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Crítica | LA EXTINTA POÉTICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Orfidal para Ofelia

El universo de La Zaranda, releído sin andalucismos por cuatro actores que interpretan en el Teatro Español a una Humanidad hipermedicada

Fotografía y video de la obra cortesía del Teatro Español.Vídeo: Bruno Rascaõ
Javier Vallejo

La Humanidad, medicada de la infancia a la edad última; la tristeza y el bajo rendimiento escolar, diagnosticados como depresión y trastorno de hiperactividad; los males del alma y los rotos del bolsillo, tratados como enfermedades, a beneficio de la farmaindustria. En La extinta poética, la España de los bisnietos espirituales de Simeón Julepe ha cambiado el vino a granel por la farmacopea, pero no le arriendo la ganancia.

LA EXTINTA POÉTICA

Autor: Eusebio Calonge. Intérpretes: Carmen Barrantes, Laura Gómez-Lacueva, Ingrid Magrinyà y Rafael Ponce. Espacio escénico y dirección: Paco de La Zaranda. Madrid. Teatro Español, hasta el 18 de diciembre.

Comandados por Eusebio Calonge y Francisco Sánchez, autor y director de La Zaranda, cuatro actores interpretan extremadamente a una familia minada por el arsenal químico con el que sus médicos atacan síntomas de problemas de índole social, económica, afectiva y alimentaria. Carmen Barrantes, Laura Gómez-Lacueva y Rafael Ponce componen un lienzo solanesco, actualizado con colores claros que no le quitan tiniebla al asunto. Ingrid Magrinyà, hace un retrato al aguafuerte de la hermana pequeña, Ofelia suburbial, desvalida y doliente, de la estirpe del sobrino enano e hidrocéfalo de la Mari-Gaila.

El cuarteto ha interiorizado hasta la médula el estilo interpretativo del grupo jerezano, esta vez desprovisto de andalucismos: su habla popularísima y su prosodia se dan un aire a las del teatro de Arniches. La composición de los personajes evoca el patetismo beckettiano, el expresionismo tedesco en bienhumorada versión española y la sorna del grotesco criollo. Con tres artefactos hospitalarios como soporte escenográfico, el espectáculo hace estaciones en el menosprecio, el chantaje emocional y el victimismo en el seno familiar.

En el montaje, al más puro estilo de La Zaranda, hay ecos de La Cuadra (la composición del fresco de la boda), paralelismos con el teatro costumbrista de Margarita Sánchez (la escena en Urgencias), un momento de estancamiento y secuencias cómicas genialmente orquestadas, como la de los padres dándose palmaditas mientras la hermana mayor se propina golpes de pecho.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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