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¿Hacer al cuento grande otra vez?

Premios, encuentros y publicaciones revitalizan el género del relato corto en Latinoamérica

David Marcial Pérez
Stand de la Feria de Guadalajara
Stand de la Feria de GuadalajaraUlises Ruiz Basurto

El Gobierno colombiano lleva tres años impulsando un premio de cuento dotado con unos jugosos 100.000 dólares. La mesa de cuentistas en la FIL ha sido este año uno de los eventos con más público de la feria. Vice acaba de publicar un nuevo volumen de relatos de ficción. ¿Está el mercado y el público dispuesto a hacer al cuento grande otra vez? ¿Alguna vez fue grande o siempre vivió a la sombra de la novela?

“Quien escribe cuentos los escribe haya o no premios”, afirma el colombiano Luis Noriega, el último ganador del certamen hispanoamericano de cuento García Márquez.  “Quizá sirva más para incentivar la edición, aunque tampoco lo creo. Desde mi punto de vista la gran contribución del premio es que visibiliza el género. En ese sentido, tal vez incentive sobre todo la lectura de cuentos”.

Desde que Noriega escribió Razones para desconfiar de sus vecinos, el libro de relatos ganador, pasaron 10 años sin que viera la luz. Recorrió concursos, mesas de editoriales y propuestas que no llegaron a nada hasta que llegó la apuesta de Random House, que ya le había publicado una novela. Ganó el premio, sucediendo al argentino Guillermo Martínez y a la boliviana Magela Baudoin, pero la obra, de momento, sólo se ha publicado en Colombia.

El lugar común dice también que el cuento es la antesala de la novela

“Vamos a publicarlo en México el año que viene, y seguramente también en España.  Hay un lugar común en el mundo del libro que dice que los cuentos tienen menos mercado que las novelas. Eso hace que los libreros tampoco suelan dedicarles los mejores espacios, lo que los hace menos visibles para los lectores. Todo conspira para enterrar a los relatos cortos”, explica Andrés Rodríguez, director literario de Penguin Random House México.  “Es más fácil cuando es una obra de un autor consagrado.  Por ejemplo,  Así es como la pierdes, de Junot Diaz consiguió distribución en toda Latinoamérica y fue un éxito”, añade. 

El lugar común dice también que el cuento es la antesala de la novela, que los autores noveles empiezan con el formato corto para saltar después al gran relato. “Los debutantes parten con cuentos pero al final el objetivo es seguir creciendo.  Me cuesta encontrar una tradición de autores que sean sólo cuentistas, con la excepción por ejemplo de Alice Munro”, apunta el chileno Alberto Fuguet, que en los 90 revolucionó el panorama con McOndo, una antología de relatos cortos para matar a la novela del Boom.

Noriega también confirma esa tendencia de considerar al cuento “como un ejercicio de calentamiento”. Clara Obligado, autora argentina con más de dos décadas escribiendo y enseñando a hacer cuentos en talleres, considera que sí se está produciendo un movimiento de despegue: “Cada vez hay más voces y los lectores exigentes, muchas veces descorazonados por la novela comercial, están volcándose hacia el cuento. Lo que pasa es que el mercado editorial no se caracteriza por la búsqueda de nuevos horizontes sino más bien por la reiteración de fórmulas exitosas en cuanto a las ventas. Pero hay pequeñas editoriales, más sofisticadas, que buscan nuevas propuestas”.

Editoriales pequeñas e independientes como Almadía, Sexto Piso o Ficticia en México;  Montacerdos en Chile; Eterna Cadencia, en Argentina o Estruendomudo y Animal de invierno en Perú.

En el ecosistema que puede favorecer o tumbar el despegue participan también la crítica y la prensa.  La lenta pero creciente desaparición del cuento de las revistas y los suplementos es otro de los factores determinantes.  Rulfo, como Hemingway o Scott Fitzgerald, encontraron en las revistas de mediados del siglo pasado la pasarela idónea para que sus narraciones llegaran a los lectores. 

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Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.

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