_
_
_
_
_
LIBROS

El fin de las utopías

José Andrés Rojo entrega, con 'Camino a Trinidad', una primera novela sobre el fin de las utopías personales y colectivas

J. Ernesto Ayala-Dip

Hay un narrador en la primera novela de José Andrés Rojo, Camino a Trinidad, que de alguna manera nos representa y nos interpela. Es el narrador que no solo nos conduce por una parte crucial de su vida, también lo hace por nuestra propia historia contemporánea. Nuestra historia son muchas historias que a veces, desde Europa, ignoramos. Incluso lo que ocurrió en la misma luctuosa Europa. Escribo esto porque es de lo que nos habla, si mucho no me equivoco, José Andrés Rojo, periodista de EL PAÍS. De cómo encajar una experiencia histórica (desde la experiencia privada) en otra lejana en el tiempo y en el espacio, pero no en el imaginario cultural que nos alimentó y todavía lo sigue haciendo como un milagro o una adicción del intelecto.

Camino a Trinidad es la historia de una investigación personal y colectiva, poniendo el acento en su entrelazamiento inevitable. El narrador de esta historia regresa a Bolivia, donde nació y desde donde partió a España con 13 años. En 1977, de regreso a Bolivia, el narrador ensaya con unos amigos de colegio un intento de conato revolucionario, marchando hacia Trinidad. Todo queda en nada, con solo dos víctimas. Un amigo del grupo que se suicida y otro que desaparece en extrañas causas nunca aclaradas. El narrador relata su búsqueda de respuestas en el ámbito familiar y social. Todos los personajes de esta novela, desde el entrañable tío Pepe (ese periodista al que en el seno de su familia se lo humilla comprando el diario no en el que escribe sino en el de la competencia), pasando por la abuela materna del narrador y llegando hasta los últimos testigos de la antigua peripecia revolucionaria fallida, todos ellos son voces de un relato histórico que solo conocemos, los lectores, en trozos dispersos. J. Andrés Rojo pone orden a ese relato. Y, sobre todo, sentido. Desde la guerra del Pacífico, entre Chile y Perú y donde Bolivia pierde su salida al mar, en el último cuarto del siglo XIX, hasta ese aire de atmósfera histórica y filosófica que rezuma el relato de nuestro narrador cuando rememora la locura de Nietzsche y sus amores imposibles con esa veinteañera rusa llamada Lou Andrea Salomé, todo ello son piezas de un puzle que el narrador necesita tener resuelto para seguir en paz consigo mismo y con su tiempo. Y una necesidad imperiosa de mantenerse lúcido a la hora de analizar, de hacer balance, de resituarse, de seguir viviendo sabiendo que se seguirán cometiendo errores históricos, como si la historia no sirviera para nada.

He leído Camino a Trinidad con la sospecha desde sus primeras páginas de que es una novela importante. Cuando el narrador relata las vicisitudes fronterizas entre Chile, Perú y Bolivia, me parecía estar leyendo las mismas disputas que afectaron tan trágicamente a los países de Europa Oriental durante la primera mitad del siglo XX. Camino de Trinidad es una novela extraña en el contexto de la novela española de nuestros días. Una novela, escrita en una lengua literaria impecable, sobre el fin de las utopías personales y colectivas.

Camino de Trinidad. José Andrés Rojo. Pre-Textos, 2016. 212 páginas. 20 euros

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_