplo, o también desde metodologías que exageren casi a cada momento las situaciones, superpoblando lo que ya tiene de farsa con elementos cómicos como el slapstick, la burla y la parodia.

De-mentes criminales, quinto largometraje del estadounidense Jared Hess, se apunta a esta segunda tendencia, con una singularidad: es una película basada en una historia real que, aun con grandes dosis de ridículo, es poco probable que llegara a los extremos de estupidez humana que alcanza el relato en pantalla. A la manera de nuestro particular hecho real, el de El Dioni, robando aquel furgón blindado que custodiaba, y huyendo a Brasil para darse la vida padre con nuevo peluquín, otro risible guardia jurado de una empresa privada, Loomis, Fargo & Co., se hizo, en 1997, con 16 millones de euros en metálico con los que dar un giro a su mema existencia.

Sin embargo, el guion de Bowman, Palmer y Spivey, bregados en Napoleon Dynamite y en el Saturday Night Live, respectivamente, siempre parece estar un punto por debajo de la enorme vis cómica de sus protagonistas, con Kristen Wiig, Zach Galifianakis y Jason Sudeikis a la cabeza. Y a la puesta en escena de Hess, excesivamente esquemática, salvo en un par de excelentes momentos de acción desaforada, le falta algo de ritmo.

Con asesoría del personaje de Galifianakis, el ladrón de la historia real, condenado a 25 años de cárcel, dato que ya podría ser un gag en sí mismo, De-mentes criminales se ve con soltura gracias a sus intérpretes, pero acaba siendo casi más eficaz en su jocoso análisis social estadounidenses, entre la relamida aristocracia blanca y el nuevo rico de origen proletario, que como motor de carcajadas. Y al final hay un síntoma que no falla: a las películas que incluyen en los créditos tomas falsas les falta confianza en sí mismas.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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