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Crítica | Madre solo hay una
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El doble robo de unos niños

En este nuevo acercamiento a los afectos y las imposturas de la maternidad, Anna Muylaert pretende ser original, aunque únicamente sea huidiza y poco profunda

Javier Ocaña

MADRE SOLO HAY UNA

Dirección: Anna Muylaert.

Intérpretes: Naomi Nero, Daniel Botelho, Daniela Nefussi, Lais Dias.

Género: drama. Brasil, 2016.

Duración: 82 minutos.

Hay muchas películas posibles sobre los hijos robados, y aunque una de ellas sea la brasileña Madre solo hay una, difícilmente será la más interesante ni meritoria. Anna Muylaert se reveló el pasado año con la excelente Una segunda madre (2015), sutil relato sobre las cuidadoras de chicos de clase alta, esas asistentas internas que ejercen en la práctica de madres de hijos que no lo son mientras los suyos quedan al cuidado de otros familiares, como una lucha de clases biológica, como una interminable escalera social. Sin embargo, en este nuevo acercamiento a los afectos y las imposturas de la maternidad, Muylaert pretende ser original e insólita en su narrativa y su tratamiento, aunque únicamente sea huidiza y poco profunda.

Un adolescente de 17 años y una cría de unos 12, hijos de una madre de clase trabajadora, descubren por la policía que fueron robados y, casi de un día para otro, pasan a formar parte de sus familias verdaderas. Muylaert se olvida entonces de la madre ladrona, que no vuelve a salir en la historia desde los primeros minutos; también de la hermana pequeña en su nuevo hogar; y, asimismo, de cualquier dato sobre los porqués y los cómos. Tampoco hay conversaciones trascendentes, solo tiempos muertos y una suerte de comportamientos difícilmente comprensibles por parte de las nuevas familias, con los que la directora pretende huir de cualquier elemento melodramático, para acabar verbalizando en el último momento, como una frase para espectadores perdidos, el gran tema de la película: el doble robo de los críos, cuando eran bebés y cuando son devueltos. Obvio mensaje que remata con una última imagen que pretende abrir un nuevo panorama pero que no es más que otra impostura.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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