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Un duelo dialéctico contra la muerte en noventa minutos

Jorge Sanz estrena en Madrid el monólogo ‘Tiempo’

Aurora Intxausti
El actor Jorge Sanz, en el Teatro Cofidis Alcazar.
El actor Jorge Sanz, en el Teatro Cofidis Alcazar. Jaime Villanueva

La cámara le adora y lo sabe. No tiene misterio para él, desde los nueve años está acostumbrado a lidiar con ella. ¿Y el teatro? “Me he reinventado. Tenía que hacerlo; entre las cosas que me atraen de esta profesión es poder hacer cosas diferentes y que un buen director sepa buscar en tu interior y encontrar algo distinto”, afirma Jorge Sanz (Madrid, 1969) a pocos días de estrenar, en Madrid, Tiempo. Se ha enfrentado al reto teatral que le propuso Els Joglars con esta pieza, una obra escrita por Quim Masferrer y dirigida por Ramón Fontseré, donde un hombre enfermo cuenta al público sus últimos noventa minutos de vida.

Fontseré y Masferrer le han impulsado para avanzar en su carrera actoral hasta el punto de que se ha tenido que reinventar su técnica teatral y su manera de enfrentar una obra de teatro. ¿Qué han conseguido? “Credibilidad. Si uno quiere seguir en una profesión como la mía y perdurar en el tiempo tienes que estar continuamente reinventando”.

Sanz plantea en esta obra las situaciones que puede vivir y sentir un individuo cuando sabe que la campana de la muerte le está acechando. Temps (Tiempo), escrita originalmente en catalán, es una producción de Teatro de Guerrilla, con la colaboración del propio Sanz, de una hora y media reales de duración.

Libertad absoluta

Cada uno de nosotros lo viviríamos de una manera diferente, pero hay temas que son comunes al individuo y que él los aborda desde muchos ángulos diferentes, algo que dota a la obra de una total libertad. ¿Hay crítica a esta sociedad? “Tengo la libertad absoluta para decir de verdad todo lo piensa, eso sí, sin insultos y con educación. En una obra uno puede ser crítico, denunciar, reírte, pero sin saltarte una serie de reglas básicas”, puntualiza el actor.

La obra transcurre marcha atrás, con un contador que descuenta minutos; entre medias, grandes temas —la Humanidad, el tiempo, la vida, la muerte— y pequeños —las multas, las risas, los olores, los recuerdos o la ira—.

En esta pieza intervienen tres elementos de los que solo habla uno: Sanz. Los otros son una silla de ruedas y un cronómetro que va restando el tiempo que le queda en escena o en la vida. “Es un espectáculo muy completo, es teatro puro, donde la gente no pierde pie en ningún momento, se mantiene en la tierra”. Sanz se muestra contento, disfrutando de este último trabajo. Acaba de estrenarse la película La reina de España, tiene pendiente rodar un capítulo de la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz? y otra intervención en otra serie de televisión. “Llevo un buen año pero en este trabajo la continuidad no está asegurada y la situación de muchos compañeros de profesión es lamentable”.

La obra se estrenará en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid donde estará entre el 12 de diciembre y el 6 de marzo. La intención es que después salga de gira y vuelva al Teatro Barts de Barcelona, donde se estrenó en noviembre.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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