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Crítica | Bar Bahar
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chicas de hoy en día

Junto a la buena descripción de tipologías femeninas poco vistas en el cine israelí, la película se crece pulsando algunas notas complejas

BAR BAHAR

Dirección: Marysaloun Hamoud.

Intérpretes: Moura Hawa, Sana Jammelieh, Shaden Kanboura, Mahmud Shalaby.

Género: drama. Israel, 2016

Duración: 102 minutos.

A quien se alarme ante la proliferación de películas recientes que, al levantar acta de las diversas formas de violencia ejercidas contra la mujer, impugnan el orden patriarcal se le podría decir lo mismo que a quien perpetúa el falso mito de que en el cine español hay demasiadas películas sobre la Guerra Civil: nunca serán suficientes, mientras sigamos hablando de una herida abierta o una cuenta pendiente. Esa voluntad de denuncia ha inspirado trabajos incontestables -especialmente en el contexto del cine iraní-, pero, últimamente, también se manifiesta en películas con clara vocación de seducir a un público mayoritario: en ese contexto ha habido trabajos discutibles en sus formas y estrategias -Mustang, Siete diosas (2015)- y otros que han logrado conciliar su vocación de comercialidad con un discurso que no rehuía las aristas del problema y, así, esquivaba los riesgos del maniqueísmo. Era el caso de La estación de las mujeres (2015) y es también el caso de Bar Bahar, primer largometraje de Maysaloun Hamoud.

El punto de partida de Bar Bahar podría recordar a la esquemática situación base de una telecomedia: dos palestinas modernas, residentes en Tel Aviv, reciben a una nueva compañera de piso que llega ataviada con hiyab y que parece firme creyente en los valores tradicionales de su religión. No es lo único que parece televisivo en el trabajo de Hamoud: también lo parecen la mecánica estructura narrativa con alternancia de tres subtramas y, sobre todo, ese espantoso plano congelado al final. No obstante, junto a la buena descripción de tipologías femeninas poco vistas en el cine israelí que ha llegado a nuestras pantallas, la película se crece pulsando algunas notas complejas -la frágil modernidad del novio de la abogada, estudiante de cine- y logra perturbar con una secuencia de violación registrada con una brutal sequedad.

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