_
_
_
_
_
LIBROS

Urbanismo bajo sospecha

Fernando Abad narra el descalabro perpetrado en el suelo y las arcas nacionales en nombre del progreso y de la creación de puestos de trabajo

Cúpula de la Energía (Soria).
Cúpula de la Energía (Soria).TOMÁS MIÑAMBRES / lUIS ARGÜEL

El arquitecto Fernando Abad firmó hace dos años uno de los libros que mejor describen lo ocurrido en España en las últimas décadas. De Eurodisney a Eurovegas (Catarata) narraba el descalabro perpetrado en el suelo y las arcas nacionales en nombre del progreso y de la creación de puestos de trabajo. Su nuevo libro, La piel de toro como trofeo (Muñoz Moya), va más allá. Ya no queda siquiera la excusa de la fantasía asociable a un parque temático. Urbanismos con cuyas ruinas convivimos —Marina d’Or en Castellón, Señorío de Gendulain en Navarra, Sociópolis en Valencia o Marina de Valdecañas en Cáceres— fueron realizados “con la total connivencia de las instituciones del Estado”. Y anunciados como justo lo contrario de lo que resultaron ser.

Así, la Ciudad del Medio Ambiente soriana, levantada en terrenos no urbanizables de protección especial, se planificó en zona inundable, tras la tala de 3.000 pinos, la destrucción de 46 nidos de cigüeña blanca y haciendo peligrar el yacimiento de Numancia. El proyecto fue denunciado por un vecino. “En un totum revolutum impropio de un sistema democrático, la Junta de Castilla y León actuaba como promotor inmobiliario, como institución garante del cumplimiento de la ley y como órgano legislativo”. Los impulsores del proyecto lo reconvirtieron en un polígono industrial. Hoy la monumental y abandonada Cúpula de la Energía es testigo desamparado de la irresponsabilidad política y social. Abad considera que en España “no existe una obra de infraestructura pública o edificio dotacional libre de sospecha”.

La sostenibilidad o el argumento de crear empleo han servido para justificar todo tipo de despropósitos especulativos y, a la postre, nocivos para el medio ambiente. Por eso, más allá de trazar la cronología que condujo de la burbuja al expolio —y que Abad sitúa en la creación durante el franquismo del Ministerio de la Vivienda para impulsar la vivienda social en propiedad y no el alquiler—, el arquitecto navarro cierra el libro con un caso en México.

Cabo Cortés representa la expansión del modelo depredador. Ubicado en Baja California, se presentó como “sustentable” a pesar de que una planta desalinizadora ponía en jaque el arrecife existente. Esa presentación tuvo lugar en la residencia oficial del entonces presidente mexicano, Felipe Calderón. Una antología de declaraciones recogidas en la prensa sirve de epílogo: “¿Burbuja? Los hechos demuestran lo contrario”, declaró en 2008 el entonces presidente de La Caixa, Ricard Fornesa.

“Los que hablan de burbuja pecan de irresponsabilidad”, sostuvo la entonces ministra socialista de Vivienda, María Antonia Trujillo, en 2010. Pero fue el político del Partido Popular Esteban González Pons quien zanjó en 2012 que la burbuja inmobiliaria había sido buena.

La piel de toro como trofeo. Fernando Abad Vicente. Muñoz Moya Editores, 2016. 146 páginas. 16 euros

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_