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Daniel Burman | Director, guionista y productor argentino

“Ha cambiado todo, pero aún necesitamos un cuento para ir a dormir”

El realizador de 'Edha', la primera serie argentina para Netflix, cree que la nueva televisión derriba la distinción de "relatos para ricos y para pobres"

El cineasta Daniel Burman en su estudio en Buenos Aires.
El cineasta Daniel Burman en su estudio en Buenos Aires.Silvina Frydlewsky

El director, guionista y productor argentino Daniel Burman (Buenos Aires, 1973) se ha destacado por largometrajes intimistas como El abrazo partido (2004) o la reciente El rey del Once (2016). Hace tres años, vio una oportunidad en la irrupción global de las series televisivas y fundó Oficina Burman, una compañía de creación de contenidos que presentó días atrás en el encuentro Cultura+Desarrollo celebrado en Buenos Aires. A principios de 2017 estrenará Supermax, la primera serie en español del gigante brasileño Globo, y el próximo octubre será el turno de Edha, la primera producción argentina para Netflix, protagonizada por una diseñadora de moda y madre soltera que se enamora de un inmigrante que tiene un profundo deseo de venganza. Burman se declara "muy orgulloso" de dirigir Edha, pero advierte que no puede desvelar ningún detalle.

Pregunta. ¿Cómo fue el salto del cine a la televisión?

Respuesta. No lo veo como un salto. Cuando voy a grabar el capítulo de una serie siento el mismo entusiasmo, miedo y deseos de siempre. Donde sí hay una gran diferencia es en la exhibición: que un producto a la misma hora pueda llegar a 80 millones de personas me llena de responsabilidad y adrenalina.

P. Además de la multiplicación de audiencias, ¿qué cambios ha generado en la industria televisiva la irrupción de plataformas online como Netflix?

"Latinoamérica es uno de los mercados televisivos más dinámicos"

R. Lo que me fascina de la nueva televisión es que el consumo cultural de historias se convirtió en una necesidad básica en nuestras vidas. En los procesos de grandes cambios tecnológicos siempre hacemos foco en lo que cambia, pero a mí me gusta hacer foco en lo que permanece. Ha cambiado todo, pero necesitamos que nos cuenten un cuento para irnos a dormir, necesitamos una ficción donde proyectarnos para ver aquello que no somos o ver lo que somos y no queremos ser más.

P. ¿La forma de contar también es universal?¿Hay diferencias entre las series de Estados Unidos y Latinoamérica?

R. La forma de contar no, pero sí el sustrato, hay algo en nuestro inconsciente que tiene que ver con la necesidad de ver a héroes transitando de un lado al otro y cabalgar con ellos. Las diferencias tienen que ver con los sistemas de producción y el tamaño del mercado, pero se van achicando. Latinoamérica es uno de los mercados más dinámicos y pujantes.

P. ¿En qué se aprecia el dinamismo?

Latinoamérica se va alejando del modelo radiofónico que tuvo siempre, el del consumidor que mientras veía la televisión hacía otra cosa. Por primera vez los creadores de contenidos están obligados a pensar a su consumidor tan sofisticado como ellos. Me emociona que en mi país las series que comento también son las que puede comentar la persona que vigila la seguridad en la entrada porque significa que está desapareciendo ese corte social que fue impuesto de los relatos para los ricos y para los pobres. El mercado del relato es mucho más igualitario que el mundo real.

"El consumo cultural de historias se convirtió en una necesidad básica"

P. ¿Hay más interacción entre el cineasta y el espectador?

R. Sí, los intermediarios han perdido valor en la cadena. Antes los clientes eran los dueños de la sala de cine o del canal y los narradores contábamos para ellos. Ahora, el consumidor sigue la narración a donde vaya, si te gusta Game of Thrones y cambia súbitamente de plataforma, algo que es imposible, la mirarías donde fuese. Eso hace que los talentos sean mucho más importantes y que por suerte el marketing sobre el producto tenga una influencia menor.

P. ¿Argentina se ha dado cuenta de ese valor del talento?

R. Está subvalorado por Argentina unicamente, por eso la mayoría de los talentos argentinos trabajan en Brasil, en Colombia, en Estados Unidos, en España... El día que Argentina valore el talento por el valor que tiene va a estar complicado.

P. Desde el punto de vista empresarial, es competitivo.

"La gran tragedia argentina es creer que un gobierno o liderazgo nos va a salvar"

R. Sí, es muy competitivo por una aberración del mercado. El argentino prefiere comprar un tonto formato por mucho dinero en un mercado afuera que darse cuenta que el tipo que tiene a la vuelta tiene una idea mejor por menos dinero.

P. ¿Por qué?

R. Por esnobismo. Y por miedo, porque contar con el que está cerca, como con el amor, tiene sus riesgos si uno está inseguro de sí mismo.

P. ¿Qué hace que los argentinos destaquen como narradores de historias?

R. Es dificil saber. Creo que hay una base que es el lugar del libro y el valor de la palabra en la sociedad. Caminas 2.000 metros en Buenos Aires y mínimo una librería te vas a encontrar, en algunos lugares más. Soy hijo de una pareja de abogados, sin formación literaria, y cuando era muy chico el programa del domingo era ir a comprar un libro y un alfajor. No sé en cuántas ciudades de Latinoamérica eso ha ocurrido.

"El argentino prefiere comprar un tonto formato por mucho dinero afuera que fijarse en el local"

P. ¿Cómo ve el cine argentino actual?

R. Genial. Tiene una potencia y una heterogeneidad muy atractiva. Es uno de los mejores países del mundo para hacer cine.

P. ¿A qué se debe?

R. Hay una gran calidad de formación y hay un apoyo del Estado que viene desde 30 años de forma interrumpida. Es un milagro que haya sobrevivido, pero ningún gobierno se animó a sacarlo. Creo que se dan cuenta de que con el cine se hace mucho más que cine, con él viaja nuestra música, nuestra comida, el turismo...

P. ¿Sin ese apoyo estatal se podría filmar?

R. No, no hay cine posible sin eso.

"Es un milagro que haya sobrevivido 30 años ininterrumpidos el apoyo estatal al cine"

P. ¿Es difícil el acceso al crédito privado para financiarse?

R. El sistema financiero en Argentina es totalmente disparatado. En Europa hice una venta de una película a una compañía de televisión muy conocida, pero si voy al banco con ese contrato no lo entiende. Está muy preocupado por venderme un seguro para mi casa, pero desconoce el valor de un intangible. Recién ahora empieza un cambio de mentalidad.

P. Hablando de cambios, ¿cómo ve la Argentina actual?

"Es más fácil salvar las ballenas en Australia que ocuparse de cambiar la canilla"

R. La gran tragedia argentina es creer que un gobierno o liderazgo nos va a salvar y no es así, estamos demasiado jodidos. Tenemos un grave problema cultural, no estamos haciendo foco en lo importante como sociedad.

P. ¿Dónde se debería hacer foco?

R. Es tan profunda la desigualdad que existe que exige un nivel de compromiso social que no estamos asumiendo. Creemos que asumimos con el voto, porque es más fácil trasladar esa responsabilidad a un tipo que viene. Me hace acordar cuando uno tiene problemas con un hijo y llama a la psicopedagoga y se va a trabajar. Y vos sabés que no, que tenés que quedarte en tu casa todos los días más tiempo y ocuparte de él. El país es lo mismo, lo estamos enviando a una psicopedagoga. Estamos tan recontrajodidos que nos tenemos que dar vuelta y pensar qué hacemos en nuestros trabajos, empresas, familias. Más que en la teoría del derrame yo confío en la teoría de la capilaridad, que cada uno se ocupe de que las personas que tiene en su radio de acción estén bien. Es más fácil salvar las ballenas en Australia que ocuparse de cambiar la canilla de la casa de uno.

P. ¿Cree que Argentina tiene arreglo?

R. No lo sé, te digo que sí para que quede bien la nota, pero no estoy muy convencido.

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